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Santiago Fernández: "Es momento de devolver al club todo lo que me dio"
A los 31 años, regresó a Hindú tras su experiencia europea; "nunca me sentí tan cómodo como en este lugar"
No cae. Se acercan para felicitarlo y sonríe, pero Santiago Fernández no reacciona: parece estar pensando en una sola cosa. Cuando se reencuentra con su familia, sube a Silvestre a sus hombros y se pierde en la marea azul y amarilla. Ahí están, solos, entonando juntos las canciones de turno. Compartir ese momento con su hijo es el summum de su regreso a Hindú, su casa, que hace minutos se convirtió en finalista del Nacional de Clubes, al superar a Belgrano en Virrey del Pino.
A los 31 años, Fernández vuelve a Don Torcuato después de siete como profesional en Francia. Podría haberse quedado un tiempo más, pero algo dentro le dijo que éste era el momento. "Desde el día en que me fui supe que iba a volver, pero quería hacerlo estando bien físicamente", expresa para la nacion. No hace frío, pero tiene piel de gallina. "Es de la emoción", responde.
Dice encontrarse con el mismo club que dejó siendo tetracampeón en 2009, cuando era uno de los mejores del rugby local: "Cambian las caras pero están los mismos dando vueltas por acá". De aquel conjunto que venció a CASI en la definición sobrevivieron Hernán Senillosa, Francisco Bosch, Augusto Faraone y Mariano De la Fuente, mientras que Juan y Nicolás Fernández Miranda y Lucas Ostiglia ahora son sus entrenadores.
"Quedan pocos, pero me pone contento ver cómo crecieron los chicos. Por suerte conozco a todos, porque los entrené o los vi jugar en juveniles. Compartir una cancha con ellos es una de las cosas que más me motivan", cuenta Santiago, que no zafó de pagar un derecho de piso en su primera práctica: le pidieron que se presentara al plantel y soportó las cargadas "de los más viejitos, sobre todo de Chori [Senillosa], al que le gusta mucho". Falta sólo Horacio Agulla, que reaparecerá dentro de pocos días.
Parado como apertura, su posición natural, Fernández revitalizó desde la conducción a un Hindú que venía con bajos rendimientos y resultados irregulares. En cuanto se acomodó, leyó a la perfección los espacios para lanzar a los backs. Asistió a Sebastián Cancelliere en el primer tiempo y se conectó en dos ocasiones con Bautista Álvarez; una terminó en su try. "Olé, olé, olé, olé, Momio, Momio...", coreó el público de Don Torcuato, cuando fue reemplazado.
Parece mentira que casi no tuviera continuidad en el último año y medio. En marzo de 2016 se fracturó un peroné jugando por Pau y debió pasar por el quirófano. Reapareció a los cinco meses, pero el dolor persistía porque el hueso no estaba bien soldado. Una nueva operación lo mantuvo parado hasta abril.
"Me siento muy bien y estoy con muchas ganas de volver a disfrutar Hindú, lo más lindo que hay", dice el back. En las entrañas del club, detrás del gimnasio, se ubica la casa que compró hace dos años y reformó con la supervisión de su mujer, su madre y Toto Fernández Miranda, arquitectos los tres. "En eso no me meto. Nunca tuve la posibilidad de vivir acá y no caemos. Es un sueño", bromea.
Si de sueños se trata, lo único que deseaba cuando empezó en el rugby era jugar en la primera de Hindú. "Todo lo demás fue dándose", desde su carrera en clubes, que incluyó pasos por Montpellier, Bayonne y Pau, hasta jugar en los Pumas como su padre, José Javier "Tito" Fernández. Es anecdótico su debut como titular en 2008, ante Irlanda en el mítico Lansdowne Road. Santiago se enteró de que actuaría pocos minutos antes del kick-off, porque Juan Martín Hernández se había lesionado en el calentamiento. "Tenía 22 años y pasé de ser completamente amateur a jugar contra O'Gara y O'Driscoll", recuerda.
Fue una pieza vital en el ciclo de Santiago Phelan en el seleccionado. Él y Marcelo Bosch se asentaron como la pareja de centros en el Mundial de 2011 y el Rugby Championship. Su último partido, frente a Gales en noviembre de 2013, coincidió con la renuncia del entrenador y la llegada de Daniel Hourcade. El back no fue incluido en la lista para el siguiente Championship; trascendió que no lo cedía Bayonne, algo desmentido por el jugador. Lo cierto es que nunca quedaron claros los motivos. "Ya lo dejé atrás. Obviamente, hay cosas que no comparto, pero prefiero guardarme lo que pienso", cierra Fernández, que protagonizó 32 tests-matches.
Eso es pasado para Momio, que goza renovado un presente lleno de emociones. "Ahora es momento de disfrutar y de devolver al club todo lo que me dio. Nunca me sentí tan cómodo como en este lugar y es donde espero pasar el resto de mi vida", sostiene. Disfrutar y devolver, dos acciones que representan esta nueva etapa para Santiago Fernández. La del esperado regreso a casa.
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