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Diego Schwartzman-Kevin Anderson, Roland Garros: el pequeño gran león de corazón valiente que tiene destino de top 10
PARÍS.– Es un pequeño gran león. El martirio, ahora mismo, queda reducido a una anécdota. Diego Schwarztman acaba de ganar el partido de su vida. Debe de sentir eso, en la colosal mañana de sol en París. Gana con un ace, todo un símbolo. Se arroja sobre el polvo de ladrillo, patas arriba. No puede creerlo. Nadie puede creerlo: lo que acaba de suceder es un sueño. Saluda a su rival, el sudafricano Kevin Anderson, que ni lo mira, desde 33 centímetros más arriba. Peque es el gigante.
Alcanza por primera vez en su carrera los cuartos de final de Roland Garros, luego de estar 6-1, 6-2 y 5-3 abajo, y también 5-3 atrás en el cuarto set, incluso con el servicio para su competidor. Salva dos puntos de partido. Resiste y gana por 1-6, 2-6, 7-5, 7-6 (7-0) y 6-2 con una fuerza mental pocas veces vista en su carrera.
Y se cita con Rafael Nadal, el rey de París. Un amigo, además, que lo cobijó en su academia apenas un par de semanas atrás. Su gesta no llega sola; Juan Martín del Potro lo acompaña en el mismo escalón, luego de superar al estadounidense John Isner por 6-4, 6-4 y 6-4. Para los libros: la última vez que dos argentinos alcanzaron los cuartos de final en Bois de Boulogne fue en 2005, con el choque Mariano Puerta vs. Guillermo Cañas. Historia viva.
"Vamos carajo, Mercí", rubrica en la cámara oficial, después de la faena."Que se venga Rafa", debe de estar pensando, en este instante. Se siente en la cúspide de la Torre Eiffel. Tiene destreza, garra y una muñeca de salón. Tiene, ahora sí, destino de top 10; al menos, en el ranking real está 11º. Y pensar que la gira sobre polvo de ladrillo fue un suplicio. Y pensar, también, que su equipo de trabajo le aconsejó parar la máquina. El destino es curioso: lo mismo había ocurrido en las semanas anteriores a su primer trofeo, el de Estambul 2016... "Estaba fundido, pero no quería parar. Algo me guardaba", recuerda.
No sé cómo hice para ganar, Anderson jugaba increíble y no había por dónde entrarle; incluso sacó para partido dos veces. Y el quinto set fue un drama, pero su físico no le ayudó
Cuando está contra las cuerdas, es como aquellos boxeadores que desprecian el miedo: es entonces cuando lanza los mejores golpes, casi de KO. Hasta le saca una sonrisa a la jueza Marijana Veljovic cuando contemplan, uno al lado del otro, el sitio exacto del pique de una pelota. Mala, por cierto. Peque bromea. "Me haces reír", sonríe la serbia, conocida como "mujer de hierro".
La valentía no se aprende; viene de fábrica. Hay, eso sí, un mar de desventajas que Schwartzman debe atravesar con éxito: Anderson es el 7º del mundo, tiene más experiencia (32 años), mayor estatura (2,03 metros) –algo que en el tenis no es todo, pero influye–, suma cuatro títulos, posee uno de los mejores servicios del circuito y aprendió a pelotear con cierta dignidad. "Vamos, vamos. Así. ¡Dale!", se alienta cuando no encuentra respuestas. "Diego, Diego", canta la gente, aunque hay muy pocos argentinos. Peque devuelve la simpatía, pero de a ratos. Por momentos grita, furioso. "No hables ahora", le recrimina a su equipo; por allí está Juan Ignacio Chela, el entrenador; también Martiniano Orazi, el preparador físico que tanto lo ayudó. El espectáculo baja en intensidad, pero gana en dramatismo. Durante el cuarto parcial, antes del tie-break maravilloso, se devuelven quiebres, uno detrás del otro. "Todos errores, todos errores", se plantea el argentino.
El quinto parcial es un concierto de desvaríos, de un lado y del otro. Queda la sensación de que quien se afirma primero, va a ganar el partido. O sea, va a viajar rumbo a los cuartos de final. Lo logra Peque, cuando el deporte se convierte en un drama y acaba en comedia. La emoción es a la medida de Schwartzman, que nunca va a despertarse de este sueño.
"Se trató de la película de David y Goliat. Con menos fuerza y menos estatura que Anderson, lo di vuelta. A veces, la gente me toma cariño por eso, me alienta para que siga luchando. En los cambios de lado, era fuerte, porque él es el doble de mí. Pero en el tenis, por suerte, es lo mismo ser alto que bajo cuando se devuelve un saque. Igual, durante un buen rato me c... a palos... Tampoco fue por una cuestión de altura", se divierte quien ubica este triunfo en la cúspide. Y más allá. "Esta victoria está muy arriba en mi carrera. No la esperaba, porque el partido estaba perdido. En cuanto a emociones, está en lo más alto. Tenísticamente, creo que podría haberlo hecho mucho mejor", suscribe. Y añade: "No sé cómo gané. Anderson jugaba increíble y no había por dónde entrarle. Incluso sacó para partido dos veces. El quinto set fue un drama, pero su físico no lo ayudó".
Lo arropan los afectos: Peque es mejor Peque cuando se siente cerca. Silvana, la madre, y Natalí, la hermana, se ofrecen como curiosas guardaespaldas. No lo dejan un minuto solo. La abuela Chiche se quedó en casa, aunque no tanto. Diego siempre lleva en el bolso, desde hace un par de temporadas, unas piedras que derrochan energía positiva. "Me ayudan, me dan suerte", cree. Algo va a necesitar en el próximo desafío: Nadal es el dueño de todo esto. "Él es el favorito, esta es su segunda casa", acepta.
Días atrás. Diego se entrenó en las canchas que Rafa tiene en Mallorca, su primer hogar. "Es un hotel cinco estrellas, tiene de todo", sigue asombrado. La entrada es toda una bienvenida. El sitio oficial se ofrece como se muestran las canchas: "Rafa Nadal Academy abre sus puertas para que jóvenes tenistas puedan entrenar con el método que ha llevado a Rafa a ser el número uno, con las garantías de estar rodeados de los mejores entrenadores y el mejor equipo técnico en el ámbito del tenis. Todo esto en un espacio pensado para ellos, en un centro de alto rendimiento de tenis con las mejores instalaciones y alta tecnología aplicada al deporte". Peque da fe: "Es un paraíso. Solo hay que pensar en jugar al tenis. Y disfrutar".
Fall to the floor.A comeback win from @dieschwartzman secures the Argentinian a place in the quarterfinals. Tops Anderson 1-6 1-6 7-5 7-6(0) 6-2.#RG18pic.twitter.com/IuDDXTv6jg&— Roland-Garros (@rolandgarros) June 4, 2018
Sigue la descripción: "... combina el tenis y la educación, con el objetivo de que el jugador pueda seguir su carrera como tenista sin dejar de formarse a nivel académico. Maximiza tus fortalezas y minimiza tus defectos con el sistema de entrenamiento de Rafa Nadal y todo su equipo". Al escuchar, otra vez, esas frases, Peque se ríe. Nunca para de reírse. Porque escuchó en los pasillos que Nadal, ahora, no quiere abrirle las puertas nunca más.
"Me entrené allí con él 45 minutos solamente, y no voy a invitarlo más", contó el mallorquín entre risas. Y agregó: "Cada vez que viene sale disparado. Estoy feliz de que Diego viniera a la academia, es la segunda vez, él se siente cómodo".
"¿No quiere invitarme más?", pregunta Peque. Y sigue con su estilo, desfachatado, descontracturado. "Es que fui a buscar los secretos que él tiene ahí escondidos, pero no hay manera. Es como la bebida que es bastante rica: dicen que está bajo cuatro llaves, que muy pocos saben la fórmula... Pasé un buen tiempo ahí, igual que el año pasado. Estoy muy agradecido a él y a su equipo. Ahora tengo que ir a la cancha para intentar ganarle. Y olvidarme de toda la buena gente que son fuera de la cancha conmigo. Siempre creo que puedo ganar, es lo primero que pienso al pisar la cancha. Y tampoco siento que pueda a llegar a perder contra Rafa. Esa no es mi mentalidad", asegura.
Nadal lo cobija, también, con las palabras. "Es un gran jugador Schwartzman. No puedo pensar en las semifinales antes de pensar en los cuartos. Jugué con Schwartzman en Madrid. Es el número 12 del mundo. Es un partido con uno de los mejores jugadores del momento. Tendré que estar preparado para un partido duro. Es bueno verlo porque es un buen jugador, buena persona, muy trabajador", sostiene el campeón de los 10 grandes sobre la tierra de Roland Garros. Que ahora espera al pequeño gigante.
Un número impactante del número 1 del ranking
Rafael Nadal alcanzó la cifra de 900 victorias en el tour. Lo hizo al vencer por 6-3, 6-2 y 7-6 (7-4) al alemán Maximilian Marterer (70º), en los 8os de final. "Se me hace difícil elegir, pero la final de la Davis 2004, la final de Roma contra Coria [2005], las finales de Wimbledon 2008 y Australia 2009 [ambas con Federer] y Roland Garros 2010 [vs. Soderling]", enumeró el mallorquín entre lo más especial.
Los cuartos de final de la parte baja del cuadro
Hoy, a las 9 y en el Philippe Chatrier, Dominic Thiem se medirá con Alexander Zverev por los cuartos de final. En el segundo turno del Suzanne Lenglen, cerca de las 11, Novak Djokovic jugará con Marco Cecchinato.
Entre los juniors, avanzan Sebastián Báez y Carlé
El juvenil Sebastián Báez (1º) venció por 3-6, 6-2 y 6-2 al japonés Naoki Tajima y pasó a los 8os de final. Y María Lourdes Carlé alcanzó la 3ª rueda al batir por 3-6, 6-4 y 6-3 a la búlgara Gergana Topalova.
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