El domingo que puede marcar el antes y después de un inefable fervor

ZAGREB.– Y llegó el domingo. También para Juan Martín Del Potro , breve y lúcido al sintetizar lo que significa el día de hoy: “Creo que pensamos todos en el domingo desde que gané el viernes”.

Exacto, este domingo 27 de noviembre de 2016 que puede incorporarse como quinto hito a la lista de las decepciones o transformarse en divisor de aguas, en un antes y un después, en ese día en el que todo cambió para que nada en el tenis argentino, nunca jamás, volviera a ser como antes.

Añade Del Potro: “Estamos ante el último día de la final y tenemos que dejar todo lo que nos queda y después ver cómo termina todo. Los favoritos siguen siendo ellos como al principio de la semana. Tienen un poco la ventaja de estar 2-1 arriba y de que pueden entrar sin tanta presión. De nuestro lado sabíamos que esto podía pasar, pero también que podíamos estar peor y que la final hubiera terminado el sábado con un 3-0 para ellos. Llegar al domingo final del año en la temporada y la Copa Davis cuando jugamos todo de visitantes… Nadie pensaba que íbamos a estar aca”.

¿Es tan importante ganar la Copa Davis ? ¿Se justifica, en serio, tanta atención, tanta tensión y tanta presión?

Pregunta para los 4000 argentinos que desde el viernes no dejan de gritar, saltar, bailar, cantar y divertirse en el Arena Zagreb, un hermoso estadio para 15.000 espectadores que es toda una envidia para una ciudad como Buenos Aires. Pregunta para ellos, sí, porque por algo están ahí. Son muchos más que los suizos que hace dos años cruzaron la frontera manejando sus autos para ver si Roger Federer, por fin, ganaba la Copa Davis. Son mucho más ruidosos, entusiastas, apasionados y entregados que aquellos correcto helvéticos. Porque no son suizos, claro, pero sobre todo porque son de la Argentina, el país en el que el tenis se vive como en pocos. No existe prácticamente país en el mundo en el que el tenis tenga el nivel de exposición y de conocimiento que logra en el sur de Sudamérica. El día que Rafael Nadal se retire, los españoles volverán a convertir el tenis en un asunto deportivo de tercer rango. El día que Federer y Stanislas Wawrinka cuelguen la raqueta, los suizos volverán a tener sólo ojos para el esquí, el hockey sobre hielo y el hockey.

La Argentina, el país del fútbol, nunca fue así. El tenis, desde que Guillermo Vilas le diera carácter de deporte popular, siempre estuvo ahí. Por eso es que la Davis se transformó en los últimos años en una obsesión. Hubo que esperar 25 años entre la primera, 1981, y la siguiente, 2006, pero en las últimas 11 ediciones la Argentina escaló cuatro veces hasta la final. Y cuatro veces se fue con las manos vacías. Es como decía a principios de la semana la web de la Federación Internacional de Tenis (ITF): “En el deporte, nadie quiere ser recordado como el mejor equipo o jugador que nunca logró el éxito”. Podría decirse –es lo que viene pregonando insistentemente Del Potro en los últimos días– que llegar a la final con un equipo sin ningún “top 20” y jugando todas las series de visitante es un éxito en sí mismo. Y tiene razón, claro. Pero pregúntenle si es un éxito perder la final que se juega desde las 10.00 de hoy. Ni él ni sus compañeros firman ese “éxito”. Porque es bien real que no hay país que haya llegado cinco veces a la final de la Davis para perder todas, pero también lo es que siempre hay una primera vez.

Croacia está a un punto de que el titular negativo, el de las cinco finales perdidas, se haga real. Ayer, con el 7-6 (7-2), 7-6 (7-4) y 6-3 de Marin Cilic e Ivan Dodig sobre Del Potro y Leonardo Mayer , la final colgó el cartelito de “2-1” a favor de los locales. Por eso es que hoy en Zagreb alcanza con que Cilic venza en el primer turno a Del Potro, o incluso con que, si el tandilense ganara, Ivo Karlovic se imponga en el quinto punto a… ¿Mayer? ¿O a Federico Delbonis?

Daniel Orsanic , el capitán, decidió anoche quién jugaría. Sea quien fuere, tiene clara la fórmula necesaria para que hoy todo termine en festejo: ganar y ganar. No hay otra. “Para ganarle a Croacia hay que lograr triunfos que en los papeles no pueden ser”.

¿Le jugará en contra a Cilic la presión de ser local de buscar ganar por segunda vez la Davis? Del Potro, que derrotó a Cilic ocho de las diez veces que lo enfrentó y que no pierde con el croata desde 2011, cree que no: “Cilic es lo suficientemente bueno como para aprovechar eso bien. A cualquiera le gustaría estar en su situación”.

Y a cualquiera en la de Del Potro. Hay hombres que buscan a lo largo de toda una vida un destino que no saben bien cuál es. Él, en cambio, lo tiene en la mira, perfectamente identificad: debe derrotar hoy al número seis del mundo para abrirle paso a un compañero de equipo que, si se pusiera a pensar fríamente –mejor que no lo haga–, no va a poder creer lo que está viviendo. Le van a pedir, salvando ciertas distancias, que sea el Kempes del 78, el Maradona del 86, el Fangio de los ‘50, el De Vicenzo de los ‘60, el Monzón de los ‘70… Le van a pedir que deje una huella por generaciones. Y, se sabe, eso no es para cualquiera.

Si el historial es negativo en las finales de la Copa Davis para la Argentina, al menos los cuatro jugadores en Zagreb tienen saldo a favor en la cuenta de triunfos y derrotas en el certamen: Del Potro, 13-4, Mayer, 11-3, Delbonis, 4-2, y Pella, 2-1. Además, el de Tandil y el Yacaré están invictos este año, con 2 y 3 victorias respectivamente. En sus 24 temporadas en el Grupo Mundial, nuestro país suma 38 éxitos y 23 derrotas.

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