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El legado de Rafael Nadal: cuando la grandeza se mide más allá de los números y las rivalidades
Por encima de su 21° trofeo de Grand Slam, el ejemplo de superación y disciplina
- 9 minutos de lectura'
La grandeza no sólo se mide por los números. El legado va mucho más allá de las estadísticas o de una planilla llena de porcentajes. Las copas ayudan para juzgar en el tiempo y a poner el hecho en contexto, claro. Pero el traspaso de las emociones se alimenta con más recursos. La historia -la que trasciende, la que eriza- se construye con otros condimentos. Con pasión y convencimiento. Con corazón. Con elegancia deportiva y capacidad de competencia. Con resiliencia y dientes apretados. Con respeto y clase a la hora de ganar (y mucho más a la de trastabillar). Con palabras claras y acciones que vayan de la mano. Con disciplina.
Rafael Nadal es una leyenda del deporte desde hace años. Desde que en Rolad Garros 2005, con 19 años y dos días, ganó su primer trofeo de Grand Slam, prácticamente no detuvo la maquinaria hasta convertirse en uno de los tenistas más destacados de todos los tiempos (sino el más destacado). Fue construyendo, primero, una rivalidad extraordinaria con Roger Federer (cinco años mayor) y, luego, con Novak Djokovic. Pero en este Abierto de Australia que aún sigue latiendo varias horas después del último raquetazo, el español cruzó las puertas de la eternidad. Y no sólo por haber conquistado algo inédito, el 21° título grande, y ascendido al altar de los altares, superando la línea del suizo y del serbio. Sino por la manera en la que lo logró. Y no únicamente por la hazaña deportiva de derrotar al extraordinario jugador ruso y -sólo por ahora N° 2- Daniil Medvedev, revertir dos sets a cero y triunfar por 2-6, 6-7 (5-7), 6-4, 6-4, 7-5, en 5 horas y 24 minutos. La obra de Nadal es completa e infinita.
“No se lo digan a nadie… aquí estoy”, publicó el mallorquín en sus redes sociales el 31 de diciembre pasado, acompañado el texto con una foto suya dentro del Rod Laver Arena, el escenario más valioso del Melbourne Park. La complicidad del mensaje estaba conectada con sus últimas apariciones, mucho más vinculadas a explicar cómo acontecía la recuperación de su lesión en el pie izquierdo y la rehabilitación del contagio de Covid-19 que a cuestiones tenísticas. El exnúmero 1 (y actual 5°) padece el síndrome de Muller-Weiss, una enfermedad degenerativa que provoca una deformación de uno de los huesos situados en la parte central del pie. Detectado en 2005, fue corregido, de cierta manera, con el uso de plantillas especiales y tratamientos conservadores.
🤫 Don’t tell anyone…
— Rafa Nadal (@RafaelNadal) December 31, 2021
… here I am 😉 pic.twitter.com/x1F2BJnH3y
Pero en la temporada pasada los dolores volvieron a perturbarlo, le permitieron competir poco y nada: se perdió, entre otros eventos, Wimbledon, los Juegos Olímpicos de Tokio y el US Open. Interrumpió sus compromisos en agosto y, en septiembre, se lo vio en Barcelona caminando ayudado por bastones canadiense al someterse a un tratamiento en el pie. Y llegó a poner en duda su continuidad en el tenis profesional. Por ello, al llegar a Australia, había incertidumbre sobre cómo podría reaccionar. Y vaya cómo lo hizo.
Como calentamiento para el Grand Slam aussie que sólo había ganado en 2009 (además de perder las finales de 2012, 2014, 2017 y 2019), Rafa se anotó en el ATP 250 de Melbourne, todo funcionó de maravillas y ganó el trofeo (sin perder sets). El respiro fue breve y, en el medio, también entró en la agitación colectiva del tour por la deportación de Djokovic de Australia y la polémica por la (no) vacunación del N° 1 contra el coronavirus. Fue así como de un día para el otro, con Federer fuera de juego por su maltrecha rodilla derecha y Nole de regreso a Serbia tras su expulsión del gigante de Oceanía, al zurdo de Manacor se le abrió una oportunidad -todavía lejana- de obtener ese 21° trofeo grande que había sido esquivo, primero para Federer en Wimbledon 2019 (dos match points desperdiciados ante Djokovic en la final) y, el año pasado para Nole (con Medvedev negándole el trofeo y los cuatro Grand Slam en una misma temporada).
“No creo que mi futuro dependa de si termino ganando un Grand Slam más que Novak o que Roger. No creo que la felicidad dependa de ello”, señaló Rafa después de volar en su estreno en el Australian Open 2022, venciendo a Marcos Girón (EE.UU.) por 6-1, 6-4y 6-2.
En su camino hacia la final se mostró con autoridad y fue derrumbando rivales como castillos de naipes. Sufrió, un poco, en los cuartos de final ante el canadiense Denis Shapovalov, cuando tuvo que exigirse hasta el quinto set (6-3) tras haber ganado los dos primeros. Pero siguió convencido. Y lo que exhibió en la final ante Medvedev fue una demostración de valentía. Rafa es capaz de desmoralizar hasta al más optimista de los seres humanos, pero frente al moscovita escribió uno de sus capítulos más épicos. Sin la respuesta de sus piernas como en otros momentos, Nadal falló muchos más impactos de los habituales y padeció los tiros de rayo láser y la soberbia tenística del rival durante gran parte del match. Es más, hubo un momento bisagra en el que, estando dos sets a cero abajo, sacó 2-3 y 0-40, pero se disfrazó de escapista. De haber cedido el saque en ese juego, seguramente Nadal se hubiera marchado cabizbajo del Rod Laver Arena (con el 90% del aforo y el techo abierto).
Nadal, con 21 Grand Slam, quedó por detrás de la australiana Margaret Court (24), de la estadounidense Serena Williams (23) y de la alemana Steffi Graf (22). Con el de Australia, Rafa llegó a los 90 títulos en su carrera (Connors, 109; Federer, 103; y Lendl, 94).
Pero, se sabe, nadie compite como él. Se exprimió al máximo para obtener combustible con el tanque de reserva titilando desde hacía kilómetros. Dejó de cometer tantos errores, elevó el porcentaje de sus servicios, empezó a dominar a Medvedev con la mente, se potenció con el apoyo del público y ya con la madrugada derramada en Melbourne llegó hasta las casi cinco horas y media para triunfar, arrodillarse y llorar pensando desde dónde venía y hasta dónde llegó.
“Es mi logro más inesperado, sin duda. Y el más sorprendente creo que para todos. Para mí especialmente. Porque sé cómo llegué aquí”, sonrió Rafa, en rueda de prensa, tras liberar el estrés desplomándose en la sala de recuperación (y ante los integrantes de su equipo) y luego de haber recibido el saludo -en persona- del propio Rod Laver. “No estaba preparado físicamente para este tipo de batallas, la verdad -comentó-. No practiqué lo suficiente para estar listo. Pero ha sido muy especial. Di todo lo que tenía dentro. Estoy súper cansado en todos los sentidos. Ni siquiera puedo celebrar. Pero era el día para darlo todo, ¿no? Lo disfruté. Disfruté la pelea. Disfruté las emociones. Al final tener este trofeo conmigo significa todo hoy. No puedo estar más feliz (…) La satisfacción personal es más alta que hace años. Pero creo que me quedo más en el momento sin pensar tan lejos”.
Nadal conmueve hasta al más indiferente. Fascina hasta al más desconfiado. Y lo hace con clase. Con la misma, por ejemplo, que tuvo Federer para postear en sus redes sociales un mensaje emotivo para Rafa, pese a ser el máximo rival de su longeva carrera. “Desde mi corazón te felicito por convertirte en el primer hombre en ganar 21 títulos de Grand Slam. Un par de meses atrás estábamos bromeando sobre los dos estando en muletas. Increíble. Nunca subestimes a un gran campeón. Tu gran trabajo ético, dedicación y espíritu combatiente son una inspiración para mí y para muchos otros alrededor del mundo. Estoy orgulloso de compartir esta era contigo y honrado de cumplir el rol de empujarte a conseguir más logros. Así como tú lo hiciste para mí en los últimos 18 años. Estoy seguro de que conseguirás más triunfos a partir de ahora, pero por ahora disfruta este”.
También Djokovic, mucho más breve, escribió en redes sociales: “Felicitaciones por el título 21. Increíble logro. Impresionante siempre el espíritu de lucha que prevaleció. Medvedev lo dio todo y jugó con pasión”.
Con todas las cartas sobre la mesa y más allá de los registros, la gira australiana pareció ampliar la distancia entre Nadal y Federer con Djokovic. Será muy interesante ver cómo se reacomoda el balcánico en las próximas semanas frente a las críticas, sobre todo si vuelve a encontrar obstáculos por su rechazo a la vacuna contra el Covid-19. No quedó bien parado. Inclusive, la cadena británica BBC hizo un informe mostrando presuntas inconsistencias en el certificado de exención de vacunación del serbio, poniendo en duda la veracidad de las pruebas con las que el líder del ranking alegó haber dado positivo de coronavirus a mediados de diciembre y por las que se le había dado -al principio- la aprobación para ingresar a Australia sin estar vacunado.
“¿Si me siento el mejor jugador de todos los tiempos? No, no quiero cambiar mi punto de vista -dijo Rafa-. Por supuesto, para mí es increíble lograr otro Grand Slam en este momento de mi carrera. Sé que es un número especial, el 21. Sé lo que significa. Nunca diré que lo merezco, porque mucha gente lucha y merece. Pero realmente creo que tengo un espíritu muy positivo. Durante los últimos seis meses, realmente luché mucho para tratar de volver a la cancha (…) Me siento honrado. Me siento afortunado de lograr una cosa muy especial más en mi carrera de tenis. No me importa mucho si soy el indicado o no, o el mejor de la historia”.
“Última pregunta”, advirtieron en la sala principal de conferencias del Melbourne Park, antes de que Rafa se derrumbara allí de los calambres.
-¿Cuáles son las principales razones por las que pudiste tener este logro?
-Amor por el juego, pasión, actitud positiva y espíritu de trabajo. Y las personas adecuadas a mi lado ayudándome todos los días. Creo que eso es todo.
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