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Del Potro-Federer: el partido que se convirtió en leyenda
El marcador (19-17 en el set definitivo) y la duración (4h26m) le otorgan un tinte épico a la semifinal olímpica; al tandilense le dolerá consolarse con el bronce, pero tiene muchos motivos para sentirse orgulloso.
LONDRES.- Es muy difícil no sonar exagerado al tratar de explicar un duelo en el que se anteponen dos voluntades inquebrantables y prolongan así la definición de una semifinal, en este nivel y con tantas cosas en juego. A cada partido que termina con un marcador abultado se le otorga un tinte épico con el solo argumento de la duración. En este caso Roger Federer y Juan Martín del Potro lo hicieron además con el agregado de una función de alto vuelo, con intensidad, precisión y varios puntos memorables. Construyeron uno de esos partidos que están destinados a convertirse en leyenda y se vuelven eternos en los recuerdos de los amantes del deporte.
El público en el court central del All England, que por supuesto tuvo siempre como favorito a Federer, que es algo así como el dueño de este lugar, quedó envuelto en un clima de tensión y exclamaciones con cada giro emocional que le dieron al encuentro. Y le brindó al argentino una ovación ensordecedora cuando se iba de la cancha llorando y casi arrastrando sus bolsos.
El triunfo fue para el suizo. Los números que quedarán en la historia son el 3-6, 7-6 (7-5) y 19-17 final. Las 4h26 minutos de duración, que lo convierten en el encuentro a tres sets más largo de la era abierta y en el de mayor duración de la historia olímpica. Del Potro tendrá ahora una oportunidad más de subirse al podio, en un match que jugará mañana, a las 12, con el serbio Novak Djokovic.
Federer llegó aquí con la sola idea de terminar con el maleficio que carga en los Juegos Olímpicos. La medalla de oro es el único premio individual que aún no ha conseguido adjudicarse. Es una espina que lleva clavada desde hace tiempo y que por momentos sintió que se hundía más en su cuerpo presionada por Del Potro, que lo llevó a un esfuerzo extremo para mantener su ilusión encendida.
Se vio al mejor Del Potro del año. Para recordar un encuentro de similar jerarquía y actitud hay que buscar en la final con España, en la Copa Davis 2011, cuando también salió perdedor de un duelo titánico con Rafael Nadal.
El tandilense se mostró dispuesto a rechazar ese rol secundario al que lo sometió Federer en toda la temporada. Lo atacó con fortaleza mental y logró quedarse con el primer set por 6-3. Aunque sostuvo su ritmo en el segundo, un par de desconcentraciones en el tie break volcaron el resultado a favor del N° 1 del mundo.
A partir de allí, el partido fue avanzando en un interminable cuello de embudo que se iba cerrando con el correr de los games y que indefectiblemente dejaba lugar para uno solo al final. Llegaron hombro contra hombro. Del Potro le puso el cuerpo y el corazón por delante, pero Federer, que es un escapista profesional, encontró la forma de salir primero.
Del Potro jugó en una versión bastante similar a la de 2009, cuando ganó el US Open. Tal vez le falte aún más regularidad en eso de soltar el brazo. No tiene muchas variantes en su juego, pero sus tiros del fondo de la cancha suenan secos en el aire y se propagan como ruido de un escopetazo. Es una de las derechas más fuertes del circuito, tanto que hasta a Federer le cuesta seguirlo.
Pero al final fue una derrota. Y Del Potro necesita ganarle a los grandes para volver a saberse uno de ellos. Ayer estuvo a la par de Federer, por supuesto, pero el resultado seguirá siendo un condicionante para su convencimiento. Su récord contra el suizo es implacable 2-13 total y 0-6 en 2012.
Sin embargo el partido fue demasiado bueno como para no mirar aspectos rescatables. El más importante de ellos es que Delpo pasó por muchos momentos comprometidos a lo largo de las casi cuatro horas y media. Estuvo contra las cuerdas en varias oportunidades. Podía ceder. Ganando o perdiendo ya había hecho un partido inolvidable. Pero no se entregó. No lo hizo cuando sintió el golpe del tie break: estuvo 4-5 con dos saques suyos para ponerse match point y falló. Ni cuando estaba 0-30 en el 8-8 del tercer set y se lanzó en palomita para ganar un punto; o cuando quedó 10-11 abajo y con el saque de Federer, que quebró en cero y con gran determinación. También estuvo 0-40 en el 14-14 y hasta cuando sufrió el primer match point y en un punto muy desfavorable lo obligó a Federer a jugar una volea muy incómoda de revés que se quedó en la red. Salió adelante una y otra vez, enloqueciendo al N° 1 del mundo.
Ganó Federer porque es mejor que Del Potro, aunque ayer no se notó. Del Potro terminó el partido abatido y entre lágrimas. Ahora deberá ir a una definición por la medalla de bronce, con su físico agotado y su estado de ánimo más herido aún, a una definición por la medalla de bronce contra un rival extremadamente duro como Djokovic. Después de haber pasado por todo esto, puede irse de Londres sin premio, sin medalla. Y con muchos motivos para sentirse orgulloso.
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