BASILEA.– Bachletten, en el extremo suroeste de la ciudad, a pocos minutos de la frontera con Francia, es un distrito residencial y de aspecto sumiso, con viviendas de no más de cuatro pisos, calles prolijas y veredas arboladas. El otoño, en esta época del año, aporta matices artísticos a cada rincón. El zoológico de Basilea, inaugurado en 1874 –el más antiguo de Suiza–, es una de las pocas atracciones del barrio. Sin embargo, hay otro polo seductor que acapara la atención, sobre todo de aquellos amantes de los deportes que no pertenecen a esa pequeña porción suiza que esquiva el ruido: el Tennis Club Old Boys, en el número 225 de la St. Galler-Ring. El centro deportivo fundado en 1927 fue el sitio donde Roger Federer, el mejor tenista de la historia según la mayoría, se formó desde chico. Es verdad que empuñó por primera vez una raqueta a los 3 o 4 años en el club de la farmacéutica Ciba, donde trabajaban sus padres (el sitio ya no existe tal como era). Sin embargo, aquella experiencia duró poco y el TCOB cobijó su talento, demonios e ilusiones hasta aproximadamente sus 14 años, cuando la familia tomó la decisión de que dejara su barrio para ingresar y perfeccionarse en el centro nacional de Ecublens, próximo a Lausana, donde aprendió a hablar en francés.
Es domingo por la mañana y el silencio invade el barrio. La puerta del Old Boys está abierta. La temperatura es baja: no más de 12 grados. Las canchas y el frontón (también de polvo de ladrillo) están mojadas tras la lluvia de la madrugada. Si no fuera por el puñado de bicicletas colocadas (sin atar) en el bicicletero del ingreso, se podría pensar que en el interior no hay nadie. No se oyen raquetazos. Aunque, apenas se atraviesa el portón, un exquisito aroma a café ingresa directo por las fosas nasales. La Vongola, una cafetería/restaurante ubicada en una lomada desde donde se pueden ver las nueve canchas, es una tentación. "No dejen de probar la Torta della Nona", estimula un cartel, en la puerta de vidrio. De inmediato, Gaetano Zarrillo, el encargado del lugar, saluda amablemente e invita a sentarse en una de las mesas. "¡Marcha un café expreso de inmediato!", vocifera, carismático. Pero la mirada se pierde en otro sitio: en un extremo del salón, una gigantografía –en blanco y negro– de Federer sacando en Wimbledon, impacta. "Home of a Legend (Hogar de una Leyenda)", reza la fotografía. "Roger ya no se entrena acá desde hace años. Pero el club tiene mucho de él y siguen visitándonos turistas", cuenta Zarrillo.
En el exterior del salón hay una terracita con mesas y sillas. Allí mismo es desde donde Robert Federer y Lynette Durand, los padres de Roger, muchas veces seguían, abochornados, las reacciones de su hijo dentro de la cancha. Es que, seguramente, el Old Boys fue el centro deportivo donde se observaron las peores reacciones de un chico súper talentoso que tenía poca paciencia y solía ser castigado por su indisciplina. "¡Déjenme solo, vayan a tomar algo!", dicen que el pequeño Roger les gritaba a sus padres. Lynette se avergonzaba muchísimo, no sólo porque no sabía cómo calmar a su hijo, sino porque ella también jugaba allí: participaba del campeonato suizo de interclubes y hasta llegó a dar alguna clase de tenis, pero nunca a Roger. "Si se comportaba de un modo inadecuado, se lo hacíamos notar y le explicábamos que nos lo hacía pasar muy mal. Siempre le decíamos: ‘Domínate, Roger, concéntrate. No se acaba el mundo por perder un partido de tenis’. Pero muchas veces no lo entendía así", relató la mamá del máximo ganador de títulos de Grand Slam (con 20) en el libro El código Federer, escrito por el periodista italiano Stefano Semeraro.
En esas mismas canchas de, paradójicamente, superficie lenta (la menos dominada por Federer durante su brillante carrera), el suizo tenía un compinche con el que seguiría creciendo hasta llegar al profesionalismo: Marco Chiudinelli, quien alcanzaría el puesto 52º de ATP en 2010. La familia Federer vivía en Wasserhaus, un barrio de Münchenstein, una comuna del cantón de Basilea-Campiña. Y la familia Chiudinelli residía en Pappelweg, a pocas cuadras de distancia. Ambos son los mayores referentes del Old Boys y en la pizarra donde los socios se anotan para jugar, en lugar de las canchas número 3 y 4 figura "Roger Federer Center Court" y "Marco Chiudinelli Court". En el club, Federer llegó a vender boletos de la lotería para recaudar fondos para los torneos internos. Tuvo, además, muy buenos maestros. Madeleine Barlocher, que dirigía el programa junior y siempre recuerda que una vez el pequeño y osado Roger le dijo que ganaría Wimbledon. Adolf Kacovsky, responsable del entrenamiento de alto rendimiento, quien confesó: "Nunca tenía que repetirle nada. Absorbía al vuelo lo que le decía". Y, claro, Peter Carter, quien sucedió a Kacovsky y fue una gran referencia para Federer. Australiano, falleció en 2002 en un accidente automovilístico en Sudáfrica, marcando una herida en Roger.
El Tennis Club Old Boys posee sus tradiciones, como un sistema primitivo y casero para contabilizar los games y los sets con pelotitas de colores y varillas de metal. Y también tiene sus reglas, claro. Cuenta con aproximadamente 1000 socios en la actualidad. La tarifa de ingreso para un socio activo es de 500 francos suizos (30.000 pesos) y de 250 francos ($ 15.000) para los juniors de hasta 14 años. La comisión directiva considera el primer año de cada miembro activo en forma de prueba. Después de su vencimiento, la junta puede rechazar la admisión definitiva sin una razón; en ese caso, el club reembolsa la tarifa de ingreso. El plan para el futuro es construir un museo dedicado a las figuras que salieron de allí, pero Federer, que tiene vínculo con el club y suele financiar algunos proyectos, desea que se haga una vez que esté retirado del profesionalismo. Antes, no. De todos modos, la gran obsesión del club es la aprobación de un ambicioso proyecto para construir canchas techadas que por el momento está detenido por las objeciones de los vecinos del barrio.
Durante tres años, un equipo de voluntarios compuesto por miembros del Old Boys y un estudio de arquitectos de Basilea trabajaron en el proyecto que incluye la edificación de seis canchas nuevas, cuatro de ellas subterráneas. La obra está calculada en 8.000.000 de francos suizos (480 millones de pesos) y, dicen, Federer ya aportó 750.000 billetes suizos (otra parte sería aportada por sponsors). El nuevo plan incluye instalaciones más modernas y ecológicas que reemplacen el globo temporal que se coloca en las dos canchas principales de octubre a marzo y que acarrean un altísimo consumo de combustible para inflar y calefaccionar el lugar. Pero los vecinos entienden que el trabajo alterará la calma del barrio y que disminuirán los lugares públicos de estacionamiento. "Difícilmente será posible evitar el ruido durante la construcción (unos 10 meses). Sin embargo, el club y la gerencia de construcción se esforzarán para mantener esta carga lo más corta y pequeña posible. El TCOB no planeaba aumentar el número de miembros y esto significa que no debería haber más ruido después. Por el contrario: el 80 % de los miembros viven en las calles circundantes y vienen a pie, en bicicleta, patineta o tranvía", fue el comunicado del club. El tironeo sigue, aunque en el Old Boys confían, según le dijeron a LA NACION, que las obras comiencen durante el verano europeo de 2020.
Federer es el motor del deporte suizo. El ATP 500 de Basilea, que suele estar agendado para fines de octubre en el estadio multiuso St. Jakobshalle, es el evento deportivo con el mayor presupuesto y patrocinio de Suiza. Esta temporada fue superado por la Laver Cup, el torneo exhibición que promociona el propio Federer y que se jugó en Ginebra. Pero, en años "normales", el Swiss Indoors Basel es el más grande. Y ello, en gran medida, es por lo que genera el jugador de 38 años que la semana próxima llegará a la Argentina para jugar una exhibición (el miércoles 20) con Juan Martín del Potro, en Parque Roca, en el sur de la Ciudad de Buenos Aires. "Es difícil describir lo que genera Roger, pero es increíble. Ya antes de que él jugara, el torneo era muy grande, porque aquí venían Edberg, Sampras, Agassi, McEnroe. Pero con Roger es de otra dimensión, porque es su ciudad y cada vez que juega el estadio está lleno, no hay asientos libres, las entradas se venden con anticipación", le explica, a LA NACION, la suiza Fabienne Benoit, PR & Marketing Senior Manager de la ATP.
Durante los días del ATP de Basilea, además, Federer suele compartir un momento muy especial con los numerosos integrantes de su Fans Club Oficial (www.fans4roger.ch). El hecho se produce una vez al año y Basilea es el sitio elegido, claro. Antes del arranque del certamen, el ganador de 103 títulos (10 de ellos en su ciudad), se presta a una suerte de ceremonia ante aproximadamente 300 personas, en la que el presidente del club de fans le hace algunas preguntas, da un pequeño discurso, agradece y, luego, cada uno se toma una foto con el ídolo. "Hay un fotógrafo profesional y van pasando, uno detrás del otro, uno detrás del otro. Es increíble la paciencia que tiene Roger", cuentan, sobre esta experiencia casi religiosa. El "fans4roger" es sumamente cuidadoso y expulsa a aquel integrante que no cumple con las reglas. Una de ellas: no contar públicamente lo que el exnúmero 1 les dice allí, en confianza y sin cámaras.
"Inspirar a los jóvenes y adultos con el tenis y ayudarlos a jugar este deporte de manera motivada y a largo plazo", es uno de los mandamientos del Tennis Club Old Boys, donde el pequeño Roger empezó a ensayar las primeras pinceladas y a escribir una vida deportiva que lo convertiría en una leyenda inigualable.
- La exhibición de Roger Federer con Juan Martín del Potro será el 20 de noviembre en Parque Roca. Para conseguir las últimas entradas, incluida la "Roger Federer Experience", consultar en www.topshow.com.ar
- ¿Qué es la Roger Federer Experience? Adquiriendo este VIP, se participa por la oportunidad de jugar un tie-break con Federer y Del Potro. La acción comienza el lunes 18, con una cena en el Hotel Hilton Buenos Aires, en Puerto Madero. Allí, el suizo recibirá a sus fans en una noche en la que hará un recorrido por su carrera y donde los presentes podrán preguntar. En la cena habrá sorteos y regalos de las marcas que acompañarán el evento. También se obtendrán las mejores ubicaciones para el partido, presencia en la clínica, acceso al estacionamiento especialmente reservado y cocktail pre-partido.
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