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Del Potro va de menor a mayor y está en la tercera rueda de Flushing Meadows
Derrotó al estadounidense Steve Johnson, el número 22 del mundo, por 7-6 (7-5), 6-3 y 6-2 y levantó su nivel; por primera vez jugó bajo techo en el Arthur Ashe, el estadio de su conquista de 2009.
TEXTO: NUEVA YORK.– Mejor tenis. Más confianza. Otra victoria. Todo eso se llevó anoche Juan Martín del Potro del estadio de algunos de sus más dulces recuerdos. El Arthur Ashe lo recibió por primera vez con su nuevo techo, y el flamante subcampeón olímpico tuvo una positiva experiencia inicial en esa condición: venció por 7-6, 6-3 y 6-2 al estadounidense Steve Johnson, el 19o tenista del ranking, y accedió a la tercera etapa del Abierto de Estados Unidos.
Difícil saber cuánto influyó en el argentino toda esa carga de recuerdos, emoción y tensión de un partido por una segunda rueda de Gran Slam en el estadio de la mayor conquista de sus 18 en el ATP Tour. Entrar a la cancha donde saltó a la fama internacional para jugar ante miles de personas in situ y millones en el horario central de la televisión, y contra un jugador del país anfitrión, era insoslayable para la mente del tandilense. Que se habrá enterado de que el prestigioso The Wall Street Journal lo consideró “el hombre más amado del tenis”, en una nota de ayer mismo.
Y estaba también flotando en el ambiente esa queja de Johnson por la invitación concedida a su rival; es cierto que fue un reclamo mucho más chauvinista que anti Del Potro –de hecho, el tenista local lo elogió como persona y dijo alegrarse por su vuelta al circuito–, porque el 22o del ranking protestó porque un no estadounidense podía eliminar a un estadounidense. Cosas del nacionalismo en un mundo globalizado.
Jugar al tenis es un regalo de Dios, y si lo puedo hacer de esta manera, mejor. La estoy pasando muy bien
Controversia al margen, Del Potro ingresó con juego de luces y ovación normal a un estadio que, llamativamente, no estuvo completo. Y que tuvo abierto su techo, a contramano de lo que había sucedido en casi toda la lluviosa jornada del jueves; de hecho, el Arthur Ashe fue el único escenario que tuvo actividad normal. Algunas camisetas del seleccionado argentino (que a la misma hora lidiaba con urugay en Mendoza) y de los Pumas, y un par de “¡vamos, Delpo!” acompañaron a Juan Martín, pero extrañamente la atmósfera fue bastante menos cálida para con él que en el debut frente a Diego Schwartzman en el Louis Armstrong.
Más allá de eso, en el juego el comienzo fue regular. Cada uno conservó su saque sin mayores aciertos y sin grandes errores. El mayor cimbronazo provino desde fuera, por uno de esos dislates de los equipos de sonido que de vez en cuando atruenan porque sí.
Pero el peor ruido fue el que permanentemente producen los espectadores con su murmullo. Antes, con el Ashe a la intemperie, el bullicio escapaba y no llegaba a terreno de juego; esta versión descapotable, aun con la cobertura abierta, multiplica las voces, algo que ya observaron los españoles Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza, incluso durante los puntos. Los ingenieros planearon impacto de pesos, sombras y vientos, pero la inconducta de la gente está fuera de los cáculos matemáticos.
Tal fue el cuchicheo constante que la propia umpire pidió señaló que el ambiente estaba “muy ruidoso” para subrayar su pedido de silencio. Lo hizo al cabo de unos cuantos minutos de pausa y dudas, cuando las gotas que venían del cielo amenazaban con volver a las andadas. Pero el Ashe, al final, se mantuvo abierto.
Sin matices en el juego, sólo los desafíos al ojo de halcón sacaron del piloto automático al partido. Johnson ganó uno; Del Potro perdió dos. Y así, siempre sobre las vías, se llegó al tie-break. El consistente saque del tandilense y los tiros demasiados largos de Johnson le dieron el set al campeón de 2009, aunque cuando su rival se puso 5-5 tras estar 0-4, Del Potro sintió por primera vez que era visitante en el Ashe. Respetado y apreciado, pero visitante ante un jugador del país anfitrión.
Este Delpo que, a diferencia de en los Juegos Olímpicos, viene teniendo más errores no forzados que remates ganadores entregó un game con su saque en el segundo set. Le costó poco tiempo recuperarlo, con solidez propia y cooperación de un impreciso Johnson. Y en seguida duplicó la apuesta para 5-3 con saque propio. Es quiebre fue de servicio y del partido: a partir de ese momento el argentino jugó más parecido a lo que suele hacer, con una derecha pesada, un saque difícil de aguantar y menos equivocaciones.
Y entonces lo que quedó fue de fiesta para él, como esa Gran Willy con globo que concluyó en punto propio cuando Johnson dejó después la pelota en la red, estando ya 2-0 arriba en el tercer segmento. Luego, con piloto automático el encuentro se decantó hacia la victoria que puso al tandilense en la tercera rueda, en la que se enfrentará con el español David Ferrer o el italiano Fabio Fognini.
En el último game apareció el “olé, olé, olé, olééé, Delpooo, Delpooo...” que se hizo común en Río de Janeiro 2016 y Juan Martín, mucho más afianzado y afinado que el inicio del encuentro, firmó un triunfo que fue de menor a mayor, como por ahora lo es su paso por el certamen.
La prueba de la emoción en el Ashe ya fue superada.
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