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Daniel Orsanic: "Nos ganamos el derecho a soñar"
El capitán de Copa Davis, tras el pase a las semifinales con Bélgica, destacó la fortaleza del grupo, confesó que debió dar explicaciones internas por la ausencia de Pico Mónaco y dijo que le gustaría continuar en 2016
Luce fatigado, Daniel Orsanic. Con paso perezoso, manos en los bolsillos y un poco de carraspera. El capitán nacional recién está descontracturándose por la tensión que vivió durante más de una semana en la serie de Copa Davis frente a Serbia y la clasificación para las semifinales. Apenas tuvo tiempo para besar a sus hijos, encender la TV un rato, responder las decenas de llamados que recibió y comprar remedios para la tos y el malestar corporal. Incluso, le seguían retumbando los festejos en la cabeza y ya tuvo que ponerse en funciones para Desarrollo, yendo al G3 del Buenos Aires Lawn Tennis Club y al G1 en Rosario. "Soy de buen dormir y lo había hecho a la perfección en cada noche de la serie. Pero ahora me aflojé y caí; es lógico", sonríe Orsanic, en un mediodía frío pero soleado. Su caminata, junto con LA NACION, desde el court central del Baltc hasta la confitería del club, es interrumpida una y otra vez: todos lo felicitan.
"En la serie contra Brasil no pudimos festejar, porque terminamos un lunes y parte del equipo técnico y el sparring ya se habían ido. Por eso, apenas nos reunimos esta vez, se hizo un brindis por aquello. Así fue como empezó esta última. Ahora, al definir todo el sábado, estábamos juntos, fuimos a cenar afuera y brindamos. Pero también fue un festejo tranquilo, porque al día siguiente tenían que jugar el Peque (Schwartzman) y Charly (Berlocq). El domingo ya nos fuimos separando. Mi festejo fue yendo al cumpleaños de una sobrina, directo desde Tecnópolis, con la ropa del equipo. Estuvimos en familia, celebrando", añade el hombre que alcanzó el número 24 en dobles (1998), ganó ocho títulos y disputó dos semifinales de Roland Garros.
- A diferencia de tu debut en la capitanía con Brasil, se te observó más suelto y efusivo. Incluso, tras la definición del sábado te quebraste abrazando a tu papá, debajo de una de las tribunas.
– El domingo 12 había sido su cumpleaños 86; es decir, festejamos en su casa y de ahí me fui a la concentración del equipo. Gracias a Dios está bien de salud. Es un amante del tenis, un docente de alma y tener la posibilidad de que esté mirando los partidos, es bárbaro. Hablo mucho de tenis con él; a veces concordamos, muchas otras nos peleamos.
- Branko, tu padre, fue un gran maestro de cientos de chicos en clubes porteños y bonaerenses. ¿En qué sos parecido a él?
–Soy bastante docente también; me gusta transmitir lo que sé. Los valores en los que tanto hago hincapié y molesto (sonríe), me los transmitió él. Es que el respeto hacia el otro es una prioridad y lo practico cada día.
- ¿Es complejo hacer docencia en un grupo de profesionales de un deporte tan individualista?
– Uno asocia la docencia con los más chicos. Estos chicos de la Davis ya están formados, pero en este grupo todo es muy natural, fluye; son personas respetuosas, ubicadas. Le abrimos las puertas a sus equipos de trabajo y respetaron sus lugares, nadie fue invasivo. Eso es clave para que todo funcione. Somos mil, sin embargo se mantuvo una tranquilidad, un orden. En la otra serie también había fluido, pero ahora había un conocimiento. Y se notó.
- ¿Cómo formaron un grupo que congenie y tire para adelante?
–El trabajo me resultó llevadero y agradable; soy yo mismo, no tengo que andar actuando. Cuando uno se muestra tal cual es, todo fluye. Encontré en los muchachos, incluido Del Potro que no jugó, personas que tiran para el mismo lado. Les dimos la oportunidad de que sean ellos mismos. Hay apertura. Eso suma para que un grupo tome su fuerza.
- Que no tengan figuras rutilantes como en otras épocas, ¿ayuda a que haya menos celos?
– A mí me toca estar al frente de este grupo, ser capitán con esta actualidad, entonces no lo sé. Yo me tendría fe en mantener una misma línea y onda sin importar el ranking. Antes que nada, somos personas, deportistas que queremos mejorar. Éste es el grupo que hay, estoy agradecido de poder dirigirlo y ojalá que en el futuro sean figuras aun más destacadas de lo que son. Cuando nos respetamos, nos decimos lo que pensamos y mostramos que podemos tirar para adelante, las cosas se simplifican.
- ¿Qué ocurriría si un día entra alguien nuevo en el grupo y sus actitudes no suman?
– Es que justamente el trabajo está ahí: en generar una identidad para que el que no compartió el comienzo se contagie y forme parte. La Copa Davis nos trasciende a todos, es más importante que los jugadores, que el capitán, que los dirigentes. Si viene uno y se sube al equipo, queremos que esté contento. No es el equipo de un jugador, de un capitán; es el equipo argentino. La copa trasciende a cualquier nombre. Entiendo la ansiedad por ganar una competencia tan importante como la Davis, pero mi foco está en generar identidad, en que cada uno esté en la misma sintonía. Ese es mi sueño y se puede lograr. Estoy convencido de que, como consecuencia, podemos tener logros deportivos que no hemos tenido. Nos ganamos el derecho a soñar. Seguimos aumentando la ilusión después de ganarle a Serbia. Pero es un trabajo del día a día. Nos toca Bélgica, será una semifinal y de visitante; el que opine que será fácil está equivocado y lo vence la ansiedad.
- ¿Qué fue lo más ingrato o molesto que te pasó como capitán? Las versiones sobre la ausencia de Juan Mónaco, ¿por ejemplo?
– Momentos ingratos, gracias a Dios, no tuve. Las opiniones diferentes y las críticas las acepto. No pretendo tener a todo el mundo de acuerdo, es imposible. Pero no me persigo. Son mucho más fuertes mis convicciones que las críticas. Para lo que me sirven las críticas es para revisar lo que hacemos; las tomo. Sé que tengo mayor exposición en cuanto a las decisiones que puedo tomar. En la serie anterior, dentro del grupo hubo que explicar diferentes decisiones. Siempre estuve seguro de las que tomé, pero desde afuera a los jugadores se les generó intranquilidad por el tema de que Pico no estaba, pese a que se encontraba jugando bien.
- ¿Diste explicaciones internas?
– Lo primero que hice cuando me junté con ellos fue aclarar todo, para no dejar nada abierto. Era fundamental. Ahí empezó el trabajo. ‘Muchachos, esta es mi manera de pensar, esto creo yo, por esto y por esto se decidió tal cosa’, les dije. Ahora hubo muchas menos opiniones en cuanto a la convocatoria.
- ¿Te sentiste subestimado por la opinión pública cuando te nombraron capitán, teniendo en cuenta que se mencionaban otros apellidos más mediáticos?
– Cualquier nombre era más mediático que el mío. No me sentí subestimado, no. Me sentí confiado y por eso acepté.
- ¿No dudaste en aceptarlo?
– No. Hacía poco tiempo que estaba en Desarrollo y todavía me estaba acomodando en diagnosticar la situación. Pero la Davis llegó bastante rápido. Recuerdo que ya en septiembre me junté con Martín (Jaite) y me dijo que no iba a continuar. Mi nombre se empezó a nombrar, me lo ofrecieron, me tomé un tiempo para pensar. Sentí que lo podía llevar adelante de buena manera. Ser capitán de la Davis es un honor.
– Entre la primera y la segunda serie tuviste cuatro meses. Acá serán dos. ¿Cómo vas a planificar las semifinales con Bélgica?
– Es verdad, se va a pasar más rápido. Lo más probable es que vaya al US Open. El tema es qué van a jugar los muchachos, cuántos torneos en cancha de cemento. Son temas a discutir, a hablar, pero prefiero dejar pasar algunos días para que cada uno se empiece a ordenar. Alguien de la AAT viajará a Bélgica también. Ellos juegan mucho en polvo, pero no creo que lo hagan contra nosotros. Me imagino una cancha dura, con un pique rápido, casi al límite de lo permitido. Recuerdo en 2004, cuando fuimos a Minsk (N. de la R.: como asistente de Gustavo Luza), que era injugable. También depende de qué pelotas ponen, porque ahí parecían de golf, era otro deporte.
- Cuando asumiste como capitán te anunciaron por un año. ¿Te gustaría seguir en 2016?
– Dependemos de las acciones más allá de que alguien pueda fijar un período. Un año es muchísimo tiempo si hacés todo mal y cualquier período más largo de eso está bien si hacés las cosas correctamente. Yo, con mis jugadores, arreglaba por año, porque sentía que si les planteaba contrato por cinco años les ponía presión. Quiero hacer las cosas bien, si eso deriva en la continuidad, bien. Si lo hago mal, no quiero estar
- ¿Y cómo sentís que estás haciendo las cosas?
– Creo que bien.
- Entonces, te gustaría seguir.
– Sí, sí. Pero siempre regido por las acciones, no por un contrato.
La lupa en los elegidos por el capitán
Orsanic, sobre los jugadores que utilizó en la Copa Davis
Leonardo Mayer: "Leo tiene una mezcla de nobleza, de simplicidad y de orgullo que lo hacen muy querible. Es muy buen tipo".
Diego Schwartzman: "El Peque, en el buen sentido, es un atorrante, un divino. Me encanta su carácter, es ganador, disfruta mucho de lo que hace y tiene frescura".
Federico Delbonis: "Tiene una ilusión y unas ganas de aprender enormes. Es simple, siempre se mostró bien predispuesto para lo que le tocara en el equipo".
Carlos Berlocq: "Más allá de lo profesional y de lo guerrero que sea, es la muestra de lo que se puede conseguir con ímpetu. Ha vivido momentos en su carrera que nadie había imaginado y todo gracias a su entereza, a su empuje. Disfruta del esfuerzo, de cansarse, de entrenarse. Es un ejemplo espectacular".
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