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Cómo le cambió la vida a Pella tras un Wimbledon que jamás olvidará
LONDRES.– La primera vez que Guido Pella compitió en Wimbledon se desgarró el isquiotibial derecho, lesión que lo obligó a permanecer un mes inactivo. Fue por la primera rueda de 2013: el bahiense era 76º del circuito y, en una de las canchas más pequeñas del All England, la número 7, disputaba el quinto set frente al canadiense Jesse Levine cuando corrió una pelota, se resbaló, sintió un pinchazo en la pierna y quedó tendido sobre el césped, inmóvil, dolorido. "¡Me rompí todo!", gritó, desencajado. Abandonó el partido, pero no pudo dejar la cancha por sus propios medios: salió en camilla, llorando.
"Después de esa vez, dije: ‘No juego nunca más’. Ese primer año ni siquiera podía plantarme en el pasto. Un par de años después volví, no gané ningún partido, pero ya me sentí más cómodo. Y el año pasado llegué a cuartos de final de un ATP, que me tocó Federer. No voy a decir que el césped es la superficie que más me gusta, porque estaría mintiendo. Pero no lo cambio por nada. Si me decían que en mi vida solo iba a llegar a los cuartos de final de un Grand Slam, hubiera elegido Wimbledon por todo lo difícil que es acostumbrarse a una superficie en la que ahora ya está, no jugamos más hasta el año que viene. La dificultad es mucho mayor al polvo de ladrillo o al cemento". El relato de Pella, hecho ahora, adquiere matices muy pintorescos. La mejor tarea del zurdo en torneos de Grand Slam había sido las terceras ruedas de Wimbledon y del US Open 2018; nunca había alcanzado la segunda semana en un major. Pero el tercer grande de la temporada lo encontró como uno de las ocho raquetas más destacadas: la aventura terminó frente a la regularidad del español Roberto Bautista Agut (23º), que se impuso por 7-5, 6-4, 3-6 y 6-3, en 3h6m.
Pella apenas ascenderá un par de posiciones en el ranking (llegaría al 24º; su mejor posición histórica fue 21º, en mayo pasado). Pero en el equipaje se lleva demasiados objetos y situaciones auspiciosas con miras al futuro inmediato. "Este torneo me dio la pauta de que aun en torneos de Grand Slam puedo llegar a jugar bien y eso me cambia la planificación, porque la semana previa a los torneos grandes siempre hay ATP 250 que, si uno los juega bien, te desgasta para el Slam. Con mi equipo tendremos que hacer ajustes en los torneos previos y en los posteriores si, obviamente, sigo ganando en este nivel. Vamos a tener que planificarlo bien, porque el tenis requiere un desgaste mental muy grande y hay que tratar de llegar lo mejor posible a todos los torneos", reconoce Pella, el cuarto argentino de ATP en llegar a los cuartos de final de Wimbledon, además de Vilas, Nalbandian y Del Potro. Y aporta: "Sentía que podía jugarle de igual a igual a cualquiera, pero poder lograrlo en un Grand Slam es lo que me faltaba".
"Me parece que su techo todavía está alto. Tiene margen para seguir progresando y evolucionando", sentencia, sumamente satisfecho, José "Chucho" Acasuso, entrenador de Pella desde el año pasado. "En su momento, lo que le dije a Guido fue que entró en un ranking y en un nivel ganando diferentes torneos pero que ahora tiene que ir más preparado a cada competencia, porque cada torneo es una oportunidad para él. Ya no podés ir como antes, que capaz que tenés un ranking 60 o 70, te vas a una gira de cinco semanas y si te va bien en un torneo y en cuatro no, no importa porque sacás los puntos para mantenerte ahí. No, ahora ya está en un ranking que le da la obligación de participar de los mejores torneos y hoy en día en cualquier torneo le puede ir bien. Ahora hay que planificar muy bien, no hay que jugar por jugar, porque el calendario es muy duro, sobre todo cuando te va muy bien. En la gira pasada, que llegó a cuartos en Montecarlo, Barcelona y Munich, experimentó cosas nuevas, se sintió cansado mentalmente porque no estaba acostumbrado a tener tres semanas buenas y en partidos de tanta presión. Hay que empezar a dosificar bien los momentos, son cosas nuevas que está viviendo y las está asumiendo bien".
Pella está anotado para participar de los ATP 250 de Umag, desde el lunes próximo, en el que defiende 150 puntos por la final de 2018, y Gstaad, desde el 22 del actual. Sin embargo, en las próximas horas decidirá qué hacer: si viajar igual a los últimos torneos sobre polvo de ladrillo de la temporada, o descansar y preparar directamente la gira sobre cemento norteamericano, lo que es más lógico, saludable y probable. "En Guido veía a un tipo muy sólido, que defendía bien y corría mucho. Le faltaba más de agresividad, tener puntos gratis y cerrar en la red, porque además entiende bien el juego adelante. Fuimos explorando un poco eso y lo principal es que se convenció de que lo podía hacer. Se jugó a salir de la zona de confort. Sabía que para estar 70 del mundo toda su carrera le alcanzaba, pero que si quería ir por más necesitaba agregar cosas. Asumió ese desafío y le está yendo bien", confiesa Acasuso.
Y los rivales, a partir de su crecimiento, empezaron a observarlo de otra manera, como en su momento sucedió con Diego Schwartzman, que estuvo a un escalón de ingresar en el Top 10. "La gente lo conoce como un jugador duro, pero ahora logró que lo vean como un tipo completo –dice Acasuso–. Y el respeto se lo va ganando con los partidos, con cómo lo ven jugar y hacer las cosas. No es solo un partido: es lo que hacés en el club, lo que comés…, acá los jugadores y los entrenadores te miran todo, cada detalle. La confianza es difícil construirla, lleva mucho tiempo, pero es fácil perderla. Entonces, ahora que la tiene, hay que aprovecharla".
Pella coincide con la mirada de Acasuso. "Sé que los rivales me ven de otra manera y eso es lo que más me gusta. Puedo perder, pero ahora el que quiera ganarme va a tener que sufrir. Si me gana es porque va a correr más. Eso es lo más valioso que se puede conseguir en el tenis: el respeto de los colegas". Y también obtuvo la admiración de un público exigente y conocedor de tenis, como el británico, que lo despidió como a una figura en el Court 1, endulzándole los oídos de tal manera que, seguramente, Pella jamás olvidará.
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