Juan Martín del Potro volvió a Tandil: se dio el último baño de masas con los suyos

TANDIL.– La plaza Independencia parece un hormiguero. Contemplada desde los ventanales altos del Palacio Municipal, impacta aun más. Niños, adolescentes, adultos y personas de la tercera edad están allí, pese al frío. Hay euforia y expectativa, efervescencia y nervios. Un par de pantallas gigantes colocadas en la fachada de la intendencia lanza imágenes. Suenan aplausos, bocinazos. El atardecer se derrama sobre las sierras, ofreciendo una hermosa pintura a espaldas de los edificios de la zona del centro.

Casi media hora después de lo anunciado y de detenerse a dar cientos de autógrafos en los pasillos del establecimiento gubernamental, Juan Martín del Potro sale al balcón y se produce un momento conmovedor, con unas 10.000 personas gritando, como poseídas. El tenista sabe lo que el público quiere ver y, después de levantar los brazos, se quita desde adentro del buzo la medalla plateada que conquistó hace apenas unas horas en Río 2016 y la exhibe. Suena Ciro y los Persas a todo volumen. El tema es “Antes y después”, el mismo que Del Potro eligió en febrero pasado para regresar al circuito en Delray Beach: “Qué placer verte otra vez, nos decimos sin hablar, hoy todo vuelve a empezar y será lo que ya fue”.

Esta vez no hay caravana desde la ruta en autobomba, como sí sucedió en 2009, cuando el tenista de casi dos metros conquistó el Abierto de Estados Unidos. Del Potro está agotado luego de semejante desgaste atlético y mental durante ocho días y pretende evitar mayores fricciones. Pero no puede impedir seguir estremeciéndose. “No me hagan llorar una vez más, basta de lágrimas. Ahora quiero disfrutar”, suplica el ex número 4 del mundo, cuando, frente a la multitud, un locutor le recuerda el apoyo constante de sus padres y hasta le menciona a su hermana fallecida hace muchos años, razón por la que Juan Martín se realiza la señal de la cruz y dirige su mirada al cielo cada vez que gana.

Dos banderas con su rostro cuelgan de los balcones de la municipalidad. Hay otra que dice “Pasión, valor y coraje”. También hay drones dando vueltas sobre el público, filmando. Se encuentran los amigos que no se separan de Del Potro desde que iban juntos al colegio San José, tocando el bombo y el redoblante. Hay aproximadamente 30 policías encargándose de la seguridad. Hay invitados, como el Negro Marcelo Gómez, su formador. También Mariana Pérez Roldán. El intendente Miguel Ángel Lunghi, que ya va por su cuarta gestión, está conmovido por semejante reconocimiento a alguien a quien estima mucho. Están los medios locales, que por estos días incrementaron sus ventas de periódicos e ingresos en los sitios webs; es más, muchos compararon el fenómeno que se vivió en Tandil durante la semana del tenis olímpico con el último recital del Indio Solari, cuando se llegó a publicar suplementos especiales.

Lo que sucede es, literalmente, una locura. Reconocen los propios tandilenses que la ciudad suele ser bastante fría en cuanto a reconocimientos populares; sin embargo ha estado paralizada por la actuación de Del Potro en Barra da Tijuca. “El domingo, cuando Martín [sic] jugaba la final con Murray, no andaba ni una mosca en la ciudad durante las cuatro horas del partido”, comenta Lunghi a LA NACION. “Medalla de plata, corazón de oro”, se lee en una de las tantas cartulinas entre la muchedumbre. “Sin el apoyo de mis amigos y de mi familia habría tirado la toalla. Estuve a muy poco de retirarme, y éste es un regalo”, confiesa Del Potro, deja el micrófono y los miles de tandileses lo ovacionan por enésima vez. Ya no tiene fuerzas, pero la sonrisa no se le borra. Recibe un cuadro con una caricatura suya y una camiseta de Independiente de Tandil, y se pone incómodo cuando le preguntan por cuál hará fuerza el 22 del actual en el duelo entre sus queridos Boca y Santamarina, por la Copa Argentina. “Es la pregunta más difícil que me hicieron en el último mes”, bromea.

Independiente, el club donde Del Potro se formó, está ubicado sobre la avenida Avellaneda, que conecta con el cerro Centinela. Osvaldo Dadiego, su presidente, entrega al tenista un manuscrito simbólico del proyecto que tienen para hacerle una estatua. “La idea surgió en 2009, cuando ganó el US Open. No pudimos concretar aquello. Su recuperación hizo que se relanzara el tema, estuvimos charlándolo y ya tenemos un lugar para ubicarla: en la esquina, en una casona original del club, de los años 30. Se la renovará, se la reciclará y será un lugar interesante para los turistas, porque además estará enfrente de la esquina donde desde hace años ya luce el mural de Juan Martín y de otros referentes del tenis de nuestro club, como Pico Mónaco”, explica Dadiego, entusiasmado, a LA NACION.

“Esto es mucho más que lo que podría imaginar. En este mismo balcón estuve después de ganar el US Open y ahora estoy aquí después de ganar una medalla olímpica. Jamás lo habría pensado”, dice Del Potro y se emociona, pero ya no quiere lloriquear. Volvió a su ciudad, a una de las grandes capitales nacionales del tenis, para energizarse luego de semejante logro en Río de Janeiro. Ya es profeta en su tierra.

Fue invitado al Abierto de EE. UU., su otro gran logro

El Abierto de Estados Unidos, que comenzará el 29 del actual, otorgó una invitación para el cuadro principal a Del Potro, beneficio de los organizadores de certámenes de Grand Slam del que suelen gozar las jóvenes promesas. El tandilense, campeón en 2009, dijo: “Agradezco la posibilidad de ir a un torneo soñado para mí”.

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