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Australian Open: juega como local a 15.000 kilómetros de su casa y busca ganarle al hombre que quiere quedarse con todos los récords
Stefanos Tsitsipas y Novak Djokovic, los protagonistas de una definición electrizante en Mebourne
- 7 minutos de lectura'
MELBOURNE.- A casi 15.000 kilómetros de Atenas, Stefanos Tsitsipas juega como en casa en Melbourne, arropado por una populosa comunidad griega que se entusiasma ante un posible primer título de Grand Slam para el país mediterráneo.
Cuatro veces semifinalista del Abierto de Australia, el número 4 del mundo accedió por fin a la gran final de Melbourne, donde se jugará ante el serbio Novak Djokovic no sólo el título, también el número uno de la ATP, algo que tampoco ningún griego ha conseguido.
Ningún lugar mejor para hacerlo que Melbourne, hogar de la mayor comunidad helena fuera Grecia y Chipre. Según el censo australiano de 2021, más de 180.000 personas residentes en el estado de Victoria, donde se encuentra esta ciudad, tienen ancestros griegos.
“Súper Tsitsipas”, “el Dios griego del tenis”, se leía estos días en la portada del diario de la comunidad helénica Neo Kosmos. En la Rod Laver Arena, las banderas de Grecia tiñeron de azul y blanco las gradas para cada encuentro de Tsitsipas.
Y en el restaurante Stalactites, punto de encuentro de los griegos en Melbourne, ofrecen durante el torneo el “souklavi Tsitsipas”, un enrollado de pan con cordero marinado, papas fritas, tomate, queso, semillas de granada y menta.
“Nos encanta Tsitsipas. Es atlético, guapo, buena persona... Estamos orgullosos de él”, asegura Antonia Tsamis, una de las responsables del Centro de la Comunidad Griega, situado en el llamado barrio griego en el centro de Melbourne.
“Creo que los griegos ahora están más involucrados en el tenis gracias a él. Incluso, la gente mayor que no solía ver tenis, ahora está enganchada a la televisión”, asegura Tsamis, que guarda en su teléfono fotos de una visita de Tsitsipas a ese centro en 2019.
Cerca de allí, una tienda de productos de este país mediterráneo está haciendo el agosto vendiendo banderitas de Grecia, que conviven en sus estantes con alimentos en conserva llegados desde la otra punta del mundo e iconos de la religión ortodoxa.
“Aquí hay una gran comunidad griega que está con él. Melbourne es como un hogar lejos del hogar”, opina Helen, que prefiere no dar su apellido. Ella también apoya a Tsitsipas, aunque reconoce que prefiere al australiano de origen griego Nick Kyrgios, “el chico malo”.
El máximo orgullo de Tsitsipas
Durante mucho tiempo, la comunidad helénica se conformó con respaldar a australianos de origen griego como Kyrgios o Mark Philippoussis, ahora asesor de Tsitsipas, o al chipriota Marcos Baghdatis, que perdió la final de 2006 contra Roger Federer.
Ahora también pueden animar a jugadores que han llevado la bandera griega a la élite del tenis mundial: Tsitsipas en hombres y Maria Sakkari, número 6 del mundo, en mujeres.
“Ser griego y tener a alguien griego en el tenis que no es nuestro deporte número uno... Estamos muy orgullosos, muy honrados y muy ilusionados para ser honestos”, dice Harry Tsindos, propietario de un restaurante decorado con raquetas y pelotas de tenis.
“Los griegos siguen el fútbol. Ese es el gran deporte allí. Pero ahora muchos griegos están jugando y siguiendo el tenis (...) Con suerte, en unos años tendremos muchos pequeños Tsitsipas jugando por allí”, afirmó.
Ese es el objetivo también del jugador: “Durante muchos años he querido poner el tenis griego en el mapa. Maria y yo hemos hecho un trabajo increíble”, dijo Stefanos tras pasar a la final. Sin dudas, su máximo orgullo hasta aquí.
“Probablemente no signifique mucho para los australianos porque siempre produjeron tenistas y han tenido una buena cuota de jugadores top, pero viniendo de un pequeño país como Grecia, estoy muy agradecido de conseguir algo así”, agregó.
El cariño de la afición no ha pasado desapercibido para el corpulento y melenudo jugador, que asegura sentirse en casa en Melbourne, con un clima “muy similar a la Riviera Ateniense” y con “rostros griegos allí donde mire”.
“Lo considero mi Grand Slam de casa. Los franceses tienen Roland Garros, los británicos Wimbledon, los americanos el Abierto de Estados Unidos. Para mí, es el Abierto de Australia”.
La final de Roland Garros 2021
La final con Novak Djokovic, al que sólo ha superado dos veces en 12 enfrentamientos, representa un desafío mayúsculo. Sin embargo, Tsitsipas, que ya lo puso contra las cuerdas en la final de Roland Garros 2021 ganando los dos primeros sets, se exhibe como un rival de mayor entidad en un torneo en el que también se siente como en casa y arropado por la inmensa comunidad griega de Melbourne.
Después de tres semifinales perdidas desde 2019, Tsitsipas alcanzó su primera final tras dos semanas en las que, más allá de sus indiscutibles calidades tenísticas, ha demostrado una madurez inusitada en los momentos críticos, con más del 80% de puntos de break salvados.
"Soy un tenista diferente, juego diferente. Mi mentalidad es diferente. Cuando estoy en la pista, realmente no pienso en las cosas negativas. Simplemente salgo y despliego mi juego”"
Stefanos Tsitsipas
“Soy un tenista diferente, juego diferente. Mi mentalidad es diferente. Cuando estoy en la pista, realmente no pienso en las cosas negativas. Simplemente salgo y despliego mi juego”, dijo el tenista de 24 años, once menos que su rival. Consagrado en la élite, con cuatro años dentro del top 10, Tsitsipas quiere entrar al Olimpo del tenis y unirse a la limitada lista de seis jugadores que en los últimos años han conseguido arrebatar un grande al ‘Big Four’: Nadal, Djokovic, Federer y el escocés Andy Murray.
Djokovic, a un paso de los 22 Grand Slams de Nadal
El serbio Novak Djokovic y el griego Stefanos Tsitsipas jugarán desde las 5.30 de la Argentina de este domingo la final del Abierto de Australia. Dirimen no sólo por un título, sino también por el número 1 de la ATP y una página en la historia.
Un año después de ser deportado de Australia y ver desde la distancia cómo el español Rafael Nadal batía el récord masculino de Grand Slams, Novak Djokovic está a un solo paso de igualar los 22 grandes del español, eliminado en la segunda rueda en esta edición. En su camino sólo se interpone Tsitsipas, que buscará vengarse de la final de Roland Garros perdida en 2021 ante el serbio y convertirse en el primer jugador de su país en ganar un Grand Slam y en liderar el ranking mundial de la ATP.
Siempre a la zaga del dúo Federer-Nadal, y probablemente menos apreciado por la afición, Djokovic acudió a Melbourne con un objetivo claro: “Quiero ser el mejor, quiero ganar los mayores torneos del mundo. No es ningún secreto”, dijo antes del torneo.
Favorito indiscutible en un certamen que ha ganado nueve veces y donde no pierde desde 2018, una lesión en el muslo izquierdo a principios de enero ensombreció las perspectivas del serbio, que incluso se planteó su participación en Australia. De a ratos con dolor, de a ratos apenas pudiendo correr, un Djokovic a medio gas sorteó la primera semana y sólo dejó escapar un set en segunda rueda ante el desconocido francés Enzo Couacaud, número 191 del mundo.
"No haber perdido nunca una final del Abierto de Australia sirve como una dosis de confianza. Pero, por supuesto, el trabajo se debe hacer en la cancha”"
Novak Djokovic
En vez de entrenar en los días de descanso, se pasaba el día conectado a máquinas de recuperación y sometido a tratamientos antiinflamatorios. Y en octavos, el dolor de repente desapareció y su mejor tenis emergió para llevarlo de manera contundente hasta la final. Decidido a enviar “un mensaje” a sus rivales de que el rey de Melbourne estaba de vuelta, trituró al australiano Alex de Miñaur y al ruso Andrey Rublev, concediendo sólo 12 juegos en esas dos rondas y avanzando a sus décimas semifinales en este torneo. Aun lejos de ese nivel sublime, afectado por la controversia alrededor de su padre, que apareció en unas imágenes con aficionados prorrusos y optó por no ver el partido en directo, se deshizo también con solvencia del estadounidense Tommy Paul.
Ahora sólo le queda la final en la Rod Laver Arena, donde el astro serbio nunca ha perdido un partido por el título: “No haber perdido nunca una final del Abierto de Australia sirve como una dosis de confianza. Pero, por supuesto, el trabajo se debe hacer en la cancha”. También lo acompaña su historial contra el griego. Aunque perdió dos de sus primeros tres encuentros, el serbio acumula nueve victorias consecutivas contra él, incluida la final de Roland Garros.
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