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El tenista que sufrió el origen de la leyenda de Rafael Nadal en Roland Garros y hoy es radiólogo
Lars Burgsmüller fue el primer derrotado por el español en el Abierto de Francia, en 2005; a los 45 años, mientras el Matador suma 101 victorias, el alemán trabaja en un hospital de Essen; “Hoy mi vida es bastante diferente”, le contó a LA NACION y recordó su paso por la Argentina
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En un hospital de Essen, bulliciosa ciudad alemana del estado de Renania del Norte-Westfalia, probablemente nadie sepa que uno de los radiólogos que allí ejerce en tiempos de pandemia fue la primera víctima de Rafael Nadal en Roland Garros.
Lars Burgsmüller tenía 29 años el 23 de mayo de 2005. Era 96° del ranking mundial de tenis, ya había logrado su mejor posición histórica [65°, en 2002] y, también, su único título ATP, en un torneo bajo techo de Copenhague. YouTube tenía solamente tres meses de vida, el Papa Juan Pablo II había fallecido hacía un mes y medio, y George W. Bush era presidente de los Estados Unidos.
Nadal, que no había podido debutar en el Abierto de Francia en 2004 por una lesión en el escafoides del pie izquierdo, desembarcó un año después en París con la fiereza de una bestia hambrienta. Los títulos de esos meses en Costa do Sauipe, Acapulco, Montecarlo, Barcelona y Roma [además de una final perdida en Miami con Roger Federer, por entonces 1°], provocaron una expectativa gigantesca alrededor del español, que en diez días cumpliría 19 años.
Antes de competir en el main draw parisiense por quinta vez en su carrera, Burgsmüller sabía que se enfrentaría con una raqueta peligrosa; de hecho, en marzo de 2004, ya había padecido ese fuego en Indian Wells [Rafa, siendo 36°, había triunfado por 6-2 y 6-3]. Sin embargo, el jugador nacido en Mulheim confiaba en su gestión de las emociones. Aquel lunes, el Court 1 del Bois de Boulogne, popularmente conocido como la Plaza de Toros por su formato cilíndrico [y demolido en 2020 por las obras de renovación del complejo], unos 3700 espectadores poblaron las butacas. La atención estaba sobre el muchacho de musculosa verde y pantalón blanco estilo pescador.
“Sabía que Nadal era un jugador joven y talentoso. Ya lo había comprobado la primera vez que jugué contra él: allí me di cuenta de que cuando uno pensaba que había ganado el punto, él hallaba la forma de llegar a la pelota y responder. Pero en ese momento, en París, estaba concentrado en mí mismo. Pensé que tendría mi oportunidad”, rememora Burgsmüller, en comunicación con LA NACION desde Duisburgo, a unos treinta kilómetros de Düsseldorf, donde vive junto con su esposa y tres hijos, Mika (11 años), Jonas (9) y Nicolas (5).
“Hoy mi vida es bastante diferente a la de un tenista, pero me gusta mucho”, añade. Médico en medio de un brote de coronavirus que afecta al mundo, una situación difícil de imaginar cuando recorría el tour empuñando una raqueta. “Cuando era chico y fui a la escuela pensé en convertirme en médico. Cuando terminé mi carrera, en 2008, no quería viajar más, así que pensé: intentémoslo”, apunta. ¿Qué intentó? Estudiar. Fue a la facultad de medicina y se recibió. Hoy también trata a pacientes con cáncer. ¿Tiene temor por ser personal de salud en medio del contexto actual? “Al principio estaba preocupado, pero tenía que hacer mi trabajo y nos acostumbramos”, afirma.
En aquella jornada de 2005, finalmente, Nadal se impuso en una hora y 45 minutos, por 6-1, 7-6 (7-4) y 6-1. No enfrentó con puntos de quiebre en contra, anotó cinco aces, logró el 88% de puntos disputados con el primer servicio, le rompió el saque cuatro veces al rival y conectó 38 winners. Fue la primera victoria de las 101 que el mallorquín ostenta sobre el polvo de ladrillo del Bois de Boulogne [la última, ayer, frente al australiano Alexei Popyrin por 6-3, 6-2 y 7-6 (7-3), en 2h23m].
“Perdí. En ese momento no quedé contento con mi juego”, recapitula Burgsmüller, a la distancia. “No fue directamente después de mi partido, pero en los años siguientes ya me di cuenta de que Nadal sería muy grande”, agrega el germano que hoy, en esa misma plataforma de videos que por entonces daba sus primeros pasos, puede revivir completo el partido frente a Rafa. “Acabo de ver algunos puntos…”, dice, tras otra jornada laboral en el hospital.
El último partido profesional de Burgsmüller fue en 2008, en la primera ronda de la clasificación de ‘s-Hertogenbosch [cayó con el sueco Robert Lindstedt en tres sets]. Diestro, con revés de dos manos y de 1,83 metro de altura, se dio el gusto de jugar ante los otros integrantes del Big 3: Roger Federer y Novak Djokovic. Frente al suizo, en la 1ª ronda del US Open 2001 y en la 2ª rueda del Australian Open [caída del alemán en tres sets en ambos desafíos]. Y contra el serbio fue en 2004, en la final del Challenger de Aachen, Alemania. Nole tenía 17 años, era 242° del ranking y se impuso por 6-4, 3-6 y 6-4. Fue el segundo título Challenger del balcánico; en mayo había ganado en Budapest.
#TBT to this week in 2004, when a 17-year-old @DjokerNole won his second #ATPChallenger title in Aachen (GER), beginning his ascent to No. 1 pic.twitter.com/TmyZsQ66vJ
— ATP Challenger Tour (@ATPChallenger) November 3, 2016
“¿Cuál es el mejor de los tres? Cada uno tiene su propia fortaleza. Todos ellos son muy buenos y yo estoy feliz de haber jugado contra ellos y ser parte de esta era”, se limita a comentar, sin decidirse por uno en particular.
Como jugador, Burgsmüller tuvo conexión con el tenis argentino. En febrero de 2003 fue una de las piezas del equipo alemán de la Copa Davis que visitó Buenos Aires y cayó 5-0 ante el conjunto nacional que capitaneaba Gustavo Luza, por la 1ª ronda del Grupo Mundial, en el Monumentalito, un escenario montado especialmente al lado de la cancha de River. Burgsmüller perdió el segundo y quinto punto: ante David Nalbandian y Gastón Gaudio, respectivamente. “Fue un sentimiento especial porque era mi primera Copa Davis. El ambiente en la cancha era increíble, la multitud era ruidosa, pero desafortunadamente no fue bueno para el equipo alemán”, recuerda.
En febrero de 2005, siendo el 95° del mundo, jugó el ATP porteño [ganado por Gaudio] y, tras vencer al italiano Filippo Volandri en su presentación, cayó con Mariano Puerta en los 8vos de final. Además, la pasó mal frente a Guillermo Cañas, contra quien perdió la final del torneo de Shanghai, en octubre de 2004. Pero con Willy tuvo un vínculo más amplio: durante un período compartió el mismo manager, Dirk Hordorff, y varias veces practicaron juntos.
Cañas, radicado y trabajando con su academia en Miami, recordó a Burgsmüller, ante LA NACION: “Con Lars y Rainer Schuettler [5° en 2004] tuve mucha relación. A Rainer lo veo de vez en cuando, pero a Lars le había perdido el rastro. Es buena persona, tuvimos una amistad. Era un jugador sólido de base, no tenía un gran saque, devolvía bien, con buen revés, sólido. Jugaba mejor en cemento que en polvo de ladrillo. Era un jugador duro, firme, que jugaba rápido y luchaba. Lo recuerdo como una persona muy tranquila”.
Ya retirado, volvió a visitar París, pero todavía no regresó al club de Roland Garros. Hoy, a los 45 años, el vínculo de Burgsmüller con el tenis es, más que nada, sentimental. “Sólo juego un poco con mi familia, con mi esposa y con mis hijos”, narra. ¿Sus hijos conocen su pasado como deportista de alto rendimiento? “Están interesados en mi vida anterior, sí. Vieron algunos de mis partidos de tenis en video, hicieron preguntas y buscaron en Internet. Les hablo de los viajes, de los diferentes países y de las horas de práctica que tuve”, aporta, calmo, antes de cenar e ir a descansar.
Mañana será otro día arduo: recorrerá los 23 kilómetros desde Duisburgo a Essen para trabajar en el hospital. Mientras tanto, en el Abierto francés, en la que parece otra vida, Nadal sigue dejando su huella.
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