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El caso Pérez Roldán. Tandil, una ciudad conmocionada: la mirada crítica del entrenador que sucedió al padre de Guillermo
TANDIL.- Por estas horas no parecen sierras las que abrigan esta pintoresca ciudad sino un volcán en erupción que sacó de la modorra otoñal a una comunidad que hace décadas respira buen tenis y siente en carne viva las crudas denuncias de Guillermo Pérez Roldán, que en declaraciones exclusivas a LA NACION denunció que su padre y entrenador, Raúl,lo sometió a castigos físicos y le sacó el dinero ganado durante su carrera como jugador profesional.
La estrella pionera, allá por los años 80, de esta cuna de varias de las mejores raquetas que tuvo el país hizo pública, con minucioso detalle, la intimidad pura y cruel que supo callar durante mucho tiempo. Y que se animó a soltar durante una extensa entrevista que le concedió al periodista Sebastián Torok.
"¿Si sabía? Claro que sí, pero nunca esto de que le daba cintazos por jugar mal", contó un viejo conocedor de los pasillos del Club Independiente, allí donde hace más de cuatro décadas se instaló Raúl Pérez Roldán con una academia de tenis que pronto tuvo en su hijo y en Franco Davin a sus primeros logros, con títulos en los circuitos mundiales de categoría junior.
No hay dudas de que esta brutal confesión de Guillermo Pérez Roldán revolucionó Tandil. La nota de LA NACION circuló a ritmo viral entre grupos de Whatsapp y foros de redes sociales. Allí donde había espacio para comentarios se aportaron ratificaciones y datos con más casos de quienes dicen haber sufrido el drástico estilo del formador. Ahora todos sabían. Pero nadie lo decía.
Esas instalaciones que le confiaron a Raúl para poner en marcha una de las escuelas de tenis que alcanzó reconocimiento internacional hoy están en silencio. Por la actual cuarentena, hace más de dos meses que las canchas no saben de huellas de zapatillas y piques de pelota sobre el polvo de ladrillo. Apenas algunos administrativos y personal de mantenimiento deambulan de aquí para allá, en la espera de una reanudación de la práctica deportiva que el gobierno provincial acaba de rechazar para el distrito.
Fueron en vano los llamados a la línea telefónica que todavía figura a nombre de Raúl Pérez Roldán. Según pudo saber este diario, vive aquí y se lo había visto por el club a principios de marzo. Habitués del lugar aseguran que entonces acompañaba y aportaba al entrenamiento y formación de dos jugadoras oriundas de la India.
Aquella academia que creó y extendió hasta inicios de la década del 90 les abrió camino a otros grandes jugadores, entre ellos Mariano Zabaleta. Hasta que la carrera de su hijo, Guillermo, demandó casi tiempo completo. Y entonces emigró a Mar del Plata, donde lo preparaba en el Club Náutico en cada regreso de las giras por el circuito profesional.
Quien entonces tomó la posta y se quedó a cargo de la escuela de tenis del Club Independiente de Tandil fue Marcelo Gómez, punto de partida de otra camada de jugadores con nivel de top ten que tuvo en Juan Martín del Potro a su máximo exponente.
En veredas distintas
"De Raúl tomamos las herramientas para trabajar tenísticamente, pero de personalidad, de moralidad y de todo lo demás nada, porque no compartíamos lo que él hacía", cuenta Gómez a LA NACION. Cita charlas y discusiones que tuvo con él con maneras distintas de ver la vida. "Siempre estaba en un lugar y yo en el otro", dijo sobre diferencias bien marcadas que con él tuvo sobre "la familia, lo económico y cómo tratar a las personas".
Recuerda que trabajó para Raúl como profesor en la academia. Pero que antes también allí fue alumno, como parte de un lote de jugadores que veía a Pérez Roldán y a Davín como estrellas, a una distancia mínima en lo físico pero enorme en lo deportivo. "Guillermo era mi ídolo", recuerda sobre el ex N° 13 del mundo, que hoy tiene 50 años y vive en Chile.
Tiene en la memoria alguna oportunidad en la que fue su sparring, cuando el doble campeón junior en Roland Garros arrasaba en ese circuito. "Jugaba muy fuerte, era muy rápido, y a eso sumale el miedo que era estar con él, mucho nervio", reconoce Gómez, hoy con su escuela de tenis mudada al Club Uncas, también de Tandil.
Casi de la misma edad que Pérez Roldán, el Negro Gómez destaca que no llegaron a ser amigos, pero aun así lo recuerda con mucho cariño. Le quedan en su memoria los partidos de fútbol que jugaban durante las pretemporadas, donde Guillermo imponía su potencial físico. "La última vez que hablamos me pidió perdón por una patada que me pegó en uno de esos juegos, me lesionó", afirma con una sonrisa.
Una preparación física durísima a cargo de Juan Carlos Menchón, a tono con el ceño fruncido de Raúl Pérez Roldán que, según coinciden los testimonios, con su hijo siempre iba un poco más allá. Dice que con Guillermo "nunca era lo mismo que con Franco (Davín)", aunque eran del mismo nivel de competencia.
Hoy se sorprende y conmueve con estas declaraciones que, desde su residencia en Chile, Guillermo Pérez Roldán se permite para sacar a la luz situaciones que padeció y silenció durante décadas. Y dejó trascender en esta entrevista publicada este diario.
Cuando se le pide describir el trabajo de Rául Pérez Roldán como entrenador, advierte que personalmente se ocupaba de sus hijos (Guillermo y Mariana) y Davín, más algunos con real potencial de alta competencia. Los otros, dice, "los mirábamos para aprender", mientras dependían de otros profesores.
"Un tipo duro"
Hoy recuerda y describe a Raúl Pérez Roldán como un "tipo duro" que hacía cumplir las reglas de la academia a rajatabla. Adentro y afuera de la cancha. En pos de ese objetivo, explica, hacía sentir el rigor.
Dice que "era rígido, te tiraba un pelotazo si hacías una cagada, nada de lo que en ese momento era anormal", recuerda sobre tiempos de padres con mano y voz firme. En lo personal, asegura que "dentro de lo duro que era, fue amable" y recuerda haber recibido "alguna puteada" producto de alguna "calentura" del entrenador "porque nos mandábamos alguna macana".
Entiende que, frente a ese tipo de trato, Guillermo parecía demostrarle respeto. "Evidentemente era una forma psicológica del padre de tenerlo así, pero nunca se me ocurrió que le pegaba o le pasaba esto", remarca. Y lo advierte también desde la diferencia física, porque el tenista era pura fuerza y potencia en su poderosa musculatura.
"Hoy como entrenador no se me ocurriría tratar así a un chico", aclara Gómez, que lleva casi 30 años en ese rol -ahora en el Club Uncas de Tandil- y da cuenta de que la educación en general y la formación de nuevos talentos en particular ha cambiado, y mucho. "Muchas veces le vi maltratos, pero ésa era su forma y no estoy de acuerdo", se diferencia una vez más.
Lo que sí le reconoce, y en parte se dice continuador de lo que dejó como identidad del Club Independiente de Tandil, es el virtuosismo y fanatismo por la técnica en el juego. También dice que heredaron su costumbre de repetir tanto hasta que el golpe y los movimientos salgan bien. Y hacer frontón, una variante que Raúl había rescatado de Felipe Loccícero, el formador de Guillermo Vilas.
"Hoy tenemos una marca registrada, pero no quiero que entiendan que venimos de ahí", aclara, y pone distancia de los excesos de su antecesor en esa academia de grandes tenistas. "Tomamos una partecita de Raúl y le pusimos nuestra impronta", destacó de la última gran generación de tenistas tandilenses.
Con respecto a estas recientes declaraciones de Guillermo Pérez Roldán, insistió que no comparte nada del sufrimiento que dice haber padecido e incluso se solidarizó con él. "Lo que contó es valedero y si creyó que era el momento de contarlo, me parece correcto", dijo Gómez. Aunque aclaró que se trata de cuestiones entre padre e hijo sobre las que no tiene mucho más que decir.
Cuando a partir de estas declaraciones llueven críticas sobre Raúl Pérez Roldán y asoman nuevos testimonios que sacan a la luz acusaciones de maltrato, Gómez vuelve a distinguirlo desde la capacidad de enseñanza técnica de juego. "Revolucionó el tenis, en eso sí me saco el sombrero", admite.
Pero por otro lado, se cruza pronto y por completo de vereda cuando se trata de transmitir valores a los alumnos. "Personalmente no comparto nada", deja en claro. Y plantea que lo mismo hubiese dicho de él si se lo preguntaban hace un mes. Mucho antes de que Guillermo Pérez Roldán hiciera pública una situación dramática que los tandilenses creían conocer. Que muchos de ellos guardaban con celo, como secreto de pago chico. Pero nunca tanto detalle como para vivir conmocionados y sólo hablar de eso desde hace cuatro días.
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