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Cuando París fue de Vilas
Hoy se cumplen 30 años de la conquista del zurdo en el Bois de Boulogne
PARIS (De un enviado especial).– A los 54 años, Guillermo Vilas se pasea por Roland Garros como un prócer. La indumentaria negra tan típica en él le da un aire de solemnidad que rompe con sonrisas hacia los cuatro puntos cardinales, especialmente cuando se sienta en la primera fila del palco oficial, muchas veces al lado de su amigo Christian Bîmes, presidente de la Federación Francesa de Tenis.
Hace exactamente 30 años, Willy también se paseaba por el Bois de Boulogne, pero vestido de tenista. Y corría cada centímetro del court central, que aún no se llamaba Philippe Chatrier. Desquiciaba a sus rivales, los aplastaba, los dejaba exhaustos y con una derrota generalmente abultada como recuerdo. También tenía el pelo largo, pero usaba vincha. Y también saludaba a los cuatro costados, como ahora: el 5 de junio de 1977, Guillermo Vilas conquistaba por única vez Roland Garros y obtenía el primero de sus cuatro Grand Slams.
En esa tarde húmeda, con llovizna, el mejor tenista argentino de la historia marcaba, además, un récord aún vigente al vencer al norteamericano Brian Gottfried por 6-0, 6-3 y 6-0 en 1h53m: fue el triunfo más holgado en las finales de Roland Garros.
Vilas no duda cuando su cabeza retrocede 30 años: “Fue un año mágico”, dice no con poca razón. Aquel 1977 fue el mejor de su carrera con 16 títulos, incluido el US Open, en Forest Hills. Un año en el que fue el mejor de todos y salió en la revista Tennis World como N° 1, ese puesto que por los caprichos de los rankings de entonces no tuvo oficialmente.
“Aquella final fue el corolario de muchos años de buscar y trabajar. Tenía tanta información en la cabeza...”, evoca Guillermo. “Cuando llegamos a París, recuerdo que Ion me dijo: Hasta ahora, todas las cosas las conversamos siempre, pero acá voy a decidir yo. Y yo lo dejé, porque él no se equivocaba casi nunca”, contó Vilas sobre Tiriac, el entrenador con el que llegó a la cumbre mundial y marcó una época junto con Björn Borg, Jimmy Connors y John McEnroe, entre otros. En el hotel Sofitel Sèvres, Tiriac le impuso un riguroso plan de trabajo; Vilas bajó de 77 a 74 kilos, ganó en velocidad y demolió sucesivamente a Franulovic, Prajoux –el único que le ganó un set–, Mitton, Stan Smith, Fibak, Raúl Ramírez y Gottfried, otro que está por estos días en Roland Garros.
“Yo no recuerdo las fechas exactas, la única, que nunca supe pero después la recordé por algo especial que pasó después, es la del US Open. Por el 11 de septiembre, el día que se cayeron las torres”, explicó Guillermo, que aquí tiene el récord de partidos jugados (73) y de victorias (56), y en su carrera totalizó 62 títulos.
Vilas vive feliz sus días en este torneo que lo elevó al olimpo del deporte argentino hace 30 años. Ya no corre pelotitas, sino a su hija Andanin, de 3 años, que va de aquí para allá y en el encuentro saluda estrechando la mano. Cerca está Piang Pathu, su mujer, con la que comparte su departamento de Avenue Foch, a unos pasos del Arco de Triunfo. París es su lugar de alguna forma. Tiene razones.
Gottfried dice que era como jugar con Nadal
Brian Gottfried, rival de Vilas en la final de Roland Garros 1977, recordó aquella definición: "Fue muy rápida. Guillermo jugó fantástico ese día. En realidad no fue tan sorpresivo, porque fue el mejor jugador esa temporada y era muy difícil jugar contra él, sobre todo en canchas lentas.
Enfrentar a Vilas aquel año en polvo de ladrillo era como jugar hoy con Nadal. Los dos son zurdos y con un estilo muy parecido: no dan ninguna pelota por perdida, bolas altas, con un gran rebote, y con mucho efecto. Ahora es distinto, porque las raquetas son diferentes, antes jugábamos con las de madera, y las pelotas eran más pesadas. Nos tocó jugar cinco veces en el 77: me acuerdo de que al principio nos enfrentamos en canchas duras y le gané yo, pero cuando empezó la temporada de polvo de ladrillo, él me ganó tres partidos seguidos".
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