Siempre Hindú: es el mejor hasta cuando lo superan

Fue un final de película, y Joaquín Díaz Bonilla, el protagonista. Si durante el partido no había jugado bien y estuvo a minutos de convertirse en "el malo", sin dudas ese final lo transformó en héroe. Así lo sintieron los chicos, que buscaban la foto con su ídolo. Mientras ellos iban pasando de a uno y esperaban pacientemente su turno, los grandes cortaban camino y cada tanto interrumpían esa secuencia con un abrazo. Él les retribuía el cariño a todos, tranquilo, aún cuando por los altoparlantes solicitaban que se liberara la cancha para el próximo partido.

Suele suceder que sea el pateador, por su responsabilidad, el que se convierta en héroe, pero a Díaz Bonilla le pasa más de lo habitual; parece haberse acostumbrado. Ayer lo sufrió nuevamente Newman, cuando con un penal desde adelante de la mitad de la cancha selló el pase de su equipo a la final del URBA Top 14 por un ajustado 25-24.

Todo un déjà vu para el Bordó, que en la final del Nacional de Clubes del año pasado se quedó sin título por un agónico drop suyo. Pero Newman no fue la única víctima del apertura. En las semifinales del Nacional de Clubes de este año, Díaz Bonilla le marcó un penal casi igual a Tala. "Sinceramente, trato de no pensar en nada, de enfocarme en la patada. No hay mucho en qué pensar, porque si lo hacés te sumás mucha presión. Me entreno para patear y poder disfrutar cuando me toca una situación como ésta", aseguró Tito.

Sus compañeros, aunque confiados, vivieron el desenlace del partido un poco más nerviosos que el apertura. "No lo vi, estaba mirando el piso", manifestó Francisco Bosch. Algo similar le ocurrió a Mariano De La Fuente, que prefirió taparse los ojos. Severiano Escobio, en tanto, conoce a Díaz Bonilla hace tanto que declaró haber estado muy tranquilo porque sabía que "a Tito en esas situaciones no le tiembla el pulso".

Resulta todo un desafío encontrar nuevas maneras de calificar a este Hindú. Siempre se destaca el despliegue y esa constante búsqueda de jugar desde toda la cancha. Pero si hay que enfatizar una virtud de ayer fue la paciencia. La paciencia de jugar hasta el final aun cuando Newman se puso al frente faltando dos minutos. La paciencia de buscar variantes cuando el juego que lo llevó hasta esa instancia no dio resultados.

"No es casualidad lo que pasó. A pesar de no haber jugado bien siempre buscamos el partido. Faltando cinco minutos pasamos a ganar, después nos volvieron a marcar faltando sólo dos minutos e igual volvimos a tener una más", destacó Díaz Bonilla.

Cuando Newman, el equipo con la mejor defensa del campeonato, no lo dejó jugar, Hindú apeló al scrum para seguir en partido. Con esa formación llegó dos veces al try e incluso llevó para atrás al pack bordó, con un jugador menos. "Lo importante es contar con los recursos. En otros partidos son los tres cuartos los que se llevan los laureles y esta vez sacamos ventajas con los forwards. Para mí es un mimo al alma poder hace un try de scrum, sentir que el entrenamiento que hacés rinde sus frutos", declaró el experimentado pilar De La Fuente.

Hindú ganó por su persistencia, pero también porque Newman no lo supo liquidar. El Cardenal llegó a estar seis puntos arriba promediando el segundo tiempo y tuvo chances de extender su ventaja, pero no pudo hacerlo. "En los partidos malos logramos entender que si no arriesgamos, la victoria se nos va y ahí nos sacamos los complejos y las exigencias y lo vamos a buscar sin ataduras. Creo que los rivales aportan también un poco porque esperan nuestra reacción y eso nos juga a favor", analizó el fullback Bosch.

Hindú jugó mal y no mereció ganar. Por errores propios, porque sus backs estuvieron imprecisos y también por la presión de un rival que no lo dejó jugar nunca. Pero ganó. Porque Hindú es Hindú y no solo jugándo bien se le gana. Es el bicampeón de la URBA y del Nacional de Clubes, extendió su invicto en el torneo local a 21 partidos, llegó a su quinta final consecutiva y quiere seguir demostrando que es el mejor equipo argentino de las últimas dos décadas.

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