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Agustín Velotti, el pequeño gran campeón
Después de once años, la Argentina tiene un vencedor junior en París; En una final de gran nivel, superó a Collarini por 6-4 y 7-5
PARIS (De un enviado especial).- Cuando la devolución de saque de Andrea Collarini se fue afuera, la paciente obra del correntino Agustín Velotti estaba terminada. Pero, justo en ese momento, no supo bien qué hacer. Había ganando un Grand Slam. En junior, es cierto, pero era campeón de Roland Garros, el primer campeón consagrado en la cancha 2, porque la 1, que se parece a una pequeña plaza de toros, se había transformado en un anfiteatro con pantalla gigante para ver la final masculina de mayores, esa que, desde ahora, es el nuevo sueño de estos dos chicos argentinos que se abrazaron red de por medio, con sonrisas plenas, con una razón más importante que cualquier título, derrota o nacionalidad: una amistad genuina.
"No caí, todavía no caí que gané", le dijo Velotti a LA NACION un rato después de la consagración, supuestamente más tranquilo y relajado, antes de acudir al control antidoping. "Y en la cancha no entendía nada, no sabía lo que me había pasado, no sé realmente qué hice porque no me acuerdo, fue muy loco", confesó este chico que forma parte del equipo de la Asociación Argentina de Tenis, también integrado por Facundo Argüello y Renzo Olivo, cuyo capitán es el propio coach de Velotti, Rubén Re. Es el mismo equipo que hasta el año pasado también integraba Collarini.
Velotti se impuso en un magnífico y ejemplar partido que aquí, en esta categoría, no se vio en años. Fue por 6-4 y 7-5, en 1h53m, y se transformó así en el cuarto campeón junior argentino de Roland Garros, después de Guillermo Pérez Roldán (1986 y 1987), Mariano Zabaleta (1995) y Guillermo Coria (1999), además de Gabriela Sabatini (1984) y Patricia Tarabini (1986), que lo consiguieron entre las chicas.
Fue una pequeña, pero auténtica fiesta argentina la que se vivió ayer en el Bois de Boulogne. Con algunas contradicciones, claro, porque finalmente ahí estaba ese cartelito que, después del nombre de Andrea Collarini decía "USA" y una buena porción de norteamericanos que vinieron a conocerlo enseguida lo alentaron al grito de "¡C´mon, baby, you can do it!" ("¡Vamos, nene, que podés!") o "¡Nice shot!" ("¡Buen tiro!"). Pero el cartel, por ahora, es más para los libros y las estadísticas, porque en el corazón de todos, Collarini fue siempre "Andre", nombre que ahora adoptaron sus compatriotas del norte, los que se maravillan en las conferencias de prensa con su perfecto inglés.
Para los chicos, esto no existió. Si hasta esperaron la ceremonia de premiación charlando sentados los dos juntos en el banco que ocupó Velotti, el argentino con cartel argentino.
"Aproveché las pelotas clave que tuve, saqué bien en los momentos importantes. La cabeza que tuve todo el partido fue increíble, ni yo creía cómo estaba jugando. Erré poco y saqué bien. Es que Andrea jugó un montón, me c? a palos, está jugando muy rápido de derecha y me costó quebrarle el saque. Por suerte yo estuve firme y logré contenerlo cuando él tuvo break points", explicó el campeón. Pero hizo más que eso. "Cuando quebré en el segundo set para 6-5 me fui al cambio de lado muy tranquilo y así jugué el game siguiente", agregó Velotti, que admira al escocés Andy Murray, un artista de la defensa y el contragolpe.
Y más. Los dos jugaron una final de alto vuelo. El ataque de Collarini contra la defensa y el contraataque de Velotti. La agresividad de Andrea contra la muñeca de Agustín. Dos estilos radicalmente diferentes. Collarini, alto, el biotipo del jugador de tenis actual, sacudiendo drives desde el fondo; Velotti, como dijo su rival, corriendo y corriendo y corriendo, sin parar, capaz de desquiciar a cualquiera defendiendo, con unas piernas prodigiosas que le pueden dar la llave de su adaptación al tenis de grandes.
Ninguno se salió del libreto, tan metidos y concentrados en lo de cada uno. Fue una maravilla verlos jugar a tan alto nivel. Los dos dieron una prueba de fuego de cara al futuro y si no se desvían del camino, este duelo se va a ver muchas veces en el ATP World Tour.
Cuando se esperaba que fuera Collarini el que tomara la iniciativa con su saque, se destacó el servicio de Velotti, clave en momentos determinantes. Hablamos de sus piernas también, sus desplazamientos. Y a no confundir: este chico no juega pegado a la lona de fondo, pero defiende con una velocidad asombrosa. Pero la diferencia fue mucho más sutil: la cabeza. Velotti le sacó un pelín de ventaja en eso. Fue un milímetro más frío, más preciso. Es muy difícil sostener dos planes de juego tan distintos durante tanto tiempo, casi tan efectivo uno como el otro, y no desesperarse. Ninguno llegó a ese extremo y por eso la diferencia fue sutil. Por esa razón también jugaron un segundo set que duró 70 minutos y entregaron un partido para el recuerdo.
"Lo mejor que tengo es la mentalidad. El tenis es en un 70 por ciento la cabeza. Esta final y este certamen me dejaron claro cómo se gana un torneo así, cómo hay que trabajar, cómo hay que prepararse toda la semana y para cada partido. Fui muy profesional, me mantuve enfocado. Yo sé que si sigo de esta manera, si mantengo los pies sobre la tierra y no me vuelvo loco, voy a meterme bien entre los profesionales", razonó Velotti.
Antes de irse a jugar un Future a Holanda con el resto del equipo de la AAT, ya empezaban a formarse en su cabeza montones de recuerdos. Las fotos con los hinchas argentinos, con su cuerpo técnico, con su amigo Collarini y hasta con los padres de él, que lo adoran, como él a ellos, y que se acercaron a abrazarlo como a su propio hijo. Atrás quedaba también la foto del campeón de Roland Garros junior, con la bandeja pegada a la cara, reflejando el joven rostro de la felicidad.
- El Vencedor no se olvidó de nadie Con el título en la mano, Velotti quiso dejar constancia de su agradecimiento para todos los que lo ayudaron de una u otra manera. "Por favor, decime que va a salir", le dijo a LA NACION. Y arrancó: "A la Asociación porque me apoyó en las giras, a Rubén Re (entrenador), Ricardo Orban (preparador físico), Mariano de Llamas (kinesiólogo), Iván Tcherkaski (psicólogo), Lucas Shedden (manager), papá (Gustavo), mamá (Nora Monti), mis hermanas Paula y Camila, mi sobrinita Martina y mi novia (Lucila Martínez)". Completo.
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