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Solamente sé que tiré un zapato y entró
Por Emanuel Ginóbili Especial para LA NACION Deportiva
ATENAS.– Es la medianoche del día soñado, o del tiro soñado, mejor dicho. Hasta hace sólo un momento, estaba en el balcón del departamento, acá en la Villa, hablando con amigos, tratando de relajarme de todo lo vivido y saludando a algunos argentinos. Todavía no tomé real conciencia de todo. Solamente sé que tiré un zapato y entró.
No me quedaba otra. Cuando recibí la pelota del Puma Montecchia sólo pensé en tirarla como sea, porque tenía miedo que sonara la chicharra y se terminara el tiempo. Encima, la recibí con el perfil al revés y tuve que doblarme en el aire porque si intentaba con la derecha mataba a alguien en la tribuna. Yo en realidad iba a buscar el rebote porque pensé que el Puma la tiraba. Fue un barrilete. Ganamos de milagro. Pero bueno, fue el tiro que todo jugador de básquetbol sueña.
Yo esperaba que se me diera en San Antonio, pero no tuve muchas oportunidades. Nunca cerré un partido así. Fue tremendo. En el festejo casi me asfixian. Después la seguimos en el vestuario, cantando y abrazándonos, porque en realidad no teníamos muchas expectativas de ganarlo por cómo se había puesto el partido. Me parece que nos apresuramos un poco en las ofensivas y ellos se fueron agrandando. Tampoco podíamos tener la eficacia del primer tiempo. No se puede mantener una eficacia del 80 por ciento en triples.
Gregg Popovich y Tim Duncan vinieron a saludarme y a felicitarme ni bien terminó el partido. Charlé un ratito con ellos porque después tuve que salir a dar notas. Popovich me decía que había evitado otro robo porque se acuerda de lo que pasó en la final de Indianápolis ante Yugoslavia y que en el último cuarto los árbitros se habían comido el silbato. Después me cargó por el tiro que hice. Claro, porque tengo la costumbre en los Spurs de tirar cualquier cosa en las prácticas. Pruebo de espaldas, con el pie, ensayo cualquier payasada. Entonces, Popovich me dijo que al menos esos entrenamientos me sirvieron de algo.
No sé cómo se habrá vivido en la Argentina, no me contaron nada todavía, pero me imagino que la gente debe haber festejado. El triunfo es muy importante por la categoría del rival que vencimos y porque fue nada menos que en el debut en los Juegos Olímpicos, pero tampoco nos vamos a quedar gozando ésto. Es esta noche y listo. Mañana, en el entrenamiento, ya tendremos la cabeza puesta en España. Lo hablamos con los chicos en el vestuario. Este triunfo tiene que servir para darnos más confianza.
Ahora hay que seguir buscando la medalla. Igual, sé que de este tiro nunca me voy a olvidar, quedará guardado por siempre en la memoria y por supuesto que estoy muy contento. Ojalá podamos seguir en este camino.
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