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Carlos Alcaraz, el español llamado a ser la próxima estrella del tenis mundial
El prodigio de 18 años está dando sus primeros pasos este año en el Australian Open, luego de un 2021 donde logró triunfos impresionantes para su corta edad
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VILLENA, ESPAÑA — La ruidosa fiesta de Navidad de la academia de tenis tenía lugar en el cuarto de al lado. Pero Carlos Alcaraz estaba calmo, sentado en una mesa rodeada por trofeos y hablando de lo lindo de entrenar en este lugar remoto, relajado, tranquilo.
Era difícil no detectar una metáfora mientras la música bailable retumbaba en las paredes.
Alcaraz, un español dinámico y genial y también uno de los talentos más emocionantes de la nueva generación del deporte, tendrá que seguir bloqueando una gran cantidad de conmoción para hacer realidad sus sueños.
A sus 18 años ya está siendo comparado con Rafael Nadal, su compatriota, a su misma edad, aún considerando que sus estilos no son similares y Alcaraz tiene una foto de Roger Federer, no de Nadal, en su cuarto. Pero al igual que Nadal en su momento, Alcaraz es un verdadero prodigio; ya es el número 31 en el ranking mundial y también en el Australian Open, donde avanzó a la tercera ronda a pesar de haber contraído Covid-19 en noviembre y perderse todos los torneos previos.
“Creo que la grandeza está escrita sobre él”, dice Paul Annacone, que entrenó a Pete Sampras y a Federer y actualmente trabaja con el estadounidense Taylor Fritz, y que suele tener reservas para ponderar a jugadores demasiado temprano. Pero Alcaraz, el jugador más joven en el cuadro masculino de Melbourne, es capaz de realmente dejarte llevar por su estilo de tenis de alto vuelo y de toda la cancha.
Mide 1,85m, lo mismo que Federer y Nadal, aunque mucho menos que el resto de los líderes de la nueva generación, Daniil Medvedev, Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas, y Matteo Berrettini, todos por arriba de 1,93m. Pero en la cancha no se lo ve como un jugador en inferioridad de condiciones. Su estilo de juego es una hechizante mezcla de golpes potentes y veloces, cambios de ritmo abruptos y movimiento instantáneo, parecido al de un gimnasta, mientras se desliza hasta abrir sus piernas en las esquinas y mantiene el control de su cuerpo incluso en las situaciones más extremas.
“Su juego es eléctrico”, dice Annacone. “Es realmente único. Es rápido con la raqueta, como Andre Agassi, y es rápido de pies como Rafa. Puede jugar sobre la red y correr hacia atrás de ser necesario. Le salen muchas cosas naturalmente a sus 18 años y ya es el número 30 del mundo, así que ni me imagino qué tan bueno puede ser en dos años si se mantiene bien físicamente”.
A Alcaraz lo entrena Juan Carlos Ferrero, un ex número uno español de perfil bajo cuya mirada calma encaja bien con el largo horizonte del paisaje de Villena en el sureste de España, lleno de fuertes medievales y espacios abiertos. Ferrero se crió cerca de este lugar y es actualmente uno de los dueños de la JC Ferrero Equelite Sport Academy, donde Alcaraz duerme y entrena.
“La clave este año es seguir trabajando bien y no pensar en ningún momento que el trabajo más difícil ya está hecho”, dice Ferrero. “Pero conociendo a Carlos y los valores que tienen él y su familia, me sorprendería que quede enceguecido por su éxito”.
Alcaraz nació de una familia asociada al tenis en El Palmar, en las afueras de Murcia, a una hora en auto de Villena. El abuelo paterno de Alcaraz, también llamado Carlos, ayudó a transformar un club de caza en El Palmar, incorporando canchas de tenis y una pileta. El padre de Alcaraz, también Carlos, aprendió a jugar inspirado por los logros de Manuel Santana, el primer campeón masculino de Wimbledon de España, que murió en diciembre pasado.
Pero a pesar de convertirse en uno de los mejores tenistas de España, el padre de Alcaraz no contaba con el dinero para llevar adelante una carrera profesional por mucho tiempo: dejó de jugar a los 20 años para convertirse en entrenador y administrador del club de su padre. Alcaraz, el segundo de cuatro hijos, llevó la pasión familiar hacia otro nivel.
Alcaraz pasa los días de semana en la academia y vuelve a El Palmar los fines de semana: “Al principio planeaba quedarme en mi hogar, pero era difícil encontrar compañeros para practicar”, recuerda. “Creo que si me quedaba en Murcia me habría llevado más tiempo crecer. Hay muchas distracciones en Murcia. Muchos amigos, salidas de noche. Acá en la academia no tengo esas cosas”.
Ferrero agradece que el padre de Alcaraz no interfiere en sus entrenamientos. El extenista, casi en el mismo estado físico a sus 41 años que en su pico como jugador, ganó Roland Garros y llegó a ser número uno del mundo en 2003, justo antes de que Federer y Nadal tomaran el control. Ya estuvo en el lugar que Alcaraz quiere alcanzar.
“Soy bastante joven todavía, y estoy pasando un momento en que todo es nuevo para mí. Juan Carlos ya pasó por todo esto, así que realmente puede transmitirme una experiencia que otros entrenadores no”, cuenta Alcaraz. “Él lo vivió desde adentro”.
¿Y cuál es el consejo de Ferrero que más lo ha ayudado hasta el momento? “Por sobre todo, no apurarme. Que voy a adquirir la experiencia y jugar en torneos y curtirme, y que no hay necesidad de adelantarme al proceso. Necesito vivir todos estos momentos y no preocuparme por resultados inmediatos, porque me estoy enfrentando a los mejores del mundo por primera vez en todos estos torneos, que también estoy jugando por primera vez. Y necesito disfrutar, respetar y adquirir la experiencia que necesito para tener una visión clara de todo”.
Esto no detuvo al entrenador y al alumno de anunciar sus altas expectativas para 2022, que incluyen asegurarse un lugar entre los 15 mejores del ranking. No contento con eso, Alcaraz dejó claro el lunes que prefiere llegar al puesto número 8 y clasificar a las Finales de ATP en Turín, Italia, al final de la temporada.
Lo evidente es que, mientras Alcaraz se prepara para enfrentar el viernes a Matteo Berrettini, preclasificado número 7 del Australian Open, por la tercera ronda en Melbourne, es que los mejores jugadores del mundo ya están nerviosos. No cuenta aún con una licencia de conducir, pero sí con muchísima habilidad para el tenis.
Ganar contextura física también es parte de su plan. Alcaraz pasó gran parte de su pretemporada de la misma forma que pasó la anterior: haciendo trabajos de fuerza y acondicionamiento para prepararse para partidos al mejor de cinco sets y un cronograma muy apretado. Usar musculosas en Melbourne fue en parte un guiño a los grandes tenistas españoles del pasado, como Nadal y Carlos Moyá, pero también una expresión de confianza en su porte más imponente. “Sabemos que este año voy a tener que jugar muchos partidos largos, así que es importante sentirme fuerte físicamente”, comenta Alcaraz. “Saber que uno puede lidiar con eso es muy importante”.
A Ferrero le gusta comparar a Alcaraz con un auto con un motor potente que necesita un chasis lo suficientemente robusto como para aguantarlo. “Se puede tener muy buenos golpes a los 17 o 18 años, pero si uno no está al mismo nivel físicamente no es sostenible”, añade el entrenador. “Es un trabajo esencial, pero se tiene que hacer adecuadamente. No se puede ir demasiado rápido”.
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