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Zeballos hizo historia: le ganó a Rafa Nadal y se coronó en Viña del Mar
El marplatense consiguió su primer torneo ATP al superar al español, que volvió al circuito luego de 7 meses de inactividad; fue 6-7, 7-6 y 6-4; sólo Federer y Djokovic habían conseguido vencerlo en una final sobre superficie lenta.
Jamás olvidará Horacio Zeballos la tarde-noche de ayer en Viña del Mar. Para siempre guardará cada retazo de un domingo inolvidable. Del día en que conquistó su primer título de ATP, con una victoria sobre Rafael Nadal, nada menos; ese rival al que, horas antes, en su cuenta de la red social Twitter, había definido como "Dios" en una cancha de tenis. Y lo venció con una actuación consagratoria. Sí, es cierto que Rafa recién volvía tras siete meses de inactividad; tan cierto como que su presencia impone siempre respeto, y había llegado a la final sin mayores sobresaltos. Ante un adversario de los quilates del zurdo de Manacor, Zeballos ofreció lo mejor de su repertorio; su zurda dibujó trazos mágicos, hasta quedarse con un triunfo de carácter histórico. Porque, sin exagerar, sobran los dedos de una mano para contar cuántos jugadores vencieron a Nadal en una final sobre polvo de ladrillo, esa superficie naranja en la que el manacorense se hizo emperador. Para vencer a un gigante hay que jugar como un gigante, y Zeballos lo hizo, con un triunfo por 6-7 (2), 7-6 (6) y 6-4, en 2 horas y 46 minutos de batalla memorable; un triunfo que le permitirá volver a formar parte del Top 50.
Horacio Zeballos hizo historia. En una final durísima, le ganó al especialista en polvo de ladrillo, Rafael Nadal, y se consagró en el ATP 250 de Viña del Mar.
Este triunfo llegó en un momento especial para Zeballos. Desde hacía varias semanas, ya había demostrado su notable recuperación en el circuito. Pero, también por la trascendencia que, sin querer, cobró una ironía sobre Juan Martín del Potro, con aquel "¿quién?" de tono polémico con el que respondió cuando le preguntaron si habían recibido una felicitación de Delpo tras el éxito sobre Alemania. Zeballos le ofreció disculpas a Delpo y pidió perdón por la equivocación; hacer autocrítica y reconocer un error también es aprender una lección que no muchos están dispuestos a admitir, y eso también tiene su mérito. "Yo empecé a jugar al tenis porque mi viejo -también llamado Horacio, y que en el ambiente del tenis es conocido como el auténtico Zebolla, apodo que luego traspasó a su hijo- me inculcó el deporte como algo sano y lindo, y así lo tomo yo, para disfrutarlo", contó en ese pedido de disculpas, y también lo recordó anoche, durante la ceremonia de premiación, con su padre como espectador de lujo en la tribuna.
Antes de este cruce con Nadal, Zeballos sólo había jugado una final de ATP, en la carpeta bajo techo de San Petersburgo, en noviembre de 2009. Era otro momento de su carrera, casi otro jugador. Allí tocó el puesto 41° del ranking, y se ganó el premio como "revelación del año" del tour. Pero comenzó a declinar, y las bajas actuaciones lo empujaron hasta debajo del top 100. Buscó un cambio y los buenos resultados empezaron a llegar a fines del año pasado, con festejos en los Challengers de Montevideo y Sao Leopoldo; mantuvo el paso ganador en San Pablo, en enero pasado, y esa confianza se reflejó en la Copa Davis: fue decisivo en el dobles -junto con Nalbandian- para darle a la Argentina el punto del triunfo contra Alemania. Entonces llegó ese "quién" innecesario, aunque luego dio la cara para reconocer la falla. Enhorabuena.
Anteanoche, después de ganarle a Carlos Berlocq, un poco en serio, otro tanto en broma, Zebolla señaló: "Quiero una revancha contra Nadal", mientras recordaba la holgada derrota que había sufrido contra Rafa en Roland Garros 2010. Y, distendido, en una conferencia de prensa despoblada porque la mayoría de los cronistas estaba viendo a Nadal. agregó: "Quiero sentir nuevamente lo que es no tener chances de ganar".
Pero en la final, y lejos de rendirse a la presunta superioridad del español, Zeballos jugó con soltura, dispuesto a disfrutar el cruce con el número 5 del mundo. Se le fue el primer tie-break, pero mantuvo la actitud positiva y el buen juego, y forzó otro desempate; allí sí, logró doblegar a Rafa, y llevó la final a un tercer e incierto capítulo. Si hasta allí Zeballos encendía el asombro, faltaba aún un paso más. Y lo fue a buscar; se puso match-point con un zurdazo cruzado; desconcertado, Nadal dejó un drive paralelo en la red. Y Zeballos se dejó caer, feliz, cumpliendo aquello que le inculcó papá Horacio, de jugar al tenis para disfrutar. Y ante el emperador del polvo de ladrillo, nada menos, jugó el mejor encuentro de su carrera, el partido que siempre soñó.
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