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Federico Delbonis, en Roma. Las razones de su segunda juventud y el “cambio de aire” tras vincularse con otro entrenador
El tenista de 30 años, que se clasificó por primera vez a los cuartos de final de un Masters 1000 y regresará al Top 50, analizó los por qué de su estupenda temporada europea sobre polvo de ladrillo; le costó desvincularse de su respetado coach de toda la vida, pero lo hizo y se energizó
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A cinco meses de cumplir 31 años y a casi un lustro de haberse vestido de héroe ganando el quinto punto de la final de la Copa Davis frente a Croacia, Federico Delbonis vive una suerte de segunda -o tercera- juventud. Tras un opaco arranque de temporada, en la que sufrió molestias en la espalda que no le permitieron competir en el Australian Open y se despidió pronto de la mayoría de los ATP [salvo en Santiago de Chile, donde alcanzó las semifinales], el jugador nacido en Azul construyó una estupenda gira europea sobre polvo de ladrillo que a partir del lunes lo devolverá -después de cuatro años- al Top 50. Este viernes en Roma, además, disputará los cuartos de final de un Masters 1000 [la mejor categoría después de los Grand Slam] por primera vez.
El zurdo había perdido las tres oportunidades de quedar entre las ocho mejores raquetas de un Masters 1000 que había tenido hasta aquí: hace algunos días en Madrid [vs. el italiano Matteo Berrettini], en Miami 2017 [vs. el japonés Kei Nishikori] y en Indian Wells 2016 [vs. el francés Gael Monfils]. En el estadio Nicola Pietrangeli del Foro Itálico cortó la racha al vencer por 7-6 (7-3) y 6-1 al canadiense Félix Auger-Aliassime (21°), en 1h51m.
Antes, sobre la misma tierra romana, había impactado batiendo al 13° del ranking [el belga David Goffin] y al 24° [el ruso Karen Khachanov]. Y había llegado al main draw tras superar la qualy, claro. En total, los registros indican que el argentino pudo sumar victorias en los siete torneos ATP sobre polvo de ladrillo que jugó en esta temporada, acumulando 14 triunfos en 21 partidos [además, con récord de 6-0 en partidos de las clasificaciones, las de Montecarlo, Madrid y Roma].
Delbonis, que terminó el año pasado siendo 82°, no está entre las cincuenta raquetas más destacadas del tour desde la semana del 6 de marzo de 2017 [era 49°]. El salto en las posiciones, además, lo impulsará a la zona de clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio, algo que no tenía en los planes.
¿Hay una clave para semejante presente? ¿Cuál es la razón del cambio? ¿Modificó algo en su cuerpo o en su mente? No mucho, según explicó el propio tenista desde Roma. Aunque todo se uniría a una especie de “cambio de aire”. Cepillo [así lo apodaban en la infancia] aprendió a jugar al tenis en el Club de Remo de Azul y fue Gustavo Tavernini -una persona querida en el ambiente de las raquetas- quien le enseñó a empuñar una raqueta.
Desde allí, Federico y el “Pelado” se convirtieron en una sociedad inseparable, con los altibajos lógicos de toda relación, claro. La Copa Davis de 2016, dos títulos individuales de ATP [San Pablo 2014 y Marrakech 2016], dos finales [Hamburgo 2013 y Niza 2014] y un inolvidable triunfo ante Roger Federer [en las semifinales de Hamburgo 2013] fueron algunos de los puntos más altos del vínculo. Pero el mismo llegó a su fin. Delbonis sentía, desde un tiempo, que precisaba un cambio de timón. Por el afecto que aún lo une con Tavernini, le costó tomar la decisión. Pero finalmente, tras una charla, cada uno siguió por su lado. Y cuando lo anunció públicamente en sus redes sociales, el 30 de marzo pasado, fue toda una sorpresa. Desde entonces lo acompaña Mariano Hood, el Niño, ex 20° del mundo en dobles e integrante del cuerpo técnico de Daniel Orsanic durante la Copa Davis.
“No venía haciendo un mal trabajo, no cambié nada en mi forma de trabajar. Venía sintiéndome bien. Sentía que mi juego estaba fluyendo. El cambio de aire me dio otra perspectiva. Por ahí viajar por primera vez solo a los torneos me dio otro aire. El Niño (Hood) me ha aportado otra energía. Por ahí a cierta edad uno tiene escasez de eso. Estoy muy contento. No hay una fórmula mágica ni mucho menos. El seguir creyendo en uno, apostando en uno mismo, saber que lo que te va a pagar es el trabajo día a día”, fueron las primeras explicaciones que encontró Delbonis sobre su cambio. Este viernes, desde las 5 de la Argentina (las 10 en Roma; ESPN), se enfrentará con el gigante estadounidense de 2,11 metros, Reilly Opelka (47°).
Pero luego se tomó un momento para ampliar aquello del cambio de aire y el final del vínculo con Tavernini, su padre tenístico. “Ha sido y será el coach más importante e influyente que he tenido en mi carrera. La verdad es que lo que decidí yo, lo tomó de una manera impresionante, con altura. Por el cariño que nos tenemos era la respuesta que esperaba. Me abrió la puerta sin ningún problema. Era una situación muy difícil tener esa charla, era algo que me incomodaba, lo venía sintiendo, pero era duro tomar la decisión pensando que se podía revertir la situación [del nivel de juego y de los resultados]. Estaba en un momento en el que yo quería probar otra cosa y fue así que se lo planteé. Fue algo sencillo, me dio su apoyo, le tengo que estar eternamente agradecido. Va a quedar en mi corazón y en el de mi familia. Vamos a seguir teniendo relación. Hace poco fue su cumpleaños y obviamente que me acordé. Estos resultados no son de la noche a la mañana. Él es partícipe de esto. Estoy agradecido a él”.
No sólo por ganar el quinto punto de la final de la Copa Davis en Zagreb ante Ivo Karlovic, sino por otros éxitos en su carrera, Delbonis ya demostró temple para desafíos espinosos. Pero, según su propio análisis, en los últimos tiempos le estaba faltando regularidad, algo que ahora capturó y que lo colocan en esta situación de privilegio. “Hace un tiempo que creo que debía jugar bastantes semanas al año y tener un nivel más parejo. Creo que lo logré en estos cinco o seis torneos. Quería tratar de ser muy peligroso cada semana. No bajar nunca los brazos es importante en cada momento y así me lo estoy tomando”, expresó el jugador al que todo amante del tenis argentino le seguirá agradeciendo de por vida. Sin embargo, lejos de quedarse estancado o aferrado únicamente a aquel mágico domingo 27 de noviembre en el Zagreb Arena, Delbonis busca renovar su espíritu. Y lo está logrando.
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