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El tenis de Canadá y su secreto del éxito: inmigrantes, trabajo y un poco de azar
Los cuatro jinetes del tenis cabalgaron, dominantes, durante años. Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Australia, organizadores de los Grand Slam, conquistaron el mundo de las raquetas. Recién con Ion Tiriac e Illie Nastase, Rumania fue el primer país "no tradicional" en irrumpir, alcanzando tres finales de Copa Davis (1969, 1971 y 1972; todas perdidas ante EE.UU.). Más tarde fue el tiempo de Suecia. También de Alemania, de España, de Serbia. De la Argentina. El tenis funciona por ciclos y, muchas veces, no tiene explicación lógica. Canadá, un país con 37 millones de habitantes que vibra por el hockey sobre hielo, el básquetbol y el fútbol canadiense –con reglas similares al americano–, atraviesa por un momento de romance tenístico fenomenal. Denis Shapovalov (20 años; 20º del mundo), Félix Auger-Aliassime (una joya de 18; 30º del circuito), Bianca Andreescu (18; 23º de WTA y última campeona de Indian Wells) y Leylah Fernández (16; Top 10 junior y finalista del último Abierto de Australia) son diamantes que llevan a creer que en esa enorme porción de América del Norte poseen el secreto del éxito, el brebaje de la eficacia eterna en los courts. Sin embargo, no es tan así; ello es parte de varios factores. Tennis Canada, una asociación fundada en 1890, ostenta recursos millonarios que invierten en su Centro Nacional de Montreal, en torneos (la Rogers Cup, de categoría Masters 1000 en ATP y Premier 5 en WTA) y en jugadores jóvenes, pero contó con el azar del resultado rápido de lo planificado. Es más: los cuatro jugadores provienen de orígenes geográficos distintos y no fueron "descubiertos" por ningún programa de detección de talentos. Sí fueron acompañados luego, sostenidos por una estructura organizada.
Canadá tiene una política de Estado amigable para los inmigrantes y, por lo general, otorga facilidades que otras naciones no. Shapovalov, de padres rusos, nació en Israel, pero desde que tenía 9 meses se radicó en Toronto. Su madre, Tessa, fue tenista y la primera en entrenarlo. No recibió colaboración económica hasta que comenzó a lograr resultados trascendentes, ya que Tennis Canada tiene reglas estrictas y si el jugador no creció con su método y sus entrenadores, difícilmente proporcionará ayuda. Marie, la madre de Auger-Aliassime (el primer jugador nacido en el nuevo milenio en sacar puntos ATP y semifinalista en Miami este año), es una docente nacida en Quebec (región francófona) que conoció a un entrenador de tenis llamado Sam Aliassime en su país africano de origen, Togo (independizado de Francia en 1960); formaron una familia y se radicaron en Ancienne-Lorette, un suburbio de Quebec. Sam empezó entrenando a su hijo, pero como el talento del niño era tan evidente fue lo suficientemente astuto para cederle la supervisión deportiva a Tennis Canada. Andreescu nació en Mississauga (Ontario), pero pronto se mudó al país de sus padres, Rumania. Allí empuñó una raqueta y se desarrolló hasta los 11 años, cuando toda la familia se instaló en Toronto. Al poco tiempo se unió al programa nacional. La madre de Leylah Fernández, asimismo, es filipina y, el padre, ecuatoriano; la joven nació en Montreal, jugó al fútbol desde los cinco años, pero a los 10 conoció el tenis y hoy sueña con ser la Nº 1 del mundo. Su padre la entrena en Montreal y Deerfield Beach, en la Florida estadounidense; está fuera del programa nacional ya que, al igual que con Shapovalov al principio de su carrera, el sistema no acepta a aquellos que se desarrollan con otros métodos.
El Centro Nacional canadiense fue creado en 2007 y al mando designaron al francés Louis Borfiga, que había dirigido un programa similar, enfocado en jugadores de 13 a 17 años, en la valiosa escuela de la Federación Francesa de Tenis. Por la sabia mirada de Borfiga habían pasado, entre otros, Jo-Wilfried Tsonga, Gael Monfils y Gilles Simon. Desde hace doce años, Tennis Canada, que además del Centro Nacional posee cuatro sitios de entrenamiento regionales, gasta mucho dinero para que cada jugador incluido en el programa (no más de 12 por vez) viaje, compita y se desarrolle (unos US$ 150.000 al año por cada uno). "Lo que la asociación ha hecho muy bien es ayudar a los jugadores durante su transición al profesionalismo. Esto fue particularmente bueno con Milos Raonic [también inmigrante, nacido en Montenegro] y Vasek Pospisil [de origen checo], quienes tenían 16 o 17 años cuando se los incluyó en el programa. Les dieron entrenadores de primera y apoyo. No funcionó con todos. Por ejemplo, Filip Peliwo, que tiene 25 años y ganó dos finales junior de Grand Slam en 2012 (Wimbledon y Flushing Meadows), hoy es 269º. Es decir que puedes gastar mucho dinero pero no te garantiza el éxito. No hay una fórmula secreta para la llegada de tres grandes tenistas jóvenes al mismo tiempo, como hoy", detalla Stephanie Myles, periodista canadiense con 20 años de experiencia y mirada periférica.
[R][R] @felixtennispic.twitter.com/NsiLVJLEX7&— Canadiens Montréal (@CanadiensMTL) April 3, 2019
"Las finales de Wimbledon alcanzadas por Raonic [hoy, 16º] y Eugenie Bouchard [81º] en 2016 y 2014, respectivamente, fueron un buen incentivo para que más chicos jugaran tenis en Canadá, donde no es un deporte tan importante. Pero Félix, Bianca y Denis han recibido una increíble cobertura mediática y son muy conocidos [pocos días después de llegar a las semifinales de Miami, Auger-Aliassime fue a ver un partido de hockey y fue ovacionado]. Algo que también sucede está vinculado a las conmociones cerebrales que se han producido en el hockey y el fútbol; algunos padres se inclinaron a que sus hijos jueguen tenis para evitar lesiones en la cabeza", aporta Tom Tebbutt, en el periodismo de tenis desde 1970 y escritor en tenniscanada.com. Según Myles, Canadá no logró capitalizar del todo los éxitos de Raonic y Bouchard, y lo traslada a los juniors: hay dos varones en el Top 50 del ranking (la Argentina tiene 3) y apenas Fernández entre las chicas. Pero cree que esta generación de jugadores carismáticos –Raonic no lo fue ni lo será– puede generar un verdadero auge.
El contagio es clave; alguna vez, eso funcionó a la perfección en Bélgica con Justine Henin y Kim Clijters. También ocurre con Shapovalov y Auger-Aliassime. "Tipos como Raonic y Daniel Nestor [1º en dobles en 2002] nos inspiraron. Fue como una bola de nieve. Con Félix hemos competido entre nosotros desde chicos, nos incentivamos con el resultado del otro, nos deseamos lo mejor. Es lindo tener esa rivalidad", asume Shapovalov. El país de bandera roja y blanca con hoja de arce en el centro, que tiene una gran calidad de vida más allá de la adversidad del clima (varios meses con nieve y temperaturas bajo cero), hoy parece ostentar la pócima de la felicidad en el tenis. ¿Fortuna? Bastante. ¿Trabajo y planificación a mediano y largo plazo? Especialmente, sí.
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