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Emma Raducanu, campeona multicultural del US Open: la marca que la hace inigualable y el mensaje que le dejó la reina Isabel
La británica consiguió un récord histórico tanto en el tenis femenino como masculino; un soplo de aire que renueva el circuito femenino
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Acaso no haya ningún escenario mejor para asombrar al mundo que brillar en la ciudad que nunca duerme. “Haré un nuevo gran comienzo en la vieja Nueva York/Y si puedo lograrlo allí, podré hacerlo en cualquier lugar/Depende de vos, Nueva York, Nueva York”, canta Frank Sinatra desde la inmortalidad. Y en el estadio de tenis más grande del mundo, Emma Raducanu, de frescos 18 años, luce su sonrisa más amplia, copa en mano, ovacionada por más de 23.000 personas en las tribunas, única en su coronación como nueva reina del Abierto de los Estados Unidos.
El logro de Raducanu entra en los libros porque suma nuevas marcas y vulnera récords. La adolescente británica hizo historia al ser la primera jugadora entrada desde la clasificación en consagrarse campeona en un Grand Slam, un logro inédito tanto en el tour femenino como en el masculino. Y más notable aún, lo hizo sin ceder ni un set a lo largo de los diez encuentros que redondeó en la Gran Manzana; ninguna de sus rivales consiguió forzar al menos un tie-break. Tampoco lo logró Leylah Fernandez, la otra protagonista de una gran final, a la que superó por 6-4 y 6-3 en poco menos de dos horas de juego.
Lo mejor de la final
Su primer trofeo de WTA es también su primer Grand Slam; su único festejo previo era un humilde ITF en Pune, India, en 2019, por el que había ganado 3935 dólares. La victoria en Flushing Meadows le reportó un ingreso de 2.500.000 dólares, ocho veces más de todo lo que había logrado por ganancias oficiales hasta aquí (US$303.376). Es la primera campeona británica en un Grand Slam en 44 años, con Virginia Wade ganadora en Wimbledon 1977 como último antecedente, y la vencedora más joven de un grande desde que Maria Sharapova -con 17 años- se impuso en el All England en 2004. También la segunda mujer en la Era Abierta (desde 1968) en llegar a una final de Grand Slam en apenas su segunda participación, desde Pam Shriver en el US Open 1978.
Tan trascendente es su victoria para Gran Bretaña que la reina Isabel no dudó en saludarla. “Le envío mis felicitaciones en el Abierto de los Estados Unidos. Es un logro notable a una edad tan temprana y es testimonio de su arduo trabajo y dedicación. No tengo ninguna duda de que su destacada actuación, y la de su rival Leylah Fernández, inspirarán a la próxima generación de tenistas”.
La ceremonia de premiación
Nacida en Toronto, y mudada a Bromley, en el sur de Londres, cuando tenía dos años, Raducanu comenzó a jugar al tenis a los 5 y es otra exponente de la fusión multicultural que se ha forjado en el ya de por sí cosmopolita universo de las raquetas. Su padre es de origen rumano, y su madre, de China, de allí sus rasgos orientales. “Ella me inculcó desde muy joven el trabajo duro y la disciplina. Cuando era más chica me inspiraba en Li Na (la primera gran figura del tenis chino)”, contó. “La calma y la fuerza mental provienen de mi educación. Mis padres me enseñaron desde muy joven que debía tener una actitud positiva en la cancha, y es algo que he seguido hasta ahora”. Ian y Renee, sus progenitores, no pudieron acompañarla en Nueva York porque, pandemia mediante, necesitaban un permiso especial para viajar, con una aprobación que demoraría al menos dos semanas.
Hace poco más de dos meses, había aprobado los exámenes de matemáticas en el Newstead Wood School, última prueba antes de entrar como invitada especial a Wimbledon como la 338ª del ranking. En el césped británico dio un aviso de lo que podía suceder, al trepar hasta los octavos de final. No la pasó bien en su despedida allí, porque debió retirarse cuando estaba perdiendo por 6-4 y 3-0 con Alja Tomljanovic, por problemas respiratorios. Se recuperó y volvió a jugar en agosto, y se preparó para la cita en Nueva York por debajo del radar, en dos torneos menores, con cuartos de final en un ITF (similar a los challengers de varones) en Landisville, Pensilvania, y una final en el WTA 125 de Chicago, antes de disputar la previa del US Open. En el cuadro principal, derrotó a rivales mucho más encumbradas, incluidas la suiza -y campeona olímpica- Belinda Bencic y la griega Maria Sakkari, antes de firmar la epopeya ante Leylah Fernandez.
En una final entre dos novatas, la definición más joven del US Open femenino desde 1999, había que esperar de qué lado de la balanza pesarían más los nervios y la tensión. La determinación y jerarquía que llevó a ambas juveniles a la final debía conjugarse con la nula experiencia en una finalísima, con el pasaporte a la gloria en juego. En ese juego pesó más la consistencia de Emmita Raducanu. Parejos los números en winners y errores, la británica desequilibró en la capacidad para machacar sobre el saque rival; en definitiva, consiguió 4 quiebres sobre 18 break-points generados, el doble que su rival (2/9). A Raducanu ni siquiera la alteró un corte en la rodilla izquierda, que sufrió durante una caída al intentar devolver una pelota y por el que debió recibir atención médica, en el último game del cotejo, que en definitiva selló con un ace.
“Desde el principio sabía que iba a ser un partido muy difícil, porque Leylah ha jugado un tenis increíble, venció a varias Top 10 esta semana. Sabía que realmente tendría que hacer mi mejor juego, así que solo estaba tratando de concentrarme lo más posible en un punto a la vez. Hubo algunos intercambios realmente muy buenos. Estoy orgullosa de cómo logré mantenerme y salir adelante al final. Espero que juguemos muchos más torneos y ojalá también finales. Creo que el futuro del tenis femenino es muy bueno, está todo muy abierto, cualquier jugadora puede ganar”, destacó la nueva campeona.
Del otro lado, Fernandez expresó: “Será algo difícil de recuperarme, pero estoy muy orgullosa de mí misma y de cómo he jugado estas dos semanas. Espero volver a jugar una final aquí y quedarme con el trofeo correcto. Sé que es un día difícil para Nueva York y para todos en los Estados Unidos, y solo quiero decir que ojalá pueda ser tan fuerte y resiliente, como lo ha sido Nueva York en los últimos 20 años”, en una referencia al vigésimo aniversario a los atentados a las Torres Gemelas, que se conmemoraron ayer en emotivas ceremonias.
“No esperaba en absoluto todo esto. Tenía un vuelo reservado al terminar la qualy. Todo esto es una locura”, había admitido Raducanu con sinceridad después de ganar la semifinal. Entrenada por Andrew Richardson, es una de las apuestas del programa de desarrollo de la Federación Británica (LTA). Las casi tres semanas de ensueño en Manhattan la llevarán a un salto tremendo en los rankings, desde el 150º al 24º, desde los modestos ITF a jugar todos los grandes torneos y ser, por supuesto, centro de todas las miradas. Este US Open espectacular por donde se lo mire pudo disfrutar de un nuevo rostro vencedor, un soplo de aire fresco para un tenis femenino que tiene mucho para celebrar.
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