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Daniil Medvedev: “Ni estoy loco ni soy el hombre de hielo”
El ruso, uno de los tenistas más indescifrables del circuito, es también uno de los competidores más temidos. Se relaja con el ajedrez, apenas celebra las victorias y tiene un gigantesco desafío sobre tierra
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Durante la conversación con tres medios españoles, Daniil Medvedev (Moscú, 25 años) se despoja de esa cara de póker que lo acompaña siempre en la cancha, donde se desenvuelve de forma heterodoxa, con esos brazos y esas piernas interminables. Ahí abajo es un enigma, lo mismo un volcán que un glaciar. Por eso nadie quiere medirse a él. Está relajado, la fiera está durmiendo. Los últimos días no han sido fáciles por el covid, aunque dice estar recuperado para encarar un tramo que, directamente, así lo ha dicho él, “odia”. Está claro: el polvo de ladrillo no le gusta.
-¿Qué tal está?
-Me estoy recuperando. Si no notase que estoy en forma, no hubiera venido. Me pasé diez días en cama y aislado, pero llego con confianza, como siempre. Lo mejor aún está por llegar.
-Es un chico misterioso: a veces parece fuego y otras veces parece de hielo. ¿Cómo se describiría a sí mismo?
-Como acaba de decir, soy misterioso. Hay ocasiones en las que no entiendo mis propias emociones. Me pasaba cuando era muy joven, era muy calmado en mi vida personal y costaba mucho sacarme de ahí, o hacerme enojar. Pero en el tenis era mucho peor que ahora, podía ir ganando 3-0 y perder un punto, y de repente me volvía loco. No era capaz de entender por qué me había pasado eso. Hace unos años empecé a trabajar sobre este asunto y progresé bastante. Por eso no me describiría como un loco, poseído por el fuego, ni tampoco como el hombre de hielo.
-¿Por qué apenas celebra sus triunfos o sus éxitos?
-Simplemente, decidí que esa iba a ser mi marca de la casa, y de hecho a veces me cuesta reprimir las ganas de ser más efusivo. Quizá no sea lo mejor y puede que no le guste a todo el mundo, pero soy así. Sé que en el fútbol hay jugadores que no celebran sus goles, pero en el tenis nadie lo había hecho antes, así que está bien eso de ser el primero en algo. Y claro, sé que en algún momento llegará un joven al circuito que no celebre las victorias y dirá que lo hace por mí [risas].
-Su rostro es sumamente neutro compitiendo. ¿Alguna vez ha tenido miedo en la cancha?
-Pocas veces, pero sí puede ocurrir. No es que sienta miedo propiamente, solo el miedo a perder. He tenido partidos de este tipo, contra Roberto Bautista en Miami, o contra Novak en Australia, en los que no es que sienta miedo, no es la palabra adecuada, pero no encontrás ninguna solución a lo que te están planteando. De eso trata el tenis, tenés que intentar ganarle al rival. Y por eso me gusta.
-Su juego resulta difícil de descifrar. ¿Lo considera una de sus virtudes?
-Sí, siempre trato de sacar algún golpe que vaya a causarle problemas al rival, y por eso en polvo de ladrillo es más difícil, porque por muy bueno que sea el tiro, al rival no le suele hacer daño. El saque es uno de los grandes elementos del tenis. Si sacas bien, te das una buena oportunidad para después, y también hay una serie de automatismos sobre los que trabajas, pero luego tenés que tomar decisiones: ¿Le tiro a su derecha o a su revés? ¿Golpeo plano o le doy con efecto? ¿Hago una drop o le pego con slice? Por todo esto me gusta el tenis.
-¿Quién es un rival más duro, Nadal, Federer o Djokovic?
-Los tres lo son, aunque aún no le he ganado a Roger [0-3]. ¿El más difícil? Es fácil contestar a esta pregunta: Nadal en Roland Garros, Novak en Australia y Roger en Wimbledon [risas].
-¿Qué es lo que está trabajando con mayor insistencia para mejorar en polvo de ladrillo?
-Para ser sincero, lo estoy trabajando todo, porque tengo algunos automatismos de cuando juego sobre superficie dura que no son nada apropiados para la arcilla. Tengo que programar mi mente para jugar diferente, porque juego nueve meses y medio en superficie dura, y de repente llega mes y medio sobre tierra, y es muy diferente. Y claro, no me quiero quedar atrás en el ranking. No es fácil. Una de las cosas sobre las que trabajo mucho es el efecto (spin) de la pelota.
-Hay muy buenos jugadores rusos ahora mismo, además de usted, como Rublev, Khachanov, Karatsev. ¿Encuentra algún punto en común entre todos?
-Creo que todos tenemos un buen revés, incluso considerando que Rublev es un poco más de la escuela española, trata de colocarse para darle con la derecha, pero sigue teniendo un muy buen revés. El revés es algo que tradicionalmente ha sido bueno en Rusia, los rusos siempre hemos tenido un buen revés. También diría que todos somos muy buenos luchadores, algo muy importante en la pista.
-¿Qué sintió cuando le felicitó Putin tras ganar la Copa de Maestros? ¿Qué opina de él?
-Siempre es un honor que el presidente de tu país te felicite. Ganar en Londres [2020] se percibió como un gran éxito en Rusia, algo que siempre es bienvenido. Lo que pienso sobre él ya entra dentro de la política, y procuro no hablar de política en público porque es un asunto muy privado. Hay deportistas que hablan de política y además tienen una voz muy poderosa en el mundo, pero yo me limito a hacerlo solo con mi mujer y mis amigos.
-Juega mucho al ajedrez. ¿Le gustaría dedicarse profesionalmente a ello tras el tenis?
-No, nada que hacer ahí. No soy tan bueno, la verdad. Jugaba mucho cuando era más joven. Sé las reglas, y a veces eso basta para ganar a los amigos, pero sé que no me destaco y que no tengo el potencial para ser ajedrecista profesional. Sí es cierto que me motiva jugar contra amigos, leo libros, miro videos para tratar de mejorar. Sé que jugando solo no voy a mejorar, pero trato de mejorar mi tiempo de reacción, sobre todo si estoy jugando a la PlayStation.
-¿Cómo le gustaría ser recordado?
-Es muy difícil de responder. Quiero hacerlo lo mejor que pueda. Quiero tratar de ganar todos los torneos posibles, entrenar duro, alcanzar mis límites, y que después sea la gente quien decida qué piensa de mí. Simplemente quiero ser yo mismo.
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