Tokio será la ciudad en la que Sonny Bill Williams cumplirá 50 caps con los All Blacks. La selección de rugby de Nueva Zelanda, la mejor del mundo, tendrá un partido especial mañana ante los Wallabies: no sólo se jugará el último partido de la tradicional Bledisloe Cup, contra Australia, sino que una de sus figuras cumplirá medio centenar de partidos. El rugbier que, al mismo tiempo, fue amado y odiado. También, boxeador, alcohólico recuperado y hoy una persona convertida al Islam que sólo piensa en "ayudar a los demás".
Para entender la dimensión de lo que genera Sonny Bill, hoy de 33 años, hay que remontarse a sus comienzos. Creció en una familia de clase trabajadora. Era un niño "tímido" en el colegio, pero con un espectacular talento para el deporte. La velocidad era su principal característica. Se dedicó al atletismo hasta que conoció el rugby. A los 16 años emigró de su Auckland natal a jugar a Australia. Lo convenció un cazatalentos y consiguió un contrato para jugar con los Bulldogs. Debutó dos años después y se transformó en revelación. La fama le llegó muy rápido y no la supo manejar. Cuando tenía 20 años fue detenido por conducir ebrio. El alcohol lo llevó a cometer otras infracciones que lo colocaron en el centro de la prensa, no sólo deportiva, sino también la policial. En 2007 fue preso por orinar en la puerta de una discoteca.
"Necesito adrenalina. No me gusta sentarme y esperar las cosas fáciles", decía hace varios años. Todo lo que le sucedía afuera de la cancha no parecía suficiente: los hinchas lo terminaron de odiar cuando en 2008 rompió el vínculo con Bulldogs de un día para el otro. Recibió el llamado de un ex All Blacks, Tana Umaga, quien dirigía en Toulon en Francia. Rescindió su contrato con Bulldogs y se marchó. Casi nadie sabía y apareció un lunes firmando su vínculo en el viejo continente, cuando debía haber jugado el día anterior en Australia. Money Bill Williams, lo apodaron, jugando con su nombre, y los millones por los que había firmado.
En Francia se corrigió, tal como el definió. "Dejé el alcohol por completo, hice un clic", contó el centro, quien fue elegido el mejor en su puesto en ese país. Un año más tarde se convirtió al Islam. Allí no sólo se dedicó al rugby: empezó su carrera como boxeador. En mayo de 2009 tuvo su primera pelea. Derrotó por knock out técnico a Garry Gurr, en Brisbane. "En el ring no hay nadie que te ayude, así que tu fortaleza mental debe ser impresionante", relató. No fue su única pelea: tuvo siete y las ganó todas, tres por KO. La última, hace tres años.
El boxeo fue el entrenamiento que le faltaba para encarar la recta final de una carrera de película. "Una buena pretemporada", la definió el día que regresó a su país como jugador de rugby. En 2010 Canterbury lo repatrió para lo que hoy es el Super Rugby. Williams rechazó una renovación en Toulon de seis millones de dólares por tres años.
A partir de allí, se convirtió en un emblema de los All Blacks. Debutó con la camiseta negra en Londres, ante Inglaterra. Mide 1,91 metro y pesa 108 kilos. Es una topadora. Se convirtió en el primer musulmán en jugar para los All Blacks. Tuvo que pedir trato especial con algunas comidas. Este año realizó su peregrinación a La Meca. El sábado cumplirá 50 partidos con su selección y tiene algo que muy pocos jugadores lograron: dos títulos del mundo. Fue campeón en su país, en 2011, y en Inglaterra 2015.
Inquieto y siempre con la idea de superarse, se entrenó para formar parte del equipo de seven que jugó los Juegos Olímpicos 2016. Llegó con la idea de irse con una medalla, pero los All Blacks cayeron en cuartos de final ante Fiji, campeón. Paseó por varios equipos de su país, jugó en Japón y ahora está en los Blues.
Cuando los All Blacks estuvieron en la Argentina, Williams fue la principal figura en la visita de los hombres de negro a los Espartanos, el equipo de la Unidad 48 de San Martín. Por su eso no alcanzaba, el día de la maratón de Buenos Aires, se paró entre los corredores para repartirles agua.
"Nunca en mis sueños más descabellados estaría aquí el joven que fue a Australia. Solía ser un poco escandaloso. Hice muchas cosas malas. Fui una mala persona pero Alá me salvó", dijo. Sonny Bill Williams, el rey del offload cumplirá 50 partidos con los All Blacks, Sin duda, uno de los símbolos de un equipo de rugby que quedará marcado en la historia.
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