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Son hermanas, sufrieron a un padre adicto y violento y hoy brillan en boxeo
Son muy unidas. Derrochan coraje y fortaleza, como siempre. Se muestran seguras y serenas como nunca. Confiadas e ilusionadas como tal vez jamás estuvieron. Despojadas de pesadillas pasadas, Dayana y Leonela Sánchez tienen la felicidad del presente tatuado en sus rostros. Con el cuerpo y la mente enfocados en los Juegos Panamericanos de Lima, no les cuesta nada esbozar en sus sonrisas frescas y sencillas el objetivo que las desvela: alcanzar el podio en la máxima cita deportiva del continente. "No importa el metal de la medalla, lo que importa es dejar bien parado al boxeo argentino", expresa Dayana, apenas arranca el diálogo con LA NACION, mientras deshoja con su hermana menor las margaritas de una larga espera que está a punto de terminar.
Con algo más de 10 años como integrantes de las Toritas, la selección argentina amateur de boxeo femenino, las hermanas Sánchez están consideradas como una de las esperanzas de la nutrida delegación nacional que compite en Lima 2019. Con 28 años, Dayana llega con la intención de superar la participación que tuvo en Toronto 2015, donde logró la medalla plateada en la categoría hasta 60 kilos y se convirtió en la primera boxeadora argentina en subir al podio Panamericano. En tanto, Leonela, con 25 años, es la actual campeona continental y está catalogada como la máxima favorita al oro en la categoría hasta 57 kilos. "Me tengo mucha fe ´de que voy a subir al podio", lanza la menor de las Sánchez.
Conscientes de las expectativas que hay en torno a los buenos antecedentes que portan, Dayana y Leonela tienen como meta principal disfrutar al máximo, sin presiones, la primera participación conjunta en un Juego Panamericano. "No tenemos dudas de que este privilegio de estar juntas en un Panamericano nos va potenciar para lograr una medalla", comenta Dayana, quien, a pesar de haberse clasificado a Lima por arrastre, confía plenamente en sus condiciones y la dura preparación que realizaron en el Cenard con los técnicos de la selección nacional, Mariano Carreras y Fabricio Nievas.
Un amor inspirador
El amor de hermanas parece ser el motor inspirador para llegar en plena forma a cada competencia deportiva. "Necesitamos estar siempre juntas. Yo lloro mucho cuando ella pierde", admite, Leo, a quien apodan "La Monito" y es más pequeña –en tamaño y edad– que Dayana. "Es la más cargosa de las dos", acota Day, que no tiene sobrenombres, pero, según Leonela, "es una heladera". Sin embargo, juntas se complementan a la perfección. "Somos mucho más que hermanas, somos grandes compañeras y no hay secretos entre nosotras", avisa la mayor.
Dayana y Leonela saben de sacrificios, de privaciones y de cambios. Pero también de entrega y lucha. Eligieron una disciplina individual y ruda para escaparle a los peligros del barrio Los Álamos, en la capital cordobesa. "De chiquitas éramos tremendas. Nos agarrábamos a las piñas y los vecinos después nos acusaban", rememora Day y aclara que esas peleas nunca fueron entre hermanas. Entre ellas, más bien, existía el complot. "Tenemos encontronazos, discusiones. Pero nunca llegamos a agredirnos físicamente. Yo me buscaba los problemas y ella me defendía", apunta Leo.
Hoy las Sánchez dejan las piñas sólo para cuando están arriba del ring. Abajo son dos personajes súper desenvueltos, que se ríen con ganas, cuidan su femeneidad y se desviven por su madre. "Todo lo que hacemos y ganamos en el boxeo es para ella. Está muy pendiente de nosotras y luchó mucho para que no nos falte nada", comenta, Dayana, que comenzó a practicar a los 10 años a pesar de la oposición de su papá Hugo, quien fue boxeador profesional en los 90. "Mi viejo hizo lo imposible para que no boxee, pero le torcí el brazo y no le quedó otra que aceptarme en su gimnasio. Me levantaba a las 5 de la mañana para entrenar y me hacía guantear con varones para ver si abandonaba", recuerda Day, que tuvo que ganar primero ese combate en casa para después abrirle camino a su hermana y que hoy las dos recorran el mundo con el boxeo.
Un padre adicto y violento
Sin embargo, no todo es alegría y trofeos en sus vidas, ya que durante varios años la mala condición económica de sus padres las llevó a vivir en casas usurpadas. Hasta que en 2010 el Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba les otorgó una casa a medio construir en el barrio Juan Pablo Segundo, que gracias al esfuerzo de ellas mismas y de su mamá hoy está terminada y amoblada. "Todo lo que fuimos ganando en el boxeo con mi hermana lo invertimos en la casa, que se la regalamos a mi mamá en agradecimiento por todo lo que hizo y hace por nosotras", se emociona Dayana, fanática de Laila Alí (la hija del gran Muhammad) y admiradora del Chino Maidana.
El amor que tienen por María Rosa, su mamá, esconde un paño oscuro y doloroso: desde hace 8 años decidieron cortar relación con su papá Hugo por los graves problemas de adicción que padece y los reiterados hechos de violencia que sufrían. "Su adicción lo destruyó. Era un excelente padre, pero eligió las drogas, el alcohol y las malas compañías antes que su familia", cuenta, con la voz entrecortada, Leonela. "Hicimos todo para sacarlo de esa mala vida, pero no se dejó ayudar. Nos llevó al límite de elegir entre nuestras vidas o la suya. Era insostenible la situación", agrega Dayana, que confiesa que ser boxeadoras las ayudó mucho a no tenerle miedo y a defender a su madre y su hermana menor, Tania, de los ataques que sufrían.
Sin vergüenza de su pasado y muy tranquilas por el gran presente deportivo que están viviendo, Dayana y Leonela reconocen que todavía tienen mucho por aprender y que su máximo sueño es clasificar a los Juego Olímpicos de Tokio 2020. "Ganamos muchas peleas y medallas de oro y de bronce, pero sabemos que todavía tenemos mucho por mejorar si queremos estar en el año que viene en Japón. Ese es nuestro gran anhelo", agrega Leonela, antes de deshacerse en elogios hacia su hermana mayor, guía y gran ídola.
"Dayana es una boxeadora tremenda, es mi ejemplo, mi ídola. Yo tengo lo mío, pero ella es por lejos la mejor de las dos", cuenta Leo, que en su carrera acumula dos presencias en mundiales, dos medallas de oro en certámenes continentales y triunfos ante las mejores exponentes del boxeo femenino amateur. "¿Presión? Para nada. Conozco muy bien a mis rivales y sé cuál es mi potencial. El cambio de categoría (ante competía en 54 kilos) me vino muy bien", expresa confiada La Monito, que desde hace cinco años está en pareja con el boxeador Héctor "Pajarito" Sarmiento.
Les cuesta tan poco escaparse de la timidez y soltar sus pensamientos en forma de palabras, como expresar los mucho que le cambió la vida ser boxeadoras. Detrás de una ilusión elevada y consistente, Dayana y Leonela Sánchez quieren escribir un capítulo glorioso en Lima 2019 mientras sueñan con llegar juntas a Tokio 2020 y quedar en la historia grande del deporte nacional. "Nuestro sueño es ser campeonas olímpicas", expresa ilusionada Day, al tiempo que Leo asiente en silencio. Después todo, las cordobesas Sánchez son dos guapas del ring que juntas derrochan fortaleza en la vida.
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