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Taverna: un goleador nunca se entrega
Desde 1974 es el hombre-récord del fútbol argentino: marcó 7 tantos en un partido jugando para Banfield; próximo a cumplir 51 años, se recupera de un infarto cerebral y lucha para alcanzar una nueva conquista.
El pasado. Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! Siete gritos, un hombre, un partido. Y un récord profesional hasta ahora insuperable en nuestro fútbol. Con sus goles de aquella tarde en el Sur, Juan Taverna le dio vida a una hazaña que hasta hoy nadie fue capaz de igualar.
Las crónicas, ya amarillentas por el paso del tiempo, apuntan que el 6 de octubre de 1974, por el campeonato Nacional, Banfield le ganó a Puerto Comercial, de Bahía Blanca, por 13 a 1. Ese día, Taverna estableció el récord individual de marcar 7 tantos -el primero de penal- en un mismo encuentro. Pese a la lluvia de goles, esa diferencia no benefició a Banfield, ya que no se clasificó a la etapa final por el título, pero esa es otra historia...
Un día después de su jornada inolvidable, Taverna comentaba: "Después que hice los siete goles contra Puerto Comercial me puse a pensar en los muchachos bahienses que trabajan toda la semana y los domingos tienen que jugar. Comprendo que así conceden mucha ventaja a los equipos profesionales, cuyos jugadores se dedican exclusivamente al fútbol. Pero en la cancha no tuve en cuenta esta situación en ningún momento. Porque entiendo que mi obligación, ya que para eso me pagan, es hacer goles contra cualquier rival y establecer diferencias".
Dos percepciones en 90 minutos; primero, la emoción de quien se siente héroe en un partido. Después, el raro cosquilleo de representar al verdugo. El lo relataba así: "Y hubo un poco de las dos cosas... Naturalmente, haberme consagrado como el mayor goleador en un partido me llenó de alegría, pero al pensar en los bahienses sentí una especie de solidaridad con ellos. De todas maneras, creo que fue preferible que Banfield haya jugado como lo hizo, yendo hacia delante sin parar hasta sumar 13 goles. Lo criticable hubiese sido que los humilláramos tocando la pelota y tirándoles caños para que se divierta la gente".
Taverna se sentía un goleador de raza, aunque no se apoyaba en fórmulas secretas: "¿Fórmulas? No, nada de eso. En realidad, yo soy lo contrario a ese supuesto goleador conocedor de fórmulas. Todo goleador tiene instinto, al que le va afinando una especie de olfato para encontrar la oportunidad".
Antes y después de aquel día, Taverna convivió con su obsesiva manía de sacudir redes: fueron 77 conquistas en 173 partidos, una suma nada despreciable, sin contar su paso por Murcia (España) y Veracruz (México). A los 30 años, en 1978, decidió abandonar el fútbol cuando pertenecía a Gimnasia y Esgrima La Plata. "Cuando no andaba bien, la gente me recordaba mi pasado pincha (por Estudiantes de La Plata)", explicó luego de su retiro. Ya fuera de las canchas, regresó a 25 de Mayo, su ciudad natal (a 250 kilómetros de la Capital). Allí se instaló en una quinta y se dedicó al comercio de cereales.
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El presente. El tiempo se adelanta y avanza hasta hoy, un momento en el que la vida le puso una dura prueba a Juanchi. El 23 de enero de este año, de vacaciones con su familia en Pinamar, se le manifestó un coágulo en la carótida que le produjo un infarto cerebral (falta de irrigación sanguínea en un hemisferio del cerebro). Ese cuadro trajo como consecuencia la parálisis de la parte derecha de su cuerpo y complicaciones en el habla. Fue operado en la Clínica Adventista, de Belgrano y allí permaneció dos meses -por momentos inconsciente y en un estado crítico- hasta que su fuerza de voluntad le permitió mostrar claros signos de recuperación.
Gracias a su mejoría fue trasladado a ALPI -el centro de rehabilitación física-, en donde está realizando ejercicios kinésicos y de fonoaudiología.
No hay un tiempo específico de internación, según explicaron los médicos; Taverna debe continuar con la terapia hasta que pueda movilizarse normalmente, ya que hasta ahora lo hace en silla de ruedas.
En estos meses difíciles, si hubo algo que no le faltó a Taverna fue compañía y apoyo. Además de tener a su esposa y a sus tres hijos, recibió la visita de muchos de los amigos que cosechó en el fútbol; ex compañeros de Banfield y de Estudiantes y dirigentes de distintos clubes.
Nadie duda de que Juanchi Taverna saldrá adelante. Al final de la batalla frente a la adversidad, sus ansias de vivir ganarán por goleada...
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