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Federico Delbonis: "Se me caen las lágrimas cada vez que veo cómo ganamos la Copa Davis"
Hace un año, el azuleño logró el quinto punto con el que la Argentina venció 3-2 a Croacia y conquistó la Ensaladera; mientras intenta superar una lesión de cadera, observa el futuro
Azul es, para Federico Delbonis , su lugar en el mundo. Simboliza su esencia, su espíritu. Cada vez que está allí, le cuesta un horror cargar la valija para viajar por el circuito y despegarse de su familia y de sus amigos, de los rincones y los aromas de la ciudad ubicada a 300 kilómetros del centro porteño. Para "Cepillo" (así lo apodaban en la infancia), el Club de Remo es, verdaderamente, su segundo hogar. Allí, donde empuñó una raqueta a los 12 años, bajo la mirada de Gustavo Tavernini -aún hoy, su entrenador-, el zurdo pasa muchas horas al día, al aire libre, al pie del arroyo Azul. "Acá tengo tiempo para entrenar, pero también para hacer trámites, pasear con mi mujer [Virginia Taccari] y mi hija [Celina, de 4], y hacer muchas otras cosas en el día, algo que en Buenos Aires se me complica. Del club a mi casa estoy en cinco minutos. Es un lugar tranquilo, ideal para parar un poco la máquina y la cabeza", le dice el tenista de 27 años a la nacion. Hace, exactamente un año, Delbonis fue tocado por la varita mágica: ganó el punto más importante de la historia del tenis nacional. Fue al imponerse por 6-3, 6-4 y 6-2 ante Ivo Karlovic, con el que la Argentina venció 3-2 a Croacia, en Zagreb, por la final de la Copa Davis. Una multitud lo recibió unos días después, el 30 de noviembre, en Azul. Entró en la ciudad desde la ruta en autobomba y llevado al Palacio Municipal.
"Hoy ya pasó esa locura y efervescencia. Por ahí viene alguno y me saluda, pero en mi ciudad soy uno más, voy caminando por el centro y nadie me pide una foto. En ese momento era todo una locura", rememora Delbonis, que cerró el año como 68º del mundo. Luego de aquella explosión emocional en la Copa Davis , su temporada fue opaca. Las lesiones lo perturbaron como nunca antes en su carrera -la más dolorosa fue en la cadera- y jugó pocos partidos: tuvo una marca de 11 triunfos y 10 derrotas en el ATP Tour, y terminó disputando challengers. "Empecé mal el año, porque al haber terminado tarde el 2016 hice una pretemporada atípica. Obviamente no me voy a quejar ni mucho menos después de lo que vivimos. Pero cuando nosotros estábamos empezando la pretemporada, la mayoría ya llevaba cuatro semanas de entrenamiento o alguno ya casi estaba compitiendo. A los chicos [se refiere a los otros que estuvieron en Croacia: Juan Martín del Potro, Leonardo Mayer y Guido Pella] y a mí nos costó reinsertarnos en la competición. Estábamos como en una nube. Yo ahora tengo seis semanas para mentalizarme y preparar el 2018 y en ese momento no estábamos preparados para seguir. Con los chicos lo hablábamos. Fue todo muy, muy rápido. Después, las lesiones me complicaron; nunca en mi vida me habían tocado. Pero aproveché para estar más tiempo en casa, más tranquilo", describe Delbonis.
El partido que trajo la Davis: el resumen de su triunfo ante Karlovic de hace un año
-¿Qué fue lo más difícil de tanta exposición?
-Nos quitó mucha energía. Tuvimos demasiados acontecimientos y eventos juntos y muy pronto. No pudimos disfrutar de las vacaciones y seguir las rutinas para nuestro trabajo. Fue desgastante. Claro que me hubiera beneficiado tomarme un descanso y que nadie me conociera en un país equis, pasar inadvertido. Pero lógicamente no me quejo. Fue algo histórico, increíble.
-El Chango Cárdenas, ídolo de Racing, será recordado toda la vida por su gol al Celtic en 1967, independientemente de otros logros de su carrera. Más allá de las diferencias, a vos te reconocerán siempre por haber ganado el quinto punto con Croacia, al margen de lo que hiciste o puedas hacer. ¿Coincidís?
--Sí, fui el que le di el toque final. Se me caen las lágrimas cada vez que veo cómo ganamos la Davis. Me sigo emocionando cuando me veo en el punto final. Pero tengo que agradecerle a los chicos, porque sin ellos no hubiera llegado a esa instancia. Fue hermoso lo que me tocó, pero una responsabilidad enorme. Aunque estaba tranquilo porque lo más importante, que era dejar todo, lo iba a hacer. Por suerte se pudo dar y quedará el recuerdo para siempre.
-¿Este año, en algún momento de incertidumbre durante la inactividad que padeciste, usaste las imágenes de la final para levantar el ánimo?
-Algunas veces, sí. Es que fueron momentos lindos. Como también las imágenes del partido que le gané a Federer [por las semifinales de Hamburgo 2013]. Son momentos únicos, hermosos. Siempre está bueno volver a recordar y buscar detalles. Miré videos de tenis, además, para sacar conclusiones sobre qué hice ese día, cómo encaré esos partidos y el enfoque que tuve, como para tratar de repetirlo cuando vuelva a jugar. Ese día, el de la final, y hablándolo con mi equipo, coincidimos en que el estilo de Karlovic me ayudó mucho. Él tiene un saque muy bueno, pero yo sabía que si jugaba medianamente bien no me iba a quebrar el saque. Entonces, tenía que estar relajado y atento. Habíamos jugado poco tiempo antes en Tokio, sobre superficie rápida, yo había tenido dos match points con su saque (15-40) y estuve cerca de ganarle. Entonces, en Croacia no me sentía tan mal parado. Después del partido de Juan Martín [por el cuarto punto, venció a Marin Cilic, después de haber perdido los dos primeros sets] yo estaba muy motivado. Esa circunstancia me agrandó y a Karlovic le puso una mochila más grande. Teníamos los vestuarios casi pegados y en un momento paso por el de Croacia, tenían la puerta abierta y lo veo de espaldas al televisor poniéndole los grips a las raquetas y ahí me di cuenta que sentía la presión. Yo también la sentí cuando me tuve que ir al vestuario sin ver el quinto set de Juan Martín y Cilic. No tenía contactos, escuchaba los gritos y fue durísimo. Pasé de estar a menos de una uña de no jugar, a entrar en uno de los partidos más importantes de mi vida. Fue durísimo. Pero después fue todo una locura (sonríe).
-El grupo de la Davis, encabezado por Daniel Orsanic, se mostró conectado en los últimos años. ¿Cómo viviste en septiembre pasado la derrota frente a Kazakhstán y el descenso a la Zona Americana?
-Hasta último momento estuve hablando con el capitán porque no quería molestar a los chicos y menos durante el fin de semana. Pero estuve siempre en contacto con Orsa, quería saber cómo estaban, sobre todo porque había dos debutantes a los que conozco mucho, como Machi [Máximo González] y Molto [Andrés Molteni]. Estuvimos viendo si había alguna chance de recuperarme de la lesión en la cadera y viajar, surgió una posibilidad de hacerlo de quinto jugador, pero no podía ni entrenar. Fue muy duro para mí. Además, no sabía bien qué tenía en el cuerpo. Hablé bastante con el capitán. Yo quería que los chicos estuvieran bien contenidos pasara lo que pasara.
-¿No se podría haber hecho algo distinto para evitar la caída un año después de ganar la Copa?
-Creo que en cuanto a la preparación y a la planificación no se cambió nada, se hizo lo mismo del año pasado. Lo único fue que tuvimos muchas bajas significativas. Tampoco hay que echarle la culpa a nadie. El capitán escuchó todos los puntos de vista; por qué sí jugaban, por qué no. Todo lo entendió y eso es parte de ser capitán. Me tengo que sacar el sombrero por los cuatro chicos que fueron a Kazakhstán [además de Molteni y González, Diego Schwartzman y Guido Pella] porque es difícil ponerse el equipo al hombro y jugar. Las condiciones no eran las mejores, la cancha no nos favorecía y no tengo ningún reproche. El año que viene el descenso será algo anecdótico. Pasó porque tenía que pasar, nada más. Ahora tiene que pasar el tiempo y empezar la próxima serie de Copa Davis para que se empiecen a despejar las dudas, nada más.
-¿Cómo calificás a Orsanic como capitán?
-Hemos tenido buena química. Como en todo equipo hubo diferencias, pero fueron pequeñas y lo bueno es que siempre hubo diálogo, tanto con Dani como con cualquier otro integrante del cuerpo técnico. Desde el primer día, la comunicación fue muy buena entre el cuerpo técnico y nuestros grupos de trabajo. Los jugadores tenemos un método para aplicar dentro de la cancha todo el año y el capitán tiene que estar abierto para hablar con cada uno. Y en eso tenés que ser precavido, hábil y abierto para poder aplicarlo con todos. Orsa se toma todo de una manera que ayuda a que estés relajado y solucionar los problemas.
-¿Orsanic debe continuar como capitán en 2018?
-Sí, sí. Y creo que debería hacerlo más allá de los resultados, que fueron muy buenos. La experiencia ha sido buena, el trabajo ha sido bueno. No hay que quedarse sólo con el título, porque para el desenlace final pueden presentarse muchas variables que uno no controla. Tendría que haber un proyecto, tanto en Copa Davis como en juveniles, que sea duradero para que haya una identidad de lo que queremos como Asociación y para el tenis argentino.
-En abril de 2018 habrá elecciones presidenciales en la Asociación Argentina de Tenis. ¿Cómo influye la disputa política entre los jugadores?
-En el challenger que jugué hace poco en Saavedra estaba Calleri [candidato por la oposición], pero personalmente no pude tener ninguna charla y no vi ningún reflejo de lo que quiere hacer. Tampoco he tenido charlas con la actual dirigencia, aunque los conozco muy bien. No sé cuáles son las propuestas de cada uno. Lo único que yo quiero, sea el nombre que sea, es que le haga bien al tenis argentino. Ventajas políticas no voy a sacar con ninguno. Quiero que el que asuma le haga bien a los más chicos, para que más jóvenes jueguen al tenis, puedan viajar y haya más torneos en la Argentina. Hoy yo tengo una carrera hecha y no dependo de la Asociación para solventarla como si fuera un chico de 14 años. Como deportista y como fanático del tenis, quiero lo mejor para nuestro deporte.
-¿Cómo será tu relación con la Copa Davis a partir de la próxima temporada?
-Lo que sí sé es que mi etapa con la Copa Davis no está cerrada. Pero hoy en día tengo en la cabeza darle prioridad al circuito y a mi salud. Hasta el año pasado la Davis era mi prioridad absoluta, he dejado bastantes cosas de lado por la Davis. Hoy está a la par con otras cosas. No quiero que la Copa siga siendo un motivo como para no estar sano, quiero prevenir cualquier molestia. Más que nada porque después de la Davis tenemos que salir corriendo para otro lugar sin la preparación correspondiente y eso también te afecta el rendimiento y el físico. Después de lo que viví este año, con tantas lesiones, quiero tomar recaudos para optimizar mi carrera. Quiero buscar los objetivos individuales que tenía al principio de mi carrera. Pero siempre jugar por el país tira mucho. Lo que sí sé es que a la Davis como competencia le hacen falta algunos cambios. Jugar al mejor de tres sets me parece bueno. Pero la esencia de las localías no debería perderse. Con partidos en sitios neutrales sería como un torneo más, organizado por la Federación Internacional en lugar de la ATP.
-¿Qué tan severa es la lesión que tenés en la cadera?
-Ahora estoy empezando a entrenar normal, haciendo la pretemporada que no pude el año pasado. La lesión no tendría por qué agravarse. La agarramos justo a tiempo. Estoy haciendo un tratamiento y me inyecto ácido hialurónico, que ayuda a regenerar la cadera, le da más movilidad. Es doloroso, creo, bah..., me duermen por precaución, porque creo que es larga la aguja. No la vi nunca, porque siempre llego dormido cuando me está por inyectar (sonríe). Me hice una sesión antes del US Open, donde no pude llegar por mis condiciones; otra a fines de octubre y en dos meses tendría que hacer una tercera, dependiendo de cómo me vea. Ahora estamos haciendo un trabajo especial en toda la zona de la cadera para que esté fuerte. Según analizamos con mi equipo, la lesión se produce cuando pego la derecha, meto primero la cadera y después el brazo. Con el revés casi siempre pego bien. Pero pegar los caderazos con la derecha es lo que me perjudica.
-¿Proyectás jugar mucho tiempo más al tenis?
-Mi idea es poder jugar el máximo posible, sí. Además, hoy la carrera del tenista se prolongó. A mí me gusta el tenis. De vez en cuando fantaseo un poco o me pregunto qué me gustaría hacer después del retiro. Me gustaría ser entrenador, quizás. Pero no sé cómo sería acompañando a un jugador desde esa función; todavía no me veo preparado. Pero sí me veo en algo relacionado con el tenis.
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