Copa Davis: el sparring que se hizo tenista porque tenía colesterol alto y en octubre se irá de viaje de egresados

PESARO, Italia.- Genaro Olivieri nació con cuatro kilos y medio. No llegó a la obesidad, pero al tiempo tuvo algunas alteraciones en la salud. De niño le diagnosticaron colesterol alto. Con cierta alarma, un médico de Bragado, su lugar de origen, les recomendó a sus padres, Carlos y Silvia Moreno, que lo hicieran practicar deportes. Comenzó a jugar al fútbol, al básquetbol, a nadar. Hasta que a los seis años empuñó una raqueta. Empezó a hacer "canasto" con una profesora, y tuvo semejante facilidad que al tiempo lo inscribieron en un torneo en Chivilcoy y llegó a la final. Le tomó el gustito a la competencia y tanto evolucionó que, hoy, a los 17 años, es el sparring que acompaña al equipo argentino de Copa Davis en los cuartos de final ante Italia.

"Ahora estoy normal de peso. Pero había un tiempo en el que estaba muy flaco; tenía algunos desarreglos en el cuerpo. Hoy estoy trabajando con un nutricionista y tengo muy buena masa muscular", le cuenta Olivieri a LA NACION. Tiene baja estatura (1,72m) teniendo en cuenta la media de un circuito en el que cada vez se observan más torres. No es casual que posea como espejos a jugadores como David Ferrer, David Goffin y Kei Nishikori, que luchan contra los gigantes con otras armas. "Me gusta ver cómo se mueven, lo sólidos que son desde la base, cómo se mueven para sacar. Aprendo mucho estudiándolos", explica el hincha de Boca Juniors y admirador de Carlos Tevez, que es entrenado por Gonzalo Bernardo y Juan Ignacio Siga, y preparado físicamente con Martín Anselmi.

Carlos y Silvio Olivieri, padre y tío de Genaro, respectivamente, fueron populares campeones pelotaris de Bragado y sus alrededores. "Cuando mi papá jugaba a la pelota paleta yo lo iba a ver. Me entretenía mucho. Es un lindo deporte, muy exigente", dice Genaro, quien todavía sigue yendo al colegio. Está en el sexto año del Normal de Bragado. "Nunca dejé de ir a la escuela. Por suerte me entienden y me apoyan en lo que hago. Cuando falto me mandan los trabajos o rindo todo antes de irme. Claro que aviso con tiempo y dependiendo de los cierres del trimestre", añade Olivieri, un tenista diestro –como los cuatro italianos que jugarán en Pesaro- y con revés de dos manos. Y agrega: "En mi pueblo las mejores escuelas son públicas. Yo voy con mis amigos y no quiero dejar. Después de los viajes es como un volver a mi lugar, a mis raíces. En octubre estará el viaje de egresados a Bariloche y es muy probable que vaya, porque en esa época ya no hay competencia en Grand Slam, no me perdería nada y me tomaría vacaciones ahí para ir".

Olivieri ya compitió para la Argentina en el Mundial Sub 14 de Prostejov y en el Sub 16 de San Luis Potosí. El capitán Daniel Orsanic está involucrado en Desarrollo y estuvo presente en el último Roland Garros junior, cuando Olivieri alcanzó los cuartos de final. "Ahora yo estaba en Londres jugando Wimbledon cuando me llamó Daniel diciéndome que tenía una propuesta. Fue una gran alegría cuando me lo confirmó. Si esta semana no me quedaba en Europa ya tenía planificado ir al colegio. Antes de las vacaciones de invierno, seguramente había alguna prueba, pero bueno…", comenta, pícaro. Asegura que tiene todo aprobado del primer trimestre y que le atraen las matemáticas. Su padre es contador y, dependiendo cómo le vaya en el tenis, no descarta seguir en esa profesión.

Ser sparring es una experiencia valiosa para los tenistas. Algunos no tienen la suerte de pasar por esa etapa. Como Juan Mónaco, por ejemplo, que directamente debutó en el equipo principal en Minsk ante Belarús, en 2004. Guido Pella fue peloteador en la serie ante Austria, en Linz, en 2007, cuando Del Potro debutó en la Copa Davis. El tandilense fue el "junior" ante Belarús, en 2004. Mientras que el primer contacto de Federico Delbonis con la Davis fue en 2010 cuando viajó a Estocolmo para jugar ante Suecia, pero en la semana fue reemplazado por David Nalbandian, que se sumó a mitad de semana. Ese mismo año, el azuleño fue sparring ante Francia, en Lyon. "Pero no tuve ningún bautismo, nadie me rapó", sonrió el zurdo. Olivieri tendría la misma suerte. "Es tan bueno que no dan ganas de hacerle ninguna maldad", contaron los jugadores, complacientes, sobre Olivieri, un chico que nunca olvidará esta experiencia italiana.

st/cd/ae

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