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El último baile de Roger Federer, cada vez más cerca: ¿está el tenis preparado para el final?
El suizo construyó su mágica carrera provocando una sensación de perpetuidad y atravesó generaciones, pero a los 40 años está ante el mayor desafío por una lesión de rodilla
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El tenis deberá aprender a vivir sin Roger Federer. Hay que digerirlo.
Aunque sabíamos que el paso del tiempo no perdona a nadie, el suizo construyó una obra de arte (su carrera deportiva) provocando una sensación de perpetuidad, de desarrollo sin fecha de vencimiento. Atravesó generaciones. Jugó frente a Sampras y Agassi. Superó a los de su camada. Luchó por los mismos objetivos contra -los más jóvenes- Nadal, Djokovic y Murray. Se midió ante jugadores nacidos en los 90 e, inclusive, en los 2000. Siempre estuvo.
Desafió al reloj todo el tiempo. Eventualmente, padeció molestias de espalda o se debilitó por una mononucleosis, pero -hasta que en 2016 las rodillas lo empezaron a traicionar- nada demasiado severo como para encender alarmas. Federer moldeó su leyenda en el tenis con un cuerpo en armonía, con un rítmico juego de pies que lo hizo lucir como si fuera un bailarín clásico empuñando una raqueta. Con los años, pese a tanta gloria, siguió perfeccionando golpes, buscando soluciones a los flamantes obstáculos. “Es único. El mejor jugador de todos los tiempos en términos de estética y por la gracia que tiene en la cancha”, ilustró alguna vez el talentoso francés Richard Gasquet, 7° en 2007 y contemporáneo de Roger.
La vigencia tomó de la mano a Federer y lo acompañó a obtener marcas de permanencia en el tour. Siempre compitió simulando no sudar o haciendo poco esfuerzo. En realidad, ese efecto visual lo generó su estupenda capacidad de anticipación que le permitió economizar esfuerzos y desplazarse con facilidad, aprovechando la fuerza del rival. Con una “técnica académica”, como lo describió Paul Dorochenko, su preparador físico durante tres años. Federer jugó en puntas de pie, con flexibilidad y simpatía. Por todo ello, resulta muy difícil acostumbrarse a una versión tan endeble del ganador de 20 trofeos grandes. La temporada 2021, con apenas 13 partidos disputados (9 victorias, 4 derrotas, sin títulos), fue una dolorosa desilusión. Su cuerpo, en el año que cumplió 40, no le permitió hacer más. Y el futuro no es alentador.
Federer, que en 2020 -durante la primera ola de la pandemia- se había sometido a dos cirugías de rodilla derecha, volvió a competir en marzo pasado en el ATP de Doha y jugó su último partido el 7 de julio, en Wimbledon, sobre el césped británico que dominó como nadie. En el Centre Court del All England cayó en los cuartos de final ante el polaco Hubert Hurkacz por 6-3, 7-6 (7-4) y 6-0. Su despedida fue melancólica, con la sensación de que pudo haberse tratado de su última vez allí en actividad. Luego, el 15 de agosto, anunció que debía ingresar nuevamente en un quirófano por los daños en la rodilla (lesión en el menisco medial derecho) y que estaría un tiempo “en muletas”. Desde entonces, está involucrado en una larga rehabilitación.
El próximo 17 de enero comenzará el Abierto de Australia, el Grand Slam que Federer ganó en seis oportunidades (la primera en 2004, la última en 2018) y el exnúmero 1 del mundo no estará allí, disfrutando de Melbourne junto con su familia. “La verdad es que me sorprendería muchísimo jugar a Wimbledon”, confesó, inclusive, a mediados de noviembre, durante una entrevista con el diario Tribune de Genève, realizada por el periodista y ex tenista suizo Mathieu Aeschmann. En los últimos días la marca que lo viste posteó una foto del actual número 16 del ranking en un gimnasio. “¡Estamos contentos de ver a @rogerfederer de vuelta entrenando!”, fue el mensaje publicado por la firma textil japonesa.
We’re glad to see @rogerfederer back to training 💪with his signature RF cap🧢
— UNIQLO_Ambassadors (@UQAmbassadors) December 17, 2021
We also want to wish everyone a happy Holiday season✨ Perhaps this red cap can be a last minute gift to your loved ones🎁
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“Según los médicos, podré volver a correr tranquilamente en enero y, por lo tanto, regresaré lentamente a un court (…) Luego, el regreso a un entrenamiento de tenis, con pasos seguidos y apoyos complejos, será para marzo o abril. Entonces será necesario reconstruir toda la condición física específica de la complejidad del tenis y la intensidad del altísimo nivel. Hoy, por tanto, considero mi regreso a la competición para el verano (europeo) de 2022 (…) ¿Volveré para una pequeña gira o para algo más grande? Nadie lo sabe, ni los médicos ni yo. Pero estoy luchando por ello”, fue lo que aportó Federer en aquel reportaje brindado hace aproximadamente un mes y medio. Los próximos pasos serán fundamentales.
El alemán Boris Becker, uno de los ídolos de Federer durante su infancia, en estas horas colocó sobre la mesa un sentimiento pesimista que muchos comparten con miras al futuro. En el podcast de la cadena Eurosport Alemania, el exnúmero 1 expresó: “Creo que Nadal y Federer son dos leyendas del tenis, pero ahora tenemos que pensar seriamente cuánto más podremos llamarlos jugadores. Con Rafa [estuvo cuatro meses inactivo por una lesión en el pie izquierdo] será un poco más fácil que con Roger. No hay mayor fan de Roger que yo, pero no sé lo fácil que será otro regreso después de una operación de rodilla a sus casi 41 años”.
Federer es el tenista más venerado de todos los tiempos. Hace algunos días fue elegido como el “Favorito de los Aficionados” en los Premios ATP por ¡19° año consecutivo! Al margen, el ganador de 103 títulos es consciente de que se encuentra frente al mayor desafío de su carrera. Sueña con una última final de Grand Slam, aunque es realista y sabe que ello sería casi milagroso. “Pero en el deporte, los milagros existen”, aseveró, con fuego en la mirada.
Muchas veces se lo dio por retirado a Federer y luego tapó bocas con presentaciones artísticas y resultados cinematográficos. Pero esta vez el final está más cerca que nunca. Es así. Algunos sospechan que podría jugar un tiempo más a partir del segundo semestre (ya con 41 años) en forma oficial y, luego, pasar a realizar una suerte de gira de despedida -en modo de exhibición- por distintos sitios del mundo, entre ellos Sudamérica. Pero son sólo especulaciones.
En su momento, la NBA siguió latiendo sin Michael Jordan. La pelota de fútbol continuó rodando sin Maradona ni Pelé. Y el boxeo pudo seguir vibrando sin Muhammad Ali. El tenis -como deporte, espectáculo, mercado- tendrá que seguir viviendo sin Federer. Claro que el desafío de vivir sin su máxima figura de las últimas dos décadas no será nada sencillo para nadie: fanáticos, instituciones, organizadores de torneos, patrocinadores… Habrá un antes y un después de Federer, de su poder de convocatoria, de su figura magnética, de su elegante magia en los courts. También se producirá un hueco muy valioso en el tenis sin Nadal ni Djokovic, obviamente. Los artistas de la nueva camada tienen mucho talento, pero por ahora carecen del carisma y del espíritu que ostentan las piezas del Big 3. Eso es innegable.
El último baile de Federer está cada vez más cerca. ¿Cuándo será? ¿En 2022? Es una incógnita. Pero habrá que aceptarlo de una vez, aunque cueste digerirlo.
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