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Carlos Alcaraz, el niño maravilla que revoluciona el tenis mundial: “El cielo llegó mucho más rápido de lo que pensaba”
El español de 19 años, exlíder del ranking y actual N° 2, jugará por primera vez en el ATP de Buenos Aires; charló con LA NACION sobre su creatividad, presiones y nuevos objetivos
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Los más de 34 grados (a la sombra) no son un obstáculo para el público que se desvive buscando el mejor ángulo del Buenos Aires Lawn Tennis Club para ver entrenar al niño maravilla. Las personas se amontonan en la cumbre del court central de espaldas al partido que allí se juega, se acuestan en el piso ardiente intentando encontrar una hendija en la lona, visualizan desde el último escalón de una cancha contigua... Carlitos Alcaraz, el tenista de apenas 19 años que la temporada pasada rompió los límites convirtiéndose en el número uno más joven de la historia y conquistó el US Open, es la gran atracción de la 23ª edición del ATP de Buenos Aires. Es una visita ilustre. No llegó en la cima del ranking (lugar que le arrebató Novak Djokovic en Australia), pero lo hace como número dos, después de casi tres meses sin competir por dos lesiones distintas (en el abdominal y en la pierna derecha). Su figura imanta.
El español nacido en El Palmar, una pequeña localidad de 24.000 habitantes de Murcia, en el sureste de la península ibérica, llegó al país por primera vez. Lo hizo con su padre (Carlos) y su hermano mayor (Álvaro), también con su tío, su agente (Albert Molina, exrepresentante de los españoles David Ferrer y Nicolás Almagro), su fisioterapeuta (Juanjo Moreno) y Toni Cascales, el emblemático coach de Juan Carlos Ferrero. El Mosquito, número uno del mundo en 2003, campeón del ATP porteño en 2010 y principal entrenador de Alcaraz, le dio referencias del torneo a Carlitos mas no pudo acompañarlo. El adolescente cuya popularidad alcanzó lo más alto del Empire State Building en septiembre pasado, generó una verdadera locura desde que llegó a Buenos Aires, el viernes por la mañana. Y la efervescencia se potenció este sábado, en la primera jornada de la clasificación, con cientos de amantes del tenis recorriendo los rincones del club.
Después de un intenso entrenamiento con el británico Cameron Norrie (11°, segundo favorito del Argentina Open) en el court 12, Alcaraz recorrió unos pocos metros hacia el vestuario, completamente sudado y cubierto con una toalla blanca, pero detuvo la caminata para firmar autógrafos y tomarse selfies (algunas tomadas por él mismo). No compite desde noviembre y por ello quiso llegar al Argentina Open con un aceptable tiempo de adaptación. Debutará el miércoles por la noche ante el vencedor del partido entre Fabio Fognini (Italia; 58°) o Laslo Djere (Serbia; 62°), directamente por los octavos de final.
“Este será mi primer torneo desde París-Bercy. Ya han pasado casi cuatro meses, pero cuando entro en el court siempre pienso en ganar, en no especular. Sé que no va a ser fácil después de tanto tiempo sin jugar al máximo nivel, pero he venido unos días antes para entrenar con jugadores buenos e ir tomando ese ritmo”, expresa Alcaraz, ante LA NACION, mientras sostiene una réplica de la portada del diario del 11 de mayo del año pasado, tras un reportaje exclusivo realizado tres días después de conquistar el Masters 1000 de Madrid, torneo en el que venció -entre otros- a Rafael Nadal y Novak Djokovic.
“Estoy preparado para ganar un Grand Slam y mi sueño es convertirme en número uno. Quiero seguir escalando hasta donde llegue: si puedo hasta el cielo, mejor”, sentenció Alcaraz, en ese momento de alto impacto, sobre sus ambiciones en el mundo de las raquetas. Para algunos pudo sonar arrogante, pero el engreimiento parece no estar en los modales de Carlitos. Lo expresó con convencimiento y, pocos meses después, sus anhelos se cristalizaron.
“La verdad es que el cielo llegó mucho más rápido de lo que pensaba. Digo que he tocado el cielo con las manos, pero en base a los resultados. A lo mejor no llegué en cuanto al nivel o de otros aspectos. En definitiva, tengo que seguir creciendo en otros aspectos, como jugador, como persona, es importante crecer en todos los ámbitos. Ya he escalado al cielo, pero tengo que seguir madurando. Los mejores de la historia del tenis, como Rafa, Roger (Federer) y Novak, nunca se han estancado y han ido mejorando con el tiempo. Espero dar esos pequeños saltos y mejorar mi tenis, a nivel físico y a nivel mental”, aporta Carlitos, que luego de Buenos Aires competirá en los ATP 500 de Río de Janeiro y Acapulco.
-¿Por qué tenías la certeza de que ganarías un Grand Slam el año pasado? ¿No fuiste arriesgado al afirmarlo? ¿Pudiste haber sonado soberbio?
-Yo creo que la seguridad en uno mismo es súper importante. Y todo en exceso tampoco es bueno, ¿no? Yo estaba convencido de que podría hacer un buen resultado en un Grand Slam muy pronto. Dije que lo ganaría y, gracias a Dios, vino. Confío mucho en mi equipo, confío mucho en el trabajo y en mí mismo, y en el nivel que estaba mostrando. En general no falla si hacés un buen trabajo, si tienes buen nivel y buena mentalidad. Al final, los resultados llegan. Pueden llegar antes o después, pero llegan. Y a mí me llegó en el US Open.
-¿Cuál es tu secreto?
-Pienso que el coraje con el que juego. No tengo temores, da igual quién tenga de rival. Eso ha sido básico para conseguir lo que ya obtuve. Siempre me he tomado de manera natural el hecho de enfrentarme a los mejores. Esa ambición me ha hecho ser lo que soy ahora mismo.
Asombrosas jugadas de Alcaraz
-Es paradójico, pero la misma temporada en la que se retiró Federer, el gran artista del tenis, apareció un elegido: tu figura. ¿Te quedó una cuenta pendiente al no poder enfrentarlo?
-Sí, la verdad que sí, me hubiera encantado jugar contra Roger, hubiera sido un sueño. He jugado contra Rafa y contra Novak, pero no ha podido ser contra Roger. Es una lástima. Yo amaba su tenis. A mí me encantaba verlo jugar. Estaba todo el día viendo sus highligst, viendo partidos. El Big 3, el Big 4 estaba siempre en lo más alto de cada torneo y lo veía mucho.
-Se entiende que tu acelerado ingreso en la súper elite te sometió a un estrés extra. ¿Pertenecer a un sitio tranquilo y estar siempre bien arropado por tu familia hace que enfrentes el compromiso con más naturalidad?
-Sí, yo creo que sí. Venir de una zona tranquila, de un pueblo pequeño en el que todo el mundo te conoce, donde yo salía con mis amigos y donde prácticamente nos conocemos todos con todos, ayuda. Ayuda a no irte muy arriba, a que no se te suba la fama a la cabeza, a no hacer cosas que no sean buenas para uno. En general, lo he llevado todo muy bien, con mi familia, con mis amigos, con mi equipo…, que son todos gente muy seria, muy profesional. Y por ello es también por lo que voy en buen camino. No me quiero mover de casa. La fama me la tomo como algo natural. Hago una vida normal, aunque es verdad que soy un poco más reconocido que antes. Soy muy cercano con la gente y me gusta seguir así, porque veo cómo me anima y está detrás de lo que hago.
-Contaste que los rivales te jugaron de una manera distinta desde que alcanzaste la cima del ranking, con mayor empeño. ¿Ya no ser número uno te quita presión?
-No fue estresante como tal, pero tenía claro que los rivales me observarían de otra manera. Sabía que eso iba a pasar. Los jugadores, al final, siempre quieren ganarle al número uno, a los jugadores que están arriba en el ranking y van a dar cualquier cosa por lograrlo. Noté ese cambio, sí, sí. Llegó un punto en el que los jugadores incrementaban su nivel cuando jugaban contra mí. ¿Si me quitará presión ahora que soy el número dos? Puede ser, puede ser... Pero en mi caso no estaba pensando en sostener el número uno, ni en querer quedarme ahí todo el año. Tenía claro que me lo iban a quitar. Ha sido hace poco, pero no vivía con la presión de pensar: ‘Voy a jugar porque no quiero perderlo’. Entraba a la cancha y jugaba. Todavía no he jugado como número 2, así que veremos qué siento...
-Tuviste dos lesiones importantes en los últimos cuatro meses, una detrás de la otra. ¿Qué tan difícil mentalmente fue no haber podido presentarte en tu primer Masters (en Turín, en noviembre) ni estrenar el número uno en un Grand Slam como el último Abierto de Australia?
-Sí, la verdad que cuando me vino la segunda lesión y me dijeron que no iba a poder jugar en Australia sí que me dio un bajón, un pequeño bajón, porque venía de la lesión del abdominal que había tenido en París, venía de una pretemporada distinta a las demás y cuando vi que estaba otra vez tomando el ritmo bueno para ir a Australia…, me pegó otro pequeño hachazo. No poder jugar en Australia, que era un torneo al que quería ir y hacerlo muy bien, me dio un bajón. He conseguido mi sueño muy pronto y me tomó un poco por sorpresa. Pero me gusta mucho el tenis y es momento de marcar objetivos nuevos, porque cumplir mi sueño pronto me obliga a eso. Pero lo llevo bien y ya tengo otros desafíos. Sé adónde quiero llegar, eso es lo importante.
"Rafa Nadal era mi ídolo de infancia y es el ídolo de todos los españoles aficionados al tenis y al deporte en general por su trayectoria, su carisma, su trabajo, su mentalidad"
Carlos Alcaraz
-Se asegura que la velocidad del tenis moderno no da tiempo a pensar, pero tu creatividad y abundancia de recursos lo desmiente. ¿Para vos todas las piezas del juego son útiles?
-Yo creo que la creatividad es muy importante, sí. Que el contrincante no sepa qué vas a hacer es importante. Hay jugadores a los que se les acaba la jugada y eso no es bueno para escalar. Hoy en día la lectura de los partidos y de los rivales es importante. Y cuando te estudian y saben que siempre vas a hacer lo mismo es más fácil jugar contra ti. Por eso la creatividad es importante y hacer un poquito de todo, que en mi caso puedo hacer de todo, es clave e inesperado.
-Desde que sos profesional tuviste varios enfrentamientos con rivales argentinos: Diego Schwartzman, Sebastián Báez, Facundo Bagnis, Marco Trungelliti, Federico Delbonis, Federico Coria, entre otros. ¿Qué te genera el tenis de nuestro país?
-El tenis argentino siempre ha sido muy, muy bueno. Siempre han tenido grandes jugadores. Lamentablemente nunca jugué contra Juan Martín (Del Potro). Con los que he jugado han sido rivales muy duros y cada vez que voy a jugar contra un argentino sé que va a hacer una batalla…
-Como contra un español…
(Sonríe)-Es verdad, como contra un español. Somos muy parecidos en ese aspecto. Cada vez que voy a jugar contra los argentinos sé que va a ser una batalla muy dura.
-Hace un tiempo conocimos la historia de Carlos y Paquita, tus abuelos, que decoran el living del domicilio donde viven en El Palmar con fotos y recuerdos de cuando el hijo de ambos, o sea tu padre, jugaba al tenis (llegó al 761° de dobles profesional, en 1991). ¿Ya le hicieron espacio para las fotos y los trofeos de su nieto más popular…?
(Sonríe)-Sí, sí, sí. Hubo un momento que empezaron a juntar recortes de revistas, fotos y demás. Empezaron a hacer un pequeño álbum y se hizo grande, van para adelante. Tienen el living bien cubierto. Tuvieron que hacer lugar porque mi hermano Álvaro también ha jugado al tenis desde pequeño, ha ganado trofeos. Espero que mis abuelos necesiten mucho más lugar para seguir sumando mis trofeos.
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