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Berlocq, el optimista que aprendió a domar el viento y busca calma en su mujer
El Gladiador venció a Lorenzi en cinco sets e igualó 2-2 la serie entre la Argentina e Italia; no estaba en la citación inicial y ya jugó los tres días
Hay deportistas talentosos y ricos técnicamente que se desarrollan, compiten, triunfan y, sin embargo, se retiran sin hacer demasiado ruido. Hay otros atletas con limitaciones que se esfuerzan por progresar y alcanzar sueños -por más lejanos que se vean-, lo consiguen, trastabillan, vuelven a ponerse de pie, trascienden, rompen pronósticos y conmueven. A este último grupo pertenece Carlos Berlocq . Con toda una vida luchando en el circuito, entre los challengers y el ATP Tour, al jugador nacido en Chascomús jamás le sobró nada y se encontró de adulto con la magia de la Copa Davis . Debutó en septiembre de 2012, en las semifinales con la República Checa en el Parque Roca, en la caída 3-2 que terminó de quebrar la relación de Juan Martín del Potro con el cuerpo técnico y los dirigentes de la Asociación Argentina de Tenis de ese momento. Charly tenía 29 años y su efervescente personalidad se fusionó inmediatamente con la competencia. Después de aquel fin de semana, volvió a integrar el equipo diez veces y formó parte del equipo campeón, pero no estaba en la citación inicial de Daniel Orsanic para la primera rueda frente a Italia. Sin embargo, ingresó por el lesionado Horacio Zeballos, jugó los tres días -algo que no muchos hicieron en la historia- y, en un partido con épica y dos interrupciones por las malas condiciones climáticas, superó a Paolo Lorenzi (41º) por 4-6, 6-4, 6-1, 3-6 y 6-3, en 4h14m, permitiéndole a la Argentina igualar 2-2 la serie y seguir con vida. El 0-2 del viernes parecía poner de rodillas al campeón, pero el optimismo de Berlocq ayudó para prolongar la lucha.
El viento que cruzaba el court de Parque Sarmiento y que provocaba tiros y piques insólitos no irritó a Berlocq. Al contrario. Durante muchos años vivió en Mar del Plata y se acostumbró a jugar con esas condiciones. Tiene una cantidad de "secretos" para jugar cuando el viento sopla que hasta disfruta cuando ello sucede. "Yo me formé jugando en Mar del Plata, tengo bastante práctica con el viento, me tengo confianza", reconoció Berlocq. "Es más, gané dos ATP, en Estoril y Bastad, donde suele haber viento. Entro con un plus cuando eso pasa. Hay muchas pautas para jugar: no podés jugar pelotas muy altas porque el viento te las domina, no podés perder cancha cuando tenés viento en contra porque te meten winners más fácil, el saque al cuerpo es una muy buena opción porque no te deja devolver bien... No digo nada más, a ver si los italianos me escuchan. Ojalá que mañana (por hoy) haya mucho viento porque Guido (Pella) es de Bahía Blanca y está acostumbrado también", añadió el 81º del mundo. Francisco Yunis, entrenador de Berlocq, aportó su mirada sobre el vínculo de su jugador con las ráfagas: "Es muy difícil empezar jugando bien cuando hay viento. Y Charly es un típico jugador de esas condiciones. Vivió en la costa mucho tiempo y sabe lo que es jugar así. Un buen jugador de viento debe saber elegir cuándo tirar un slice, cuándo aflojar la mano, cuándo acelerar la pelota, cuándo forzar con el saque o cuándo hacerlo alto y con efecto. Son pequeños detalles que se sienten solamente en la cancha".
Durante el emotivo y apretado partido -en total se jugaron 287 puntos-, hubo un instante que debió beneficiar a Berlocq y, sin embargo, estuvo a punto de dejarlo sin nada. En el quinto set, con el argentino ganando 4-1, Lorenzi falló un tiro sacando 30-40, lo que hubiera significado el 5-1 para Berlocq, una ventaja inmejorable. Pero el umpire bajó de su silla y, equivocadamente, marcó la pelota como buena. Charly se puso furioso, discutió, también lo hizo Orsanic. Tras unos momentos de nerviosismo e insultos del público, Berlocq miró a los ojos a su mujer, María Noel Serrano, que estaba ubicada (como es habitual en ella, no tanto con otras parejas de tenistas) junto a la cancha con el resto del cuerpo técnico, y se calmó. Su mujer tiene mucha influencia en su conducta. "Me conoce mucho, hace muchos años que nos conocemos, viaja conmigo y mis hijos, me ha visto más adentro de la cancha que cualquier entrenador y sabe cuando estoy nervioso, me da tranquilidad y constantemente quiero mirarla para poder tranquilizarme". Así y todo, después de ese momento, a Berlocq le costó volver a enfocarse. Incluso, contó que pensó que podría perder: "Fue cuando estaba 5-3 y saque 15-40; estaba bloqueado, no veía la pelota, tenía nervios, el viento, estaba en mi cabeza ese error del árbitro que me ponía doble break arriba. Pero tuve la fortaleza para dar pelea y tuve mi premio", expresó el hincha de River que tiene una gran complicidad con el público.
"Charly tiene una energía increíble. Si lo dejan, también juega mañana (por hoy)", dice Federico Coria, el sparring del equipo. Berlocq y su cuerpo técnico llegaron ayer a las 8.30 al Parque Sarmiento, al rato hicieron la entrada en calor, a las 11 se preparó para salir a competir y unas ocho horas más tarde dejó la cancha ovacionado, cual si fuera una estrella de rock. Su optimismo, una vez más, asombró a todos. El equipo argentino, agradecido.
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