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Antonio Cascales, el coach que alcanzó la cima con Ferrero y ahora aconseja a Alcaraz: “No sé cuántos Grand Slams ganará, pero nos hará divertir mucho”
Entrenador histórico de Ferrero, acompaña al actual número 2 cuando el Mosquito no puede viajar, como esta semana en Buenos Aires; “El techo de Carlitos puede ser muy alto”
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Antonio Cascales es el entrenador del entrenador del niño maravilla. ¿Cómo es eso? Claro: fue el emblemático coach del español Juan Carlos Ferrero, con quien llegó a la cima del ranking mundial en 2003. El mismo Ferrero que hoy conduce estratégica y emocionalmente a Carlitos Alcaraz, el adolescente que el año pasado se convirtió en el número 1 más joven de la historia (con 19 años) y que por estos días enamora al público argentino en el ATP 250 de Buenos Aires. Cuando Ferrero no viaja con la joya de Murcia, quien asume ese rol es Cascales, una persona de máxima confianza del grupo y fundador de la academia Equelite, en Villena (provincia de Alicante), donde se formó Ferrero y donde se entrena el actual número dos del ATP Tour desde los 14 años.
“El tenis argentino es referencia a nivel mundial. A mí, como entrenador, me tocó vivir una época dorada del tenis argentino, con Coria, Nalbandian, Cañas, Gaudio, Del Potro un poquito después… Antes con Vilas y Clerc. Me encantaba como jugaba Clerc. Tenía veinte años y me iba al Conde de Godó, en Barcelona, a ver entrenar a Vilas, que trabajaba con Ion Tiriac. Los veía entrenar durante horas. He seguido siempre el tenis argentino. Además, por el idioma o lo que sea, siempre hemos tenido sintonía con todos los tenistas argentinos y los entrenadores. Ahora me he reencontrado con muchos y me han saludado con cariño”, le expresa Cascales a LA NACION, en un momento de pausa en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. Este sábado, no antes de las 18, Carlitos disputará las semifinales del Argentina Open frente a su compatriota Bernabé Zapata Miralles (74°).
-¿Cuántas veces visitó la Argentina?
-Varias. Estuve cuando ganó Juan Carlos (Ferrero) en Buenos Aires, en 2010, que le ganó la final a Ferrer. Y luego he venido otras veces. Por idioma, por la forma de ser… siempre hemos tenido una gran relación. De hecho, a Juan Carlos lo llamaban el Mosquito, que no le gustaba nada, y el apodo se lo ha puesto Gastón Gaudio. Cuando era muy joven, creo que tenía 18 años, fue a jugar un torneo por equipos a Alemania y allí también estaba Gastón, que dijo: ‘Este chico vuela por la pista como un mosquito y cuando no te das cuenta te pica’. A Juan Carlos nunca le gustó ese apodo.
-¿Y Vilas qué le generaba?
-Creo que Guillermo es la persona que empezó con el tenis moderno, evidentemente. Tenía un carisma enorme. Yo lo conocí como jugador, con muchísima admiración. Y luego lo conocí cuando estaba entrenando a Ferrero y él siempre fue muy cariñoso con nosotros. Siempre que nos veía se acercaba un rato para hablar.
-¿Cree que hubo cierta influencia de Vilas en el estilo de juego de Rafael Nadal?
-Evidentemente, sí. Por eso digo que es el pionero de una manera moderna de jugar al tenis y en tierra (polvo de ladrillo) todavía más. Sin ninguna duda, sin ninguna duda...
-¿Recuerda la primera vez que vio jugar a Alcaraz?
-Sí, sí. Carlitos tenía 13 años y estaba jugando el campeonato de España para menores de 14, en el que perdió contra otro chico más grande. Fue en una ciudad pequeña de Alicante que se llama Pilar de la Horadada.
-¿Y le llamó la atención?
-Sí, sí. Ya se venía hablando de él. Yo lo conocía como el hijo de Carlos Alcaraz, porque el papá de Carlitos jugaba al nivel de unos chicos que yo entrenaba, en los 90, y coincidía con él. Entonces, cuando me dijeron que tenía un hijo que jugaba muy bien, de inmediato me resultó familiar. Luego, Carlitos fue evolucionando y a los 14 años, por medio de su manager, Albert Molina, que ya nos había acercado varios jugadores a la academia como Almagro y Pablo Carreño, empezó a venir algunos días para que conociera un entrenamiento más profesional. Y a los 15 años ya empezó a venir más tiempo. Primero venía dos o tres días a la academia y Juan Carlos iba los lunes y los sábados para entrenarlo a Murcia. Pero luego, cuando Carlitos tenía casi 16 años, pensamos que era mucho mejor que estuviera en un entorno profesional todo el tiempo. Lo hablamos con los padres y así sucedió.
-Alcaraz sacó su primer punto ATP hace cinco años y, en septiembre pasado, alcanzó la cima del mundo. ¿Le sorprende la rapidez con la que evolucionó?
-A ver… me sorprende relativamente. Hewitt ganó su primer torneo a los 16. Safin, Sampras, Agassi, Borg, Becker… todas las décadas han tenido grandes jugadores consolidados y jóvenes con 18 o 19 años que llegaron para molestar a los consagrados. Pero en los últimos 15 o 18 años no había pasado, prácticamente. Ahora, pues, con Carlos… A todos les sorprende la rapidez, pero a mí no demasiado. Cuando un chico de 16 años empieza a ganar partidos en Challengers constantemente y empieza a ir para arriba muy rápido sin detenerse… Creo, incluso, que lo paró un poco la pandemia, porque en marzo de 2020, cuando él ganó en Río de Janeiro su primer partido ATP, luego siguió para Indian Wells porque tenía wild card allí, también lo habían invitado en Miami, en Barcelona, en Estoril… Pero el circuito se detuvo y todo eso no lo pudo jugar: se perdió todo. Si hubiera tenido esa experiencia hubiese sido una ganancia importante. Creo que en ese momento ya tenía mentalidad para plantar batalla. Fue al año siguiente, en 2021, cuando lo logró. Y en 2022 ha sido la explosión total.
-¿Cómo se hace para mantener la prudencia con un jugador así?
-Tenemos la ventaja de que ya lo vivimos con Juan Carlos [además de N° 1, ganó Roland Garros 2003 y cuatro Masters 1000]. Y eso es muy importante. Siempre digo que Rafa Nadal también tuvo esa ventaja porque su tío fue un referente del fútbol profesional. La familia sabía lo que era el ascenso de un gran deportista internacional de la selección de España y de Barcelona, y luego el descenso en el tiempo, lo cual les dio un contexto y conocer lo periférico, la prensa, etcétera.
-Se suele afirmar que el tenis moderno va a una súper velocidad y que ya no se piensa, pero Carlitos, con la variedad de recursos que ostenta, rompe con esa máxima. ¿Coincide?
-Se puede hablar un poco a nivel general de esto de no poder pensar, pero creo que los grandes jugadores siempre piensan. Ahora hablamos de Carlitos, pero si nos referimos a Djokovic, Nadal o Federer… Los buenos jugadores, por más rápido que vaya el tenis, siguen pensando. Carlos ha traído un tenis más creativo, sacando recursos de donde no lo imaginas. Desde que era pequeño lo veía en los entrenamientos de la academia y sabía que algo nuevo iba a pasar. Ya con 15 años o 16, me preguntaba: ‘¿Cómo ha hecho esto?’. Siempre algo hacía con habilidad. Su padre me contaba que cuando tenía 4 o 5 años ya veía tenis en la tablet o en la televisión y decía: ‘Papá, vamos a la pista que vamos a hacer lo que ha hecho Federer’. Es decir que ya quería imitar las cosas especiales.
-¿Carlitos es más parecido a Roger que a Rafa?
-Sí, sin dudas. Es más parecido a Federer en cuanto a la creatividad del juego. Pero después, en cuanto a la actitud en la cancha, se parece un poquito más a Rafa, sin dudas.
-¿Qué debería mejorar?
-Tiene que tener más consistencia en el primer saque y en la devolución. El revés lo puede mejorar un poquito. A nivel táctico no tantas cosas concretas como sí la consistencia, la estabilidad. Debe madurar. Pero, ¿qué es madurar cuando se es número uno? Que si juega bien el 70% de los puntos debe hacerlo bien el 75%. Es difícil hacerlo mejor, lo sé, pero siempre se puede perfeccionar.
-¿Ve alguna similitud entre Alcaraz y el Ferrero jugador?
-La competitividad, pero esa es una constante en todos los grandes jugadores. El dominio con la derecha también. Juan Carlos, a los 20 o 21 años, tenía una muy buena derecha, pero era más consistente y tenía mejor revés. Luego, en cuanto al carácter, son distintos. Juan Carlos es más tímido, más introvertido. Carlos es muy abierto, muy natural, en la cancha sonríe muchas veces, lo cual es una característica fantástica. Son pocos los jugadores que son capaces de sonreír mientras compiten.
-¿Cuál es el techo de Alcaraz?
(Sonríe)-Hace algunos años me lo preguntaban mis amigos y les decía: ‘Miren, no sé si va a ganar un Grand Slam, cinco, diez o lo que sea. Lo que sí sé es que nos vamos a divertir mucho viéndolo jugar’. Y sigo pensando lo mismo. Ahora…, el techo depende de él, de que siga siendo igual, de que no cambie mucho, de que madure un poquito, de que siga trabajando y siendo humilde. Humilde va a seguir siendo, estoy seguro. El trabajo es algo que ahora hace al cien por ciento y los que estamos alrededor tenemos que tratar de que siga así. Si sigue así el techo será muy alto, pero no me animo a decir cuántos Grand Slams ganará.
“La ventaja de equivocarse menos”
Luego de su victoria por 6-4 y 6-2 ante el serbio Dusan Lajovic, que le permitió alcanzar las semifinales del Argentina Open (primera instancia de ese nivel desde octubre pasado, en Basilea), Alcaraz asistió a la rueda de prensa y, consultado por LA NACION sobre qué beneficios le genera tener integrantes de su equipo que ya vivieron lo que es llegar a la cima, expresó: “Es importante porque te equivocas menos. No te toma de sorpresa todo este mundo. Ellos han pasado por esto que estoy viviendo y pueden aconsejarme mejor que otras personas. Vivir y crecer de las experiencias y tener a Juan Carlos, a Cascales y a Albert (Molina, su manager), que han vivido mucho, te ayudan a no cometer los errores que tal vez ellos sí cometieron. Y eso permite poder seguir adelante más rápido y todavía mejor”.
¿Cómo intenta manejar la presión el murciano? “Tanto mi equipo como yo sabemos lo importante que es el aspecto psicológico, el estar bien. En un partido siempre aparecen momentos duros y adversidades y tienes que estar preparado para sobreponerte. Yo salgo a la cancha a disfrutar y disfruto jugando al tenis. Si sonrío y me lo paso bien es cuando saco mi mejor juego. Cuando sonrío se me quitan los problemas y las presiones”.
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