Se fue un gran jugador y un señor fuera de la cancha

Luego de permanecer internado en el hospital Italiano durante algunos días, el viernes último falleció el ex futbolista y director técnico Juan Carlos "Cacho" Giménez, de 73 años, producto de una grave enfermedad que lo afectaba desde varios meses atrás. Sus restos serán cremados hoy en el cementerio de la Chacarita, de acuerdo con su voluntad y la de su esposa, Maruja.

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Difícilmente alguien lo hubiera llamado Juan Carlos; para todos era Cacho. El público lo recordará siempre no sólo por su destreza para quitarle el balón a los adversarios:su nombre fue siempre sinónimo de caballerosidad dentro y fuera de los campos de juego.

Nacido el 16 de febrero de 1927 en la Capital Federal, el fútbol grande lo conoció con la camiseta de Huracán, donde debutó frente a Ferro, como centro medio, centre half o el más tribunero centrojás. En la institución de Parque de los Patricios disputó 45 partidos entre 1946 y 1950.

Su protagonismo hizo que Racing posara sus ojos en él en momentos en que la veteranía de Saúl Ongaro y las lesiones de Alberto Rastelli dejaban un hueco en el medio. Era un sueño cumplido, ya que desde siempre había sido hincha del club de Avellaneda, del cual llegó a ser socio vitalicio, lo mismo que del Club de Gimnasia y Esgrima.

En su primera temporada salió campeón, en lo que fue el último título del tricampeonato que la Academia consiguió con sus éxitos en el ´49, ´50 y ´51. Con esta camiseta jugó 170 partidos, entre 1951 y 1957.

A pesar de sus orígenes, se afianzó como marcador de punta derecho, puesto en el que lo puso el entrenador Guillermo Stábile. También se desempeñó en Banfield y en Oriente, de la Liga de Tres Arroyos.

De buen manejo y proyección, una característica distintiva de Cacho Giménez fue su irrenunciable corrección para jugar, además de la elegancia que no sólo mostraba fuera del deporte: en su cabello jamás faltaba la gomina, aun con los cortos puestos.

En la selección argentina debutó el 24 de junio de 1956, en un encuentro frente a Italia, y en el equipo nacional disputó once cotejos.

La mayor alegría en su carrera deportiva la vivió justamente en el seleccionado, con el que ganó el Sudamericano de 1957, en Lima, con el famoso equipo de los Carasucias. Allí tuvo como compañeros a Rogelio Domínguez, Pedro Dellacha, Orestes Corbatta, Omar Sívori y Humberto Maschio, entre otros.

Cuando el jugador quedó atrás, llegó la hora del técnico. En esta actividad se desempeñó generalmente en las divisiones inferiores, como en los casos de Racing y Ferro, clubes en los que además estuvo a cargo del equipo principal en períodos de interinato.

También dirigió a juveniles en FAS, de El Salvador, y condujo a Municipal, de Guatemala, en el exterior.

En nuestro país, además, estuvo a cargo de la selección juvenil que consiguió el primer torneo Juventudes de América, en Asunción, y del equipo que participó de los Panamericanos de Winnipeg, Canadá, en 1967.

Sin abandonar nunca su amabilidad, Cacho Giménez también se dedicó al gremialismo dentro del fútbol. Durante muchos años fue secretario general de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino.

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