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Diego Schwartzman, reflexivo, entre la Copa Davis y la guerra: “Los rusos y ucranianos están del mismo lado en el deporte, a favor de la paz”
A los 29 años y maduro, el Peque habla sobre su crecimiento en el tenis, las situaciones ingratas del tour y el conflicto bélico que sacude al mundo
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Diego Schwartzman es, desde la primera semana de septiembre de 2019 y sin que nadie lo interrumpa, el tenista sudamericano mejor rankeado del circuito. Antes de ese momento, además, ya se había acostumbrado a coquetear con la súper elite de las raquetas, siendo el 11 del mundo en junio de 2018 (y en octubre de 2020 saltó al 8°). Pero, al margen de los registros, se encumbró como una referencia de los jugadores que -por una u otra razón- lidian tratando de progresar más allá de las dificultades. Cimentado en su disciplina, capacidad para competir y perspicacia para leer el juego [además de su aptitud atlética y golpes confiables], construyó una estupenda consideración global.
Con cuatro títulos [Estambul 2016, Río 2018, Los Cabos 2019 y Buenos Aires 2021] y diez finales, las semifinales de Roland Garros 2020 y la clasificación para el Masters de Londres 2020, el porteño edificó en el ATP Tour sus mejores obras. En un ambiente exigente y en el que no se obsequia nada, hasta ahora la Copa Davis le dio -probablemente- más capítulos agrios que placenteros. Sin embargo, lejos de replantearse su asistencia, el Peque sigue sumando convocatorias. La que comenzará este viernes, ante la República Checa en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, por los Qualifiers, en busca de un lugar en la fase de grupos de las Finales que se disputarán en septiembre, será su undécima serie.
El primer desafío de Schwartzman en el equipo nacional fue en el triunfo 3-2 ante Brasil, en marzo de 2015 en Tecnópolis, en otro contexto suyo: era 63° y jugó el punto de dobles, con Carlos Berlocq, ante especialistas como Marcelo Melo y Bruno Soares, que triunfaron 7-5, 6-3 y 6-4.
“¿Ya siete años de mi debut? Mirá…, sí, es verdad. Pasó el tiempo”, comenta Schwartzman, de 29 años, sentado -junto con LA NACION- en una de las cinco mil butacas del court central Guillermo Vilas, a pocas horas del inicio de la serie frente al equipo checo.
-En la Copa Davis viviste momentos fuertes, algunos tristes como el descenso en Kazakhstán 2017, algunos mejores como la serie con Chile en 2018... ¿Mirás hacia atrás y qué balance hacés?
-Me tocaron, quizás para ser las primeras experiencias, partidos muy difíciles y eso en los primeros años no me dio la confianza que uno necesita para poder arrancar en una competencia por países como hubiera querido. El crecimiento personal que uno va teniendo se impone dentro de la cancha. Con la paciencia, la sabiduría, el saber jugar y la administración de los nervios, a media que pasan los años, es más fácil. Obvio que hay jugadores que a los 18 o 19 años ganan todos sus partidos de Copa Davis y tienen un carerrón. Me tocó debutar en un dobles, contra la pareja número 3 del mundo de ese momento y yo …, ¿cuántos dobles ATP tenía hasta ahí? Con suerte, cuatro o cinco. Y jugamos con Charly, que tampoco era doblista (sonríe). Y así y todo fue un partido parejo. En esa primera experiencia me quedé un poco vacío pensando qué podría haber hecho mejor. Y otra experiencia fue contra (David) Goffin, que en ese momento estaba Top 15. Fue mi primer partido indoor, en Bélgica, donde jugué un gran primer set y después me dio un palizón. Yo estaba Top 100 [68°], tenía nivel para competir, pero él jugó un partidazo [por las semifinales de 2015, los europeos ganaron 3-2 y Goffin se impuso por 6-3, 6-2 y 6-1]. Quizás esas primeras experiencias no me dejaron crecer de la misma manera que en el circuito.
-Los tenistas suelen decir que la Davis les consume mucha más energía que el circuito. ¿Cómo es en tu caso, que te gustan los deportes colectivos? ¿Disfrutás la responsabilidad o te pesa?
-Por un lado, me carga de cierta tensión. A veces uno se pone más expectativas y quiere hacerlo mejor de lo normal cuando no debería ser así. A veces hay que bajar un poco los decibeles, estar más tranquilo. Pero se disfruta. Es una competencia en equipo en la que la preparación es completamente distinta. Eso también a veces influye un poco, porque tenés otras rutinas. Ahora es buena la época en la que nos toca jugar de local porque venimos de dos competencias en la Argentina [los ATP de Córdoba y Buenos Aires], donde se vive una adrenalina muy parecida a la de la Davis. Y haber tenido competencias tan seguido no te termina de relajar. A veces te toca jugar de local en septiembre y uno tiene que volver a vivir esos nervios y la sensación de jugar en casa con mucha gente.
-¿Te costó mucho sacarte de la cabeza el partido del año pasado con el bielorruso Daniil Ostapenkov [el junior, sin ranking profesional, triunfó 6-4 y 6-3 en el BALTC; la Argentina, al final, ganó 4-1]?
-No, no porque por suerte tuve revancha al día siguiente y fue para definir la serie. Fue un golpe duro en lo personal y para el equipo, porque me tenía mucha fe y uno no espera ese resultado. Pero después sí pude dar el punto al final.
-¿Volviste a ver el partido, a analizarlo?
-La verdad que, más allá de mi nivel y de lo que podría haber hecho o no, es un poco difícil de explicar… Sentí dentro de la cancha que él jugó un partidazo y que yo jugué cuatro puntos, pero igualmente contra un jugador sin ranking no debería pasar lo que pasó. Se dio de esa manera y fue un golpe duro. Yo, quizás, fui un poco más tranquilo de lo normal al partido y la verdad que eso estuvo mal. Fue un partido que se dio así, pero al otro día tuve revancha. De hecho, había visto los resultados de él en ITF y no ganaba muchos partidos. Y bueno, se dio así. Es una anécdota. Quizás me sirvió más para darme cuenta de la maldad de la gente que a veces está esperando más esas derrotas que los triunfos. Hay un morbo con algunas derrotas... Te hacen sentir mal, pero bueno, es así. Cuando uno hace algo público, representa al país y no a vos, está expuesto para lo bueno y lo malo. Por suerte, las críticas agresivas siempre me afectaron para bien. No me lo tomé como algo para no querer hacer más, sino al revés. Quiero volver e intentar hacerlo mejor. Es como que quiero ganar para buscar a ese que me dijo algo. Siempre la familia es la que más sufre; uno también, pasa que a veces uno trata de cuidar las palabras que usas, no alimentar todo eso. No hay peor cosa para uno que perder esos partidos.
Este ángulo para ver un punto de entrenamiento entre @dieschwartzman y @sebaabaez7 👀🔥
— Copa Davis (@CopaDavis) March 2, 2022
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-La ITF anunció un nuevo cambio de formato de la Copa Davis, con “fase de grupos” en septiembre y en 4 ciudades a designar, luego clasificatorio para las Finales de fin de año. ¿Qué te parece?
-Se ve que están intentando buscarle la vuelta. Quizás desde que se cambió el formato original hasta ahora se perdió un poco lo que era la historia o el color de la Davis. Hoy, las Finales, que son las series más importantes y las que la gente más disfruta, están un poco perdidas en el calendario, en una época en la que ya se vio mucho tenis y los jugadores jugamos mucho. Creo que están buscando el formato final para que la gente y los jugadores más lo disfrutemos.
-Este año jugaste las finales de Buenos Aires y Río, y llevás cuatro temporadas seguidas disputando, el menos, dos definiciones ATP. ¿Cuánto lo valorás?
-Y cuarto año seguido que hago final en la Argentina... Y ni yo me doy cuenta; seguramente lo haré cuando deje de jugar. Me acuerdo de una foto que publicó LA NACION de un entrenamiento mío en el torneo de Buenos Aires 2018, con la gente de fondo…, y a los años pude ganar el título. Y…, no sé, pero creo que nadie, ni yo tenía la expectativa de poder ganar el ATP de Buenos Aires. Estoy logrando un montón de cosas que nadie, inclusive yo, me imaginaba. Así y todo, no nos queremos conformar y queremos más. Pero hay que ser realistas para entender a lo que juego, cómo juego y que se puede ganar o perder. En mi cabeza está que a lo largo del año tengo que ganar muchos partidos y sé que en un mal día no me van a salvar el saque o algunos golpes. Tengo que ser lo suficientemente realista para seguir trabajando de esta manera.
Por estas horas, la concentración de Schwartzman está puesta en la serie de Copa Davis, en sus ensayos y rutinas en Buenos Aires. Pero claro que no es ajeno a lo que sucede en Europa, con la invasión bélica de Rusia a Ucrania.
“Es un desastre lo que está pasando, que haya un alto al fuego ya. Está muriendo mucha gente. Es impresionante, inentendible. Es fuerte lo que está pasando. A nivel deportivo también es muy fuerte. A ver…, (Andrey) Rublev [ruso, el 6° del ranking], por ejemplo, se expresó en contra. No estoy de acuerdo que la ITF saque de los torneos colectivos a los jugadores que se expresaron en contra de la guerra. Me parece muy fuerte, salvo que se exprese a favor de la guerra o que haga propaganda. Agarrársela con gente que no tiene nada que ver, está mal; está claro quiénes son los culpables. Hay muchas familias de tenistas ucranianos que se tuvieron que quedar en ese país. Hay muchas imágenes que se ven que son terribles. El otro día en mi casa publiqué unas fotos porque tengo un montón de cuadros de Banksy, que está en contra de la guerra y normalmente hace una parodia con las guerras, las bombas. No se puede creer…”.
-¿Qué te genera, por ejemplo, al escuchar que el tenista ucraniano Sergiy Stakhovsky (31° en 2010) se haya alistado en el ejército de reserva a pesar de su falta de experiencia militar?
-Es impresionante. Es que no se puede creer. La situación indigna, te pone mal. Es muy feo todo lo que se está viviendo por líderes o gobiernos que no se ponen de acuerdo. Y al final los que sufren son las personas, la gente común. Yo tengo muy buena onda con Rublev, con (Karen) Khachanov y ya se expresaron. Son gente muy amable. Los rusos y los ucranianos están del mismo lado en el deporte, a favor de la paz y en contra de lo que está pasando.
-Después de la Copa Davis tenés que ir a los torneos en EE.UU. y, luego, a los de Europa. ¿Te da temor viajar en este contexto?
-No, no sé. Espero que con los días esto tenga un fin y que no se sufra más. Si sigue así y se pone todavía más tensa la situación, Europa irá metiéndose cada vez más en el conflicto y habrá que ver qué pasa. Después de tanta pandemia, cuando parecía que íbamos a estar un poco más relajados, empiezan a pasar estas cosas. Es increíble…
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