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Del primer viaje solo a los 14 años al Wimbledon inolvidable: la emotiva carta de la mamá de Guido Pella
LONDRES.- Cada deportista, en general, atesora una historia de superación. De una u otra manera, detrás de cada éxito o derrota, hay mucho más que lo que se ve. Hay atletas sin recursos económicos que hacen todo lo posible para vivir de lo que les gusta, hay jugadores talentosos de clase media y sin hambre que son débiles psicológicamente y les cuesta asumir las exigencias, hay otros sumamente hábiles que no logran progresar por las dificultades físicas. Los ejemplos, en el universo de deporte, son muy variados. Guido Pella (29 años, 26° del mundo) se marcha de Wimbledon habiéndose ganado un lugar de elite, entre las mejores ocho raquetas.
Sin embargo es, durante estas horas de risa y emoción, cuando más presente tiene desde dónde llegó. Una carta escrita por Charo Fernández, mamá del bahiense, en 2018, después del triunfo de su hijo frente a Marin Cilic (por entonces, 5 del mundo), se volvió a viralizar en las redes sociales durante estas horas. Entre todos los esfuerzos que apunta sobre el desarrollo de Guido, destaca un momento cruel para ella y para su esposo, Carlos, como padres: "Sigo llorando a ese nenito que hace 14 años se fue en el colectivo más barato de la terminal de Bahía Blanca con rumbo a Buenos Aires y destino incierto a perseguir su sueño, que hoy, se hace realidad".
"Me acuerdo todo porque fue el peor momento de mi vida. Mi vieja se enoja cuando le digo eso, pero es la realidad. Yo me fui a Buenos Aires solo, vivía en una pensión en Caballito y me entrenaba en Núñez. Entonces, imagínate un pibe de 14 años tomando el colectivo solo a las 7 de la mañana para ir a entrenar sin ningún adulto que te corrija los errores. ¿Qué hacés a los 14 años? Cuando tengo mis peleas con mi vieja por esos temas, le digo: ‘Mirá lo bien que salí con todo lo mal que podría haber salido por todas las decisiones que tomé solo’. Ella lo sabe, pero es muy chispita y no me lo va a aceptar nunca", le contó Pella a LA NACION, en el All England, luego de caer en los cuartos de final con Roberto Bautista Agut.
Y añadió: "Me gusta cómo escribe y puede demostrar lo que otras personas sufren, porque no me pasa solo a mí. Generalmente en la Argentina los tenistas son todos del interior y para jugar bien tienen que tomarse el micro, ir a Buenos Aires, ir a la pensión, porque no conozco a nadie que haya sido bueno que fueran millonarios de antes. Entonces, todos la tuvieron que pelear y hacer mucho sacrificio. Por eso también, estar acá siendo argentino, tiene un doble mérito porque estamos lejos de todo, no tenemos apoyo de nada, cada vez que salimos de casa son 14 horas de vuelo. Las tenemos todas en contra".
"No son games, set, es mucho más que un partido. Es la vida, la que va pasando dentro de un club, en un aeropuerto en la soledad de una habitación de hoteles en lugares recónditos. No es Wimbledon, son los torneos los que ya ni recuerdo su nombre, las horas interminables arriba de un auto o esperando el colectivo más barato. No es la marca que hoy lo viste, son las veces que lavamos la misma remera y la secamos con un secador de pelo y muchas veces húmeda servía para jugar el próximo partido (…) No son los aplausos, la gente que hoy te rodea, la luz de la cámara encendida hablando de la hazaña que acabas de hacer. Son los años en soledad, son las críticas recibidas, es la desesperanza frente a cada fracaso. No es el dinero que ganás hoy. Es todo el que pedimos, el que debemos, el que aún no alcanza para poder acompañarte", reza un fragmento de la carta de la mamá de Pella.
"Sé que a la semana de estar en Buenos Aires los llamé a mis viejos y les dije: ‘Sáquenme de acá, quiero volver’ –rememoró Pella–. Pregunté: ¿Qué hago acá?’. No porque no me gustara Buenos Aires, sino porque tenía que tomarme todos los días dos horas de colectivo, la señora de la pensión donde vivía tenía más chicos y era difícil hasta para comer. Venía de una ciudad chica como Bahía, mi vieja me cocinaba todos los días, casi que me vestía y fue un cambio grande. Después de un mes empecé a sentirme un poco mejor, me ayudó que tuve resultados rápido y dije: ‘Voy a darle una chance’. Y la chance se prolongó en el tiempo…".
La carta completa
No es solo un triunfo y tal vez no tenga nada que ver con el tenis. Es sacarse la camiseta de jugador y ponerse la de la persona que está dentro de una cancha.
No son games, set, es mucho más que un partido. Es la vida, la que va pasando dentro de un club, en un aeropuerto en la soledad de una habitación de hoteles en lugares recónditos. No es Wimbledon, son los torneos los que ya ni recuerdo su nombre, las horas interminables arriba de un auto o esperando el colectivo más barato. No es la marca que hoy lo viste , son las veces que lavamos la misma remera y la secamos con un secador de pelo y muchas veces húmeda servía para jugar el próximo partido.
No son los aplausos, la gente que hoy te rodea, la luz de la cámara encendida hablando de la hazaña que acabas de hacer. Son los años en soledad, son las críticas recibidas, es la desesperanza frente a cada fracaso,la desilusión , el cansancio. No es el dinero que ganas hoy. Es todo el que pedimos, el que debemos, el que aún no alcanza para poder acompañarte. Eso… acompañarte.
Porque no son las las lágrimas de alegria, son las de tristeza, las que brotan del alma cuando recordamos esos tiempos donde te dejamos solo. Donde hubo que elegir. Las mismas lágrimas de ese día en la terminal de ómnibus que con solo 14 años te fuiste a vivir solo, a enfrentar un mundo al que no te habíamos preparado porque tampoco nosotros conocíamos. Un mundo donde no había una mamá que te despertara y te vistiera dentro de la cama porque tenías frío en esas mañanas como las de hoy, ni te llevará el desayuno con los brownies que hace un tiempo ya tenes prohibidos. Una vida sin el papá que se ponía los cortos, agarraba una raqueta y mágicamente se convertía en el profesor de tenis. Sin tus hermanas, sin poder ser tres en uno como lo fueron siempre. Sin tu familia, sin tus amigos.
Te merecías ganar, seguramente no más que todos los que al igual que vos luchan por sus sueños vestidos de blanco inmaculado y tal vez ni siquiera pueden estar algún día ahí, en esa cancha número 1, en la Catedral del Tenis. Te merecías ganar y me guardo el porque, porque hay cosas que no tienen que ver con el tenis sino con la vida y la vida justamente es lo que ocurre fuera de esa cancha de tenis.
Hoy nos regalaste y te regalaste este triunfo. Para tu hermana, Cata, que sigue luchando contra todo y contra ella misma para poder seguir, por Sol que fue nuestro mayor costo de oportunidad, por papá que sigue trabajando más que el primer día y sufre en silencio entre cuatro paredes de una oficina mientras le voy pasando game a game tu resultado …. y por mí, que sigo llorando a ese nenito que hace 14 años se fue en el colectivo más barato de la terminal de ómnibus de Bahía Blanca con rumbo a Buenos Aires y destino incierto a perseguir su sueño, que hoy, se hace realidad.
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