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Carlitos Alcaraz, campeón de Wimbledon: es, definitivamente, el cierre de una época y el comienzo de otra
El español de 20 años, número 1 del ranking, se coronó por primera vez en el All England, al vencer a Djokovic, de 36 y máximo ganador de Grand Slams
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Pasaban las temporadas, presionaban los jóvenes, pero Novak Djokovic, indiscutible desde los números, seguía empujando del carro. Continuaba encendido pese a su longevidad. Se mantenía enérgico más allá del desgaste de años y años de riñas. Seguía siendo el rey de la selva. En Wimbledon, como hace un mes en Roland Garros, como en enero pasado en Australia, el serbio llegó a la final, su número 35 de Grand Slam [una más que Chris Evert, cuatro por encima de Roger Federer]. Conquistar el octavo trofeo en el inmaculado césped del All England e igualar esa marca del suizo que parecía inalcanzable, era el nuevo incentivo del insaciable cazador de récords. Coronarse en Londres y, además, quedar ante la firme posibilidad de obtener los cuatro grandes en una misma temporada (en caso de triunfar en el próximo US Open, claro) era el gran estímulo del hombre que no le teme a nada, del chico que creció en medio de los bombardeos en la Belgrado de la antigua Yugoslavia. Pero nació el elegido y sacudió sus proyectos. Floreció Carlitos Alcaraz y pateó, irreverente, las piezas del tablero. El español de 20 años, número uno del ranking, está aquí para reescribir la historia. Llegó sonriente al tour para ganar y hacer divertir.
Talento luminoso, receptivo y superdotado. Creativo y osado. Violinista para lanzar un drop-shot desde el fondo del court, feroz para impactar drives a la carrera. Alcaraz, por momentos, fulgura con galera y bastón. Pero también se muestra desprejuiciado y aguerrido cuando es llevado al límite, una acción que hoy casi nadie puede lograr. Pero sí Djokovic, la leyenda de 36 años y máximo ganador de trofeos grandes, con 23, uno más que Rafael Nadal. En, apenas, 34 minutos, el balcánico le dio una paliza estratégica y emocional a Alcaraz en el primer set de la final de Wimbledon. Lo maltrató con raqueta, lo hizo sentir un novato. Los fantasmas de la última semifinal de Roland Garros, cuando el español se acalambró por los nervios, sobrevolaron la Catedral del tenis. El subconsciente, por un instante, viajó al Bois de Boulogne. Pero Alcaraz, entrenado por un sabio como el Mosquito, Juan Carlos Ferrero, alguien que supo lo que es llegar a la cima del mundo y ganar un Grand Slam, esta vez no se amedrentó. Mostró de qué está hecho. Se sintió como en un ring de Las Vegas y aceptó el intercambio de golpes. Wimbledon 2023 podrá ufanarse por haber ostentado una final cinematográfica, de cuatro horas y 43 minutos, ganada por Alcaraz, con un score de 1-6, 7-6 (8-6), 6-1, 3-6 y 6-4. El tenis es, sin dudas, uno de los deportes que más y mejores definiciones obsequia. Y se repitió la historia. Ni siquiera las numerosas celebridades que estuvieron en el court (miembros de la realeza, actores, deportistas) pudieron sostener las formas y enloquecieron.
Después de coronarse sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros, Djokovic jugó sobre césped directamente en Wimbledon, haciendo gala de su capacidad de adaptación. Alcaraz, sin embargo, había jugado (y ganado) el ATP de Queen’s. Con formas distintas, llegaron al último día del tercer major del año. Djokovic, representando al antiguo y célebre mundo que lo tuvo con Federer y Nadal como superhéroes; Alcaraz, desvergonzado y fresco, levantando la bandera del cambio de guardia. Se castigaron, se probaron, maldijeron, celebraron, encandilaron. Improvisaron y volvieron a lo estudiado, una y otra vez. Hubo un game, entre tantos, que dejó una huella. Fue en el quinto juego del tercer set: duró ¡26 minutos (un exceso)! Djokovic, al servicio, cometió errores y Alcaraz le rompió el saque para adelantarse 4-1. Para el joven español, salir con la cabeza en alto de ese duelo de supervivencia fue un impulso clave, mas no definitivo, ya que Nole, el escapista, ganaría el cuarto parcial. El serbio, número 2 del mundo y con la seguridad de regresar a la cima del ranking desde este lunes si ganaba el título, también buscaba convertirse en el hombre de mayor edad (36 años) en la Era Abierta en conquistar Wimbledon y, además, igualar el récord de Margaret Court, de 24 trofeos de singles de Grand Slam. Demasiado oro en polvo.
Pero la valentía llevó a Alcaraz a no bajar los brazos y, desde el mismísimo arranque del quinto set, le generó un break-point a Nole, que pudo defenderse (1-0). Pero no así dos games más tarde: Alcaraz quebró (por quinta vez en el match) y se adelantó por 2-1. Así, la tercera final individual masculina de Grand Slam con mayor diferencia de edad (sólo superada por Jimmy Connors vs. Ken Rosewall en Wimbledon y el US Open 1974) se empezó a inclinar sobre Carlitos. Los ánimos (también del público) se alteraron. Djokovic se crispó, expulsó su frustración haciendo añicos la raqueta contra uno de los postes de la red (dejó una marca en el mástil de madera y recibió un warning del umpire irlandés Fergus Murphy). Los brazos y las piernas de ambos, ya castigadas por el esfuerzo, entregaron lo último. Otra vez la tensión, los pensamientos de todo tipo. La fatiga. En ese ida y vuelta, Carlitos vio la chance y ya no la soltó. Se le inflamaron las venas del bíceps derecho y fue por la presa. Un ataque profundo de drive cruzado ya no le permitió a Djokovic devolverla y se terminó. Se derrumbó sobre el césped del templo de los templos del tenis, ese en el que todo chico sueña con conquistar cuando empuña una raqueta por primera vez.
“Esto es increíble. Es un sueño hecho realidad. En el último game me dije que tenía que subir el nivel. Novak es extraordinario, me ha inspirado mucho desde que era chico. Está ganando torneos desde que nací. Nunca esperé jugar a este nivel en esta superficie. Me enamoré del césped”, expresó Alcaraz, el tercer hombre más joven en ganar el torneo después de Boris Becker (a los 17 y 18 años, en 1985 y 1986) y Bjorn Borg (a los 20 años). Y el tercer español en ganar el trofeo de Wimbledon después de Manolo Santana (1966) y Nadal (2008 y 2010). “No ha sido una buena tarde para mí, pero lo ha sido para Carlos. Has mostrado una gran calidad. Es increíble. Te has adaptado perfectamente a la superficie. Nunca gusta perder este tipo de partidos, pero estoy muy agradecido por el apoyo. Hoy he perdido contra un jugador mejor”, apuntó Nole, cordial, durante la premiación. Y añadió, en español, sobre Carlitos, también campeón de un grande en 2022, en el US Open: “Enhorabuena”.
Alcaraz, el campeón de Wimbledon, recibió un premio de 2.350.000 libras esterlinas (unos tres millones de dólares). Djokovic, en tanto, ganó 1.175.000 de la misma moneda.
Djokovic no perdía en el centre court de Wimbledon desde la final de 2013, ante Andy Murray. Su récord se cortó en 45 triunfos (sus derrotas de 2016 y 2017 habían sido en el Court 1). En la rueda de prensa fue contundente: “El juego de Carlos consiste en una mezcla de determinados elementos de Roger, Rafa y míos. Tiene lo mejor de los tres. Tiene una gran resiliencia mental y una gran madurez para alguien de 20 años. Es impresionante. Tiene esa mentalidad de toro español y esa competitividad y espíritu de lucha que hemos visto en Rafa durante tantos años. Tiene reveses deslizándose y algunas similitudes con mis golpes. Nunca he jugado contra un tenista como él en mi carrera. Roger y Rafa tienen sus propias fortalezas y debilidades. Pero Carlos es muy completo”.
Wimbledon tiene a un campeón que no pertenece al Big 4 (Federer, Nadal, Djokovic y Murray) por primera vez desde 2002. Es que nació Alcaraz, nació el elegido en El Palmar, una pequeña localidad de 24.000 habitantes de Murcia.
Es, definitivamente, el cierre de una época. Y se abre otra.
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