Juan Martín del Potro estuvo durante mucho tiempo sin entrenador estable. Desde julio de 2015, luego romper el vínculo de ocho temporadas con Franco Davin, caminó solo por un largo período. Durante el segundo semestre de 2015, en todo 2016 y por ocho meses de 2017. El kinesiólogo Diego Rodríguez fue su guía. Pero, estratégicamente, solo contó con la ayuda momentánea de Daniel Orsanic [capitán del equipo de Copa Davis], Marcelo Gómez [su formador], el venezolano Jimy Szymanski y Santiago Quirno [capitán del Tenis Club Argentino]. Semana tras semana, el tandilense emparchó situaciones como pudo. Hasta que, a fines de agosto pasado, el exdoblista Sebastián Prieto, de 42 años, se cruzó en su camino, antes del US Open, y ya no se separaron. Prieto estaba en Nueva York acompañando a Guido Andreozzi.
Hubo conexión entre ambos y, desde entonces, el tenista de 29 años lució un orden en la cancha que parecía extraviado, se repitieron los buenos resultados y mejoró considerablemente el ranking [del 28º al actual 6º]. En 2017, de Flushing Meadows a París Bercy, Del Potro construyó un sprint furioso, con 18 triunfos y cuatro derrotas [con el título de Estocolmo y las semifinales del US Open incluidas]. Esta temporada ya suma 17 éxitos y tres caídas [trofeos en Acapulco e Indian Wells]. ¿La tarea de Prieto tuvo influencia? Sí, sin dudas.
La infancia de Prieto transcurrió en el oeste bonaerense. Su abuelo fundó, en 1950, una inmobiliaria en Ciudad Jardín, que luego pasó a manos de su padre, Jorge, ya fallecido. Sebastián tiene tres hermanos: Leo, Gastón y Ana, martillera de profesión y quien hoy administra el negocio. Susana, la mamá, se dedicó a cuidarlos. "Era una familia muy laburadora, de clase media y buenos valores. Sus padres hacían un enorme esfuerzo para que Seba pudiera viajar a competir", apunta Willy Franco, que entrenó a Prieto desde los 10 a los 18 años en una academia que funcionaba en Camino Real, un club de Boulogne que ya no existe.
Franco fue seleccionador de equipos de COSAT [Confederación Sudamericana de Tenis] que viajaban a Europa y en uno de esos grupos contó con destacados jugadores como el brasileño Guga Kuerten, el chileno Marcelo Ríos, el ecuatoriano Nicolás Lapentti y el propio Prieto, quien tuvo una valiosa carrera junior. De hecho, en 1991 fue Nº1 en la categoría de 16 años. "Lo logró en una gira por Italia. Llegó como a siete finales. A esa edad de junior ganaba todo. Era un terrible trabajador, profesional y maduro para su edad. Hacía físico como hasta las diez de la noche; no le importaba la hora", aporta el entrenador Hernán Negro Suárez, presente en aquella gira europea con otro equipo. En 1993, Prieto ganó el título de dobles en el Orange Bowl de Miami, vaya curiosidad, en pareja con Szymanski.
Prieto usaba el pelo largo y le encantaba el rock. Cuando viajaba a Europa aprovechaba para comprar CD’s que en la Argentina no se vendían y se vestía con remeras de los Guns N’ Roses. "Era fanático de la banda. La madre le prohibió ir a uno de los primeros shows de los Guns en el país porque le daba miedo", rememora Franco, autor, además, del apodo de Prieto: Piper. ¿A qué se debe? "A los aviones Piper Aircraft, que iban de Don Torcuato a Punta del Este, los veíamos pasar y tenía una trompa particular. Sebastián era delgado, con cara angular y una forma de nariz que se destacaba", sonríe Franco.
Como profesional Prieto no pudo replicar los mismos resultados individuales que había obtenido de junior y potenció su carrera en dobles: fue 22º de ATP en 2006 [137º en singles] y ganó 10 títulos [4 con Mariano Hood, 4 con José Acasuso, uno con Martín Rodríguez y uno con Horacio Zeballos]. "Cuando no sos tan crack en singles y no tenés tanta facilidad para destacarte tratás de buscar otras armas, especializarte en cómo sacar ventajas. Te obliga a pensar mucho más, a estudiar más a los rivales. Eso nos pasó a los terrenales, a los que no éramos galácticos", explica Hood, compañero de ruta y amigo de Prieto. "Sebastián es inteligente, sabe leer muy bien el juego, lo entiende. Es tranquilo, pero les saca la ficha a todos. Vivió de cerca el tenis de alto nivel como entrenador en los últimos años y tiene mucha información. Es metódico, ordenado. Y aprendió mucho del Colorado Gattiker", agrega el subcapitán de la Copa Davis.
Experto con los naipes [el juego la Mosca es su debilidad], meticuloso, asiduo lector, amante de los Redondos y Los Piojos, grupo de sus tiempos de adolescencia en Ciudad Jardín y El Palomar. Familiero, casado con Valeria y padre de Simón y Renata. Cultor de un bajo perfil que profundizó desde que empezó a entrenar a Del Potro y ya no quiso hacer declaraciones periodísticas. "Compartimos habitación mucho tiempo. Era ordenado; doblaba todo en el placard, la ropa sucia la ponía en una bolsa, las zapatillas en cajas", describe Hood. Y aporta otra anécdota: "Una vez se enojó porque le dije que era parco con la gente. No le gustó nada. Al poco tiempo estuvimos con otra persona que no conocíamos y fue muy simpático, y cuando terminamos de hablar me dijo: ‘¿Otra vez fui parco?’. Es así: medido". Davin, el coach que logró lo mejor de Del Potro, también se refiere a Prieto: "Es un tipo de primera, que hacía una buena pareja de dobles con Hood. Siempre se lo vio preparado para ser entrenador y siempre me cayó bien; de hecho, una vez se lo recomendé a Pablo Cuevas". Y Diego Schwartzman , uno de los jugadores que tuvo a Prieto como coach, además de Juan Mónaco y Acasuso, añade: "Sé que Sebastián es un gran entrenador, creo que le puede aportar un montón de cosas a Juan Martín porque sabe mucho, es muy ordenado y es una persona que acompaña muy bien, es joven y juega muy bien. En lo personal, me gusta jugar mucho con mi entrenador en los entrenamientos de los torneos. En la etapa que yo lo agarré, pude aprender mucho".
Prieto debutó en 1999 en la Davis: 4-1 ante Venezuela, en Caracas, por la Zona Americana. "La alegría más grande en el tenis la vivimos cuando debutamos en la Copa Davis contra Venezuela. No ganamos un mango, no había plata. Pero fue un momento muy importante, fuerte. En esa serie Nalbandian y Coria hicieron de sparrings y de allí quedó la anécdota de que en un entrenamiento nos costó muchísimo ganarles pese a que tenían 16 años", rememora Hood. Prieto participó de cuatro series [también fue convocado para la de los "sillazos" ante Chile en 2000, aunque no llegó a jugar el dobles]. ¿La última que jugó? En abril de 2007, en la caída 4-1 ante Suecia, en Gotemburgo, por los cuartos de final del Grupo Mundial. En aquel desafío, Prieto coincidió con un Del Potro de apenas 18 años. Un mes antes habían jugado dobles juntos y habían llegado a la final del Challenger de Sunrise, en la Florida. Las vueltas de la vida los volvió a unir, aunque en circunstancias muy disímiles. El futuro parece reservarles muchas más emociones fuertes.
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