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Facundo Bagnis, el otro lado del tenis, un sistema desbalanceado y la valoración por Djokovic: “Se pone en la piel de los jugadores más limitados”
El rosarino, de 32 años, cuestionó varios aspectos del circuito profesional
- 12 minutos de lectura'
Facundo Bagnis no esconde las cartas y las juega convencido sobre la mesa, sin ocultar lo que piensa ni temor al qué dirán. Cuando muchos de sus colegas son más individualistas de lo que el propio tenis demanda y se encierran en una burbuja, el rosarino de nacimiento -pero criado en Armstrong, Santa Fe- se detiene en medio de la vorágine y tiene la capacidad de observar más allá. Se expresa con profundidad, escucha, levanta la voz, intenta buscar soluciones -desde el lugar que le toca- para un sistema desbalanceado, en el que sólo las primeras cien raquetas del mundo están acomodadas económicamente. No le sobra nada y conoce las distintas escalas del profesionalismo: entró en el Top 100 en 2014, alcanzó su mejor posición en 2016 (55°), sufrió lesiones, retrocedió casilleros, pero volvió. El último fin de semana ganó el Challenger de Ambato (Ecuador) y no disimuló las lágrimas. No se venía sintiendo cómodo, pero festejó y, como premio complementario, regresó al Top 100 (99°).
“Con el tiempo vas disfrutando de las cosas que te van pasando. Si hay ganas y pasión, se pueden seguir cumpliendo objetivos. No venía con buenas sensaciones y si bien ya de más grande el ganar o el perder se asimila mejor, duele cuando hay momentos complicados que no se atraviesan rápido”, dice Bagnis, argumentando su emoción en Ambato, durante una charla con LA NACION que, de cierta manera, es una continuidad de un extenso encuentro que se produjo hace dos meses, cuando superó la clasificación del US Open y luego cayó en la primera ronda del main draw. En Nueva York disputó su 16° cuadro principal de Grand Slam.
Bagnis, profesional desde 2008, es el tercer argentino con más títulos en el Challenger Tour [la 2ª categoría del tenis], con 16, por debajo de Machi González (17) y Carlos Berlocq (19). Su éxito en Ambato significó el 21° título de la categoría para el tenis argentino en el año, la mayor cantidad de campeones de un solo país en una misma temporada.
“No puedo hablar como un ex jugador, que es la condición en la que habitualmente hacés los balances, pero el tenis me enseñó que en ningún momento te podés dormir -expresa-. El tenis te invita todo el tiempo a mejorar, a mejorar, a mejorar… Lo hacemos desde lo tenístico, lo físico, lo mental, desde las herramientas extra que uno pueda adoptar. Hoy, la mayoría de los jugadores viaja con grandes equipos. Algunos van por el lado de la meditación y el yoga, otros por el cuidado de los alimentos… Todos se van retroalimentando y reconstruyendo. Eso, para mí, es lo mejor que tiene el deporte: te invita a superarte día a día. Es un desafío”.
El zurdo, que encabeza una escuela de tenis adaptado en Armstrong, con el padrinazgo de Eduardo Schwank [14° de dobles en 2011], valora su posición y poder vivir de su pasión, pero ello no le impide ver la película completa, que le dificulta el desarrollo profesional a los jugadores que no están entre los cien primeros. “Uno tiene que ser agradecido de poder vivir de este deporte, porque es magnífica la vida que tenemos; trabajamos mucho y perdimos un montón de cosas para estar acá -observa Bagnis-. El que llegó es porque lo tiene merecido, nadie te regala nada. Pero cuando suceden algunas cosas trato de poner el grito en el cielo. Si me escucha un deportista amateur, dirá: ‘¿De qué se está quejando?’. Pero cada uno tiene que tratar de defender su situación, sobre todo para los que están detrás y para que tengan mejores condiciones los que vengan el día de mañana. Los chicos que hoy están jugando Futures [la tercera categoría profesional del tenis], por ejemplo, tienen un montón de peores condiciones e injusticas que las nuestras, los que jugamos Challengers y ATP”.
-¿En el futuro te gustaría involucrarte en la dirigencia deportiva?
-Creo que me gustaría, sí. De hecho, durante seis meses en la pandemia hice un curso de gestión deportiva, en una universidad de Rosario. Me gustó mucho y no descarto nada. Hace unos años me entusiasmaba la posibilidad de ser entrenador, pero ahora eso se fue apaciguando. No me gustan muchas cosas del circuito en sí, del ambiente. Todos los jugadores te van a decir que los viajes son cansadores y tediosos, pero hay más cosas que no me gustan. Yo soy más de campo (sonríe). O más frontal. O comparto diferentes cosas con los que están más cerca de mí. Si me preguntás cuáles son tus amigos del circuito, te voy a decir: ‘No, la verdad que no tengo amigos en el circuito’. Hay chicos con los que me llevo bárbaro y los considero grandes compañeros, compañeros de vida, porque a Guido Pella, a Trunge [Marco Trungelliti] y a Fede Delbonis hace exactamente 22 años con los que estoy jugando. En el US Open, Fede me felicitaba por pasar la qualy y yo le decía: ‘Fede, pasamos los dos la qualy, tenemos 32 años, vos vas a ser papá por tercera vez y se me pone la piel de gallina’. Y así y todo no es mi amigo, porque mis amigos los tengo afuera del tenis. Pero recuerdo todos nuestros partidos desde chico y eso es parte de lo lindo de este deporte.
El objetivo de Bagnis es terminar la temporada dentro de los mejores 80 del mundo, ranking que le permitiría entrar directamente en 2023 en los cuadros principales de los ATP de Sudamérica (Córdoba, Buenos Aires, Río y Chile), Indian Wells y Miami
-¿Más adelante te pondrías a organizar torneos de tenis?
-No sé. No me gusta ir a vender un producto, pero la parte dirigencial del deporte me gusta mucho. La capacitación es todo y si tengo las herramientas, me gustaría hacer algo. Argentina es un país muy rico en todo sentido y en el deporte es impresionantemente rico. En todos los deportes más populares del mundo somos potencia o peleamos por los primeros puestos y no tenemos las plataformas y las estructuras para estar donde estamos. Entonces, se hace todo a pulmón, con mucho esfuerzo. Uno se pregunta: ‘Che, ¿qué pasaría si estuviéramos un poquito mejor?’. Cuando hablo de esto es sin pretender ser potencia mundial del tenis, como es Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Australia, con otro presupuesto, pero sí mejorar las condiciones.
-¿Te detenés en la vida política del país?
-Si, claro, la veo y me duele muchísimo, muchísimo. De los 18 años que viajo y cada vez que te vas afuera, desde lejos, tenés una perspectiva diferente de Argentina y me pasa que la veo cada vez peor. Y cuando me fui por la pandemia, en el 2020, que nos instalamos en Europa para poder entrenar y jugar, fue el año en el que dije: ‘Ahora lo veo feo, feo’. Cuando a uno le preguntan cómo está Argentina nunca fui de exagerar, de decir que es toda una catástrofe o que nos vamos a convertir en…, no. Pero ahora lo veo feo. No hay que perder las esperanzas, pero a uno le duele la situación por la que está pasando la mayoría de las personas. Me duele por lo rico que es nuestro país y que se esté dañando la situación.
Así como no tiene limitaciones para levantar la mano y manifestar públicamente su desacuerdo con distintas características del tour, Bagnis, en su momento, fue uno de los jugadores que defendió la actitud de Trungelliti [actual 238°], que, en 2019, en LA NACION, confesó haber rechazado un intento de soborno y fue hostigado por algunos colegas por haber hecho la denuncia a la -por entonces- Unidad de Integridad del Tenis (TIU).
“En aquel momento fue durísimo para Marco. Tuvimos varias charlas y lo que más me dolió fue la manera en la que se tuvo que exponer y que nadie lo protegiera, además de lo que se le vino después, que no se lo esperaba [las recriminaciones de cierto sector del tenis]. Lo más doloroso fue lo mal que se sentía, teniendo que continuar con su trabajo, porque nosotros vivimos de esto. Creo que hoy lo pudo superar un poco más. Lo veo y lo escucho mucho mejor. También está en otra etapa de la vida, también va a ser papá, lo felicité a él y a Nadir, su mujer. Por suerte va tomando un color mejor, porque en ese momento fue feo. Tuvo mucho coraje. En ese momento las entidades a las que él respondió como correspondía nunca lo ayudaron ni lo protegieron. Y él hizo la denuncia con una perspectiva, diciendo: ‘Voy a hacer algo bueno, me van a aplaudir por esto’, y se encontró con otra cosa. Había que estar en los pantalones de él”, recapitula Bagnis.
-Además padeció el señalamiento de algunos colegas…
-Es que por eso lo digo. Quizás sí podías esperar algún tipo de hostigamiento en las redes sociales, pero esto fue más allá. Lo correcto sería ir, saludarlo, felicitarlo. En ese momento te daba pena cómo las entidades que tienen el poder no lo protegían, desde lo humano y desde lo profesional. Me acuerdo de él diciéndome que tenía que reunirse con la TIU y que al otro día tenía que jugar, lo cual era imposible esperar algo bueno con la exigencia que el circuito tiene. Hoy lo veo mucho mejor. ¿Si podrá ser Top 100? Ojalá. En el tenis podés hacer ese clic mental en cualquier momento y alcanzás el objetivo. Después lo debés acompañar con el tenis, que en su caso lo tiene de sobra. El físico es lo que está padeciendo más. Ojalá se le pueda dar.
-¿Cómo está hoy la situación con los arreglos y las apuestas en el circuito?
-No te lo sabría decir porque no estoy tan informado. Me parece que sí, por lo que escucho, se ve más que nada en la etapa de Futures, que es donde más limitaciones hay. Siempre cuando perdemos sufrimos hostigamiento en las redes, pero no te sé decir si la situación ha mejorado o no. Yo fui uno de los que marcaron el error cuando hicieron el Transition Tour [un nuevo formato con el que la Federación Internacional intentó reestructurar el ranking en 2019 y no funcionó]. Dijeron que sería beneficioso y que se iban a eliminar las apuestas, pero a los seis meses lo tuvieron que sacar porque era un desastre, dejaron a un montón de gente en la calle, a un montón de chicos que tenían un punto de ATP y les resultaba imposible jugar. Y esos chicos tenían a sus entrenadores, que cobraban un sueldo. Pero el show continúa y nadie se acuerda de eso. A mí, eso me duele, como otras injusticias, como el ranking congelado por la pandemia, por ejemplo. Millones de jugadores salieron beneficiados y otros millones salieron perjudicados. Son cosas que quedan atrás y que el tiempo las va borrando, pero duelen. Son cosas que me dan ganas de acercarme a la dirigencia deportiva para tratar de mejorar.
-Supongamos que mañana tenés una función importante en el circuito. ¿Cuáles serían tus primeras medias?
-En 2020 viví el momento en el que (Novak) Djokovic creó la nueva asociación [Professional Tennis Players Association] y la ATP fue terriblemente agresiva con nosotros para que no nos unamos. Hoy, el presidente de la ATP [Andrea Gaudenzi], no tiene relación con los jugadores, al menos con los que no están dentro de los primeros 20. Le preguntás a cualquier jugador que está por ahí y hasta te dirán que ha tenido malas maneras de expresarse. Lo cruzo por al lado y no me saluda, ni sabe quién soy; no estoy pretendiendo que se tome un café conmigo todos los días, pero simplemente un saludo. Al menos los empleados de la ATP, como los tour manager, ponen el oído, piden disculpas o agradecen. La llegada que ellos puedan tener…, no la sé. Yo estoy agradecido con lo que hizo Djokovic. Los jugadores tenemos que tener una especie de sindicato encargado de hablar con la ATP. La federación que creó Djokovic sigue vigente, se está trabajando porque es nueva, es algo que da miedo y todavía no tiene mucha fuerza. Pero yo lo vi a él súper involucrado en el torneo de Roma, en un meeting durante dos horas y media, que no era obligatorio y él al otro día jugaba. La gente no tiene la posibilidad de ver eso, pero yo sí y me saco el sombrero.
El triunfo de Bagnis ante Murray, este año en Melbourne:
-¿Djokovic sí se puso en el lugar de los jugadores con más limitaciones?
-Sí, sin dudas. Se está poniendo en la piel de los jugadores que tienen limitaciones económicas y que más relegados pueden estar. Después tiene un montón de errores y quizás no es el más favorito del público, pero yo no soy fan, soy parte del circuito y a él le estoy muy agradecido. Tiene desprolijidades porque hace. Vos lo vas a ver equivocándose, si, pero porque hace. Fue el que ayudó durante los incendios de Australia, fue el que propuso que se ayudara a los jugadores fuera del Top 100 durante la pandemia… El que no quiera participar está en todo su derecho. Pero esa es la cuestión de compartir el deporte: es dar y recibir. Porque entonces cada uno va con su equipito, cada uno gana, pierde, yo gano más plata, vos menos y chau… Está costando cambiar esa brecha de que sólo los primeros cien vivan de este deporte. ¿Cuánto hace que lo escuchamos? Un montón de años. Entonces hay una dificultad.
-¿Qué opinás sobre la decisión de Djokovic de no vacunarse contra el Covid-19, con las limitaciones que eso le generó para competir?
-No comparto su decisión de no vacunarse. Pero respeto cómo la sostiene. Yo me crié con una enfermera especialista en vacunación [su madre, María Fabiana], entonces es como que me hablás de una vacuna y te digo que sí. Hasta en un momento aprendí a vacunarme solo. ¿Por qué hacemos esta nota sin barbijo? Porque mejoramos terriblemente por la vacuna, pero hay que respetar su decisión.
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