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Trail Runing: el albañil que le ganó al campeón mundial, un corredor trasplantado y el orgullo del último
San Martín de los Andes fue escenario de una competencia de largo alcance con varias historias personales; intimidad y superación
- 16 minutos de lectura'
La arenga se hizo escuchar en la Plaza de San Martín de los Andes, poco antes de la señal de largada de las 100 millas de Patagonia Run. Con la música de U2 como marco de fondo, el director de la carrera, Mariano Álvarez, les dijo a los 320 corredores: “Algunos corren para huir, otros por la felicidad de llegar. Algunos corren para competir y ganar, otros solo por el placer de correr y disfrutar. Algunos corren para otros, otros para sí mismos, por ustedes mismos, buscando libertad. Algunos llevan banderas, otros son su propia bandera lejos de casa. Algunos quedarán en el camino, otros lo lograrán; pero lo único que importa será haberlo intentado, haberlo dado todo. Que sea hoy, que sea aquí, donde las calles no tienen nombre, que sea trail. ¡Buena carrera para todos!”.
Las 100 millas las ganó un albañil de Junín de los Andes que venció al campeón del mundo, y el último en llegar fue un productor de seguros de 61 años, después de la media noche del domingo, cuando estaban esperándolo para desarmar el arco de llegada, y la mayor ovación del fin de semana se la llevó un corredor trasplantado de riñón.
“Que el hombre sepa que el hombre puede, dijo Alfredo Barragán luego de la expedición Atlantis. Y es la frase que repito, porque creo que eso es el mensaje que tiene el trail running. Esto no es el milagro de personas superdotadas físicamente, todo lo contrario, es el resultado de mucho entrenamiento, a veces en horarios insólitos y en condiciones adversas. Lo bueno es que todos podemos; es solo determinación y disciplina”, dice Miguel Ángel Castaño, ese corredor que llegó último, luego de 37 horas, 25 minutos, y que fue recibido como un héroe.
Castaño tiene 61 años y comenzó a entrenarse a los 54, luego de una vida absolutamente sedentaria, cuando se preparó para cumplir un sueño: ascender al Volcán Lanín. Cuando volvió de la montaña, y luego de alcanzar el objetivo, su entrenador, Gustavo Ismail le propuso otro desafío. Cuatro meses después, en abril de 2017, corrió los 21 kilómetros de Patagonia Run, y desde allí fue sumando carreras y distancias. “Antes de esa carrera, los que me conocían no podían creer que me animara a semejante locura. La verdad es que yo tampoco me creía capaz, pero le tenía fe ciega a mi entrenador, que me dijo que estaba preparado y tuvo razón. El trail running me apasionó y no paré más”, cuenta Miguel Ángel.
Este productor de seguros de Balcarce se entrena cuatro veces por semana al mediodía en el gimnasio y viaja dos veces a Mar del Plata a reunirse con sus compañeros de GustaTrail. A esto le suma las salidas de fin de semana para realizar lo que los corredores llaman “fondos”, que son salidas de muchos kilómetros a ritmo tranquilo. “En Balcarce tenemos la suerte de tener La Barrosa, una montaña que no es la Cordillera, pero que me permite practicar y correr en un lugar lindísimo y en una geografía parecida a la que nos encontramos en las carreras de trail”, explica Castaño.
“El año pasado corrí los 110 kilómetros de Patagonia Run y llegué muy bien, fueron un poco más de 26 horas. A partir de ahí me puse el objetivo de las 100 millas. Me dio un poco de bronca pasarme del tiempo que pretendía, que eran 36 horas, pero lo importante fue terminar”, cuenta el corredor. “El último puesto y lo que pasó al final es una linda anécdota. Unos kilómetros antes de llegar sentí que se cortaba la música y no oí más el sonido característico de la llegada. Me preocupé un poco, porque pensé que la carrera terminaba y me descalificaban, pero después me explicaron que, por la veda electoral de Neuquén, a las 12 de la noche tuvieron que apagar todo. Después de 37 horas de correr en la montaña, de subir y bajar, de sufrir como un condenado, me apagaron la música y yo a los gritos para que no me desinflen de arco de llegada”.
Cada abril, desde 2009, San Martín de los Andes convoca a una multitud de corredores de montaña en la Patagonia Run, la competencia de trail y ultra trail más importante de Latinoamérica. En la primera carrera fueron 900 participantes, y en 2023 hubo siete distancias, Kilómetro Vertical, 10, 21, 42, 70, 110 y 160 kilómetros, que convocaron a más de 6000 deportistas. Son todas carreras “non stop” que comienzan y terminan en San Martín de los Andes, y recorren senderos, cerros y costa de lagos en el Cerro Chapelco y en el Parque Nacional Lanín con el marco del otoño patagónico. Esto implica que los participantes solo se detienen en puestos que se encuentran cada 10 o 15 kilómetros donde cargan agua, alimentos y continúan luego de breves descansos, porque cada etapa establece un tiempo máximo, y si se exceden quedan fuera de competencia.
Mariano Álvarez, el director de la carrera, cuenta: “Esto fue creciendo poco a poco. Desde la primera carrera, en 2009, fuimos sumando distancias y cantidad de inscriptos, haciendo todo de la forma más profesional posible. Comenzamos con carreras que iban de los 10k a los 80k, hasta que en 2018 incorporamos las 100 millas, que hoy es la prueba más emblemática. En 2021 conformamos Spartan Trail World Championship, un circuito de carreras a nivel global, donde Patagonia Run se suma con dos distancias: 42k y 100 millas. Este circuito está formado por carreras muy prestigiosas alrededor del mundo como Transgrancanaria en España y Ultra Pirineu, también en España.
La enorme mayoría de los participantes son corredores amateurs que no compiten por ganar y el principal objetivo para ellos es alcanzar el arco de llegada. Los que pelean por la punta y arrancan con chances de ganar son un puñado de atletas de elite, y en las 100 millas de Patagonia Run esta lucha tuvo dos nombres: Pau Capell y Sergio Pereyra.
Capell es, hoy, uno de los tres mejores corredores de trail de larga distancia. Ganó prestigiosas carreras como Transgrancanaria 125k, UTMB 170k, la competencia de ultra trail más importante del planeta, fue campeón del Ultra Trail World Tour en 2019 y 2021 y campeón del Mundo de Ultra Trail en 2018.
En 2019, el catalán Pau Capell ganó las 100 millas de Patagonia Run y estableció el récord en 19 horas y 8 minutos, seguido por el argentino Sergio Pereyra, que llegó en 22 horas y 20 minutos. En 2020 no se corrió, y al año siguiente, el primer puesto fue para el Pereyra, pero su triunfo estuvo opacado por la ausencia de Capell a causa de las restricciones que impuso la pandemia. La segunda vez que compitieron fue en 2022, y seguramente esta sea la carrera que quede en la historia, por lo disputada, pero sobre todo por la manera en que se resolvió.
A las 6 de la mañana, cuando el termómetro marcaba 3 grados en San Martín de los Andes, se escuchó la voz del relator que resonaba por los parlantes en la llegada: “Pau Capell y Sergio Pereyra, ganadores de estas 100 millas de Patagonia Run 2022 en conjunto, una lección de deporte, de juego limpio, de grandeza. Un día increíble para los dos”.
Sergio Pereyra se acercó a Gabriela, su pareja y a Sofía, su pequeña hija que estaban detrás de las vallas las abrazó y comenzó a llorar. El relator insistió, “llegaron juntos ganaron los dos”, pero cuando le dieron la palabra a Sergio comenzaron las dudas. “La carrera la ganó Pau, yo tenía otra ilusión, pero se quedó ahí, cometí un error y eso se paga”, dijo Pereyra. Luego los dos corredores se dieron un abrazo y saludaron para la foto. Sergio se movió a un costado y apoyó su frente en los bastones de trekking. Ni las palabras de Gaby ni la mirada de Sofía logran consolarlo. Su carácter estoico, tallado por el entrenamiento extremo, mostró su costado más vulnerable, llorando y sin poder contener la angustia.
Después llegó la explicación: luego de 160 kilómetros en los que alternaron el primer puesto, y a solo diez de la llegada, Sergio Pereyra se quedó sin batería en su linterna frontal. Un espectador que se encontraba en el puesto de control le alcanzó una luz de repuesto, cosa que está prohibida por reglamento, y el argentino la aceptó sin darse cuenta del incumplimiento. Capell observó lo sucedido y unos metros más adelante le marcó el error. En ese instante Sergio entendió la gravedad de lo hecho y se dio cuenta que se le escapaba la oportunidad de su vida, ganarle al campeón del mundo y que el triunfo le permita darle un espaldarazo a su trayectoria.
Cuando lo consultan a Sergio y le preguntan a que se dedica él dice: “Soy corredor desde que nací, y albañil de profesión. Arranqué a trabajar a los 12, y a los 15 años comencé con mi papá como albañil”. En 2014 ganó los 42k de Patagonia Run con solo 19 años, y a partir de ese momento se sucedieron una serie de buenos resultados en las principales carreras de trail en Argentina que lo convirtieron en uno de los más destacados corredores de nuestro país.
Más allá de los triunfos, nunca abandonó su espíritu amateur. En 2017, luego de salir segundo en El Cruce de los Andes, Sergio posteo en sus redes sociales un video en el que contó acerca de su estilo de vida y entrenamiento: “Mi primer turno comienza antes de las 8 de la mañana de esta manera (se lo ve llevando una carretilla cargada con arena), con frío o con calor. Y se extiende por unas nueve horas. En algún momento como un sándwich y una Coca para reponer energías. El segundo turno es más corto, salgo a correr, lo mejor que pueda, lo más rápido que pueda, lo más largo que pueda. A veces por la ruta y otras por la montaña. Dejando todo, si es que el primer turno me dejó algo. Sin mucho más secreto”.
“El 2022 fue un año particular. Antes salía a San Martín a las 7 y volvía 18.30, con el tiempo justo para entrenar. Comiendo mal y siempre cansado. Así, durante siete u ocho años. En diciembre de 2021 terminé una obra en San Martín y pude enfocarme en el entrenamiento. Mejoré la alimentación y el descanso. Además, cambié mi rutina y comencé a meter fondos más largos. Por primera vez incluí salidas de más de 20 kilómetros y eso me dio buen resultado. Para ese año me sentía muy fuerte y estaba seguro de que podía hacer un buen papel”, cuenta Pereyra, refiriéndose a la participación en la carrera del año pasado.
El episodio del frontal y su segundo puesto fue su mayor frustración, pero el principio de una nueva oportunidad. Un empresario del mundo del deporte descubrió a Sergio, a partir de lo que ocurrió en Patagonia Run, y le ofreció apoyo para viajar a Europa y participar en media docena de carreras importantes, en las que logró muy buenos resultados que confirmaron su valía y le posibilitaron el contrato con una marca italiana de indumentaria de montaña que hoy complementa sus ingresos, aunque todavía no le permite abandonar su actividad como albañil y dedicarse solo al trail. Un nuevo sponsor y los buenos resultados le abrieron un panorama prometedor pero las cosas volvieron a enturbiarse a último momento. Dos semanas antes de la carrera se engripó y su participación estuvo en duda.
“Cerca de la fecha de Patagonia Run todo se complicó. Tuve que terminar una obra en San Martín que se fue estirando en el tiempo y que no podía dejar a medias porque estaba yo solo haciéndola. Trabajé hasta tres días antes de la carrera y encima me enfermé lo que no me dejó entrenar. Además, cambié las plantillas que ya estaban viejas y las comencé a probar un mes antes, pero no sé porque motivo no funcionaron bien y me contracturaron los gemelos, así que volví a las anteriores. Llegué muy desanimado porque no me sentía en condiciones de dar pelea, pero cuando me calzo las zapatillas me olvido de todo”, dice Sergio refiriéndose a los días previos a la carrera.
Las malas sensaciones desaparecieron con el pistolazo de largada. En una carrera similar a la del año pasado por lo reñida, Pereyra se tomó revancha. Fue segundo detrás del catalán hasta el kilómetro 140 donde lo pasó y desde allí aceleró hasta sacarle casi 12 minutos de diferencia. Sergio se sacó la espina y dio la sorpresa con un tiempo de 19 horas y 25 minutos que lo consagró campeón en la prueba estrella de Patagonia Run 2023. El tercer puesto fue para el ruso Aleksei Toltsenko. En la categoría de mujeres, el triunfo fue para la catalana Claudia Tremps, quien, en su primera vez en la competencia, marcó un tiempo de 22 horas y 50 minutos, dejando atrás a las argentinas Claudia Verónica Ramírez y Gabriela Fernanda Foncea Ahumada, y ocupó el sexto puesto en la clasificación general.
En la llegada Sergio volvió a abrazarse con su hija Sofía, pero esta vez sin la bronca ni las lágrimas de impotencia del año anterior. “Corrí con dos frontales, una batería de repuesto y dejé escondida una linterna unos kilómetros antes de la llegada. La de la luz no me pasa nunca más”, le dijo Sergio luego de la carrera.
Uno de los momentos más emotivos se dio en la llegada de los 110 kilómetros cuando arribó Mario Chiappero, luego de correr durante 19 horas y 37 minutos, con una camiseta de la selección argentina y la leyenda en el pecho: “Atleta Trasplantado”.
“Yo lo vivo con mucha naturalidad y creo que lo único distinto es que ando con un riñón que me donó mi hermana, pero entiendo que el resto de las personas me vea como alguien que superó obstáculos y logra algo que no todos pueden hacer. Desde mi mirada no es algo tan relevante, pero entiendo que otros le den un significado distinto al mío”, dice Mario, este cordobés de 41 años de chico se encontró con una enfermedad repentina que le cambió la vida. “A los 13 años me detectaron una falla renal llamada “síndrome nefrótico” a partir de una gran hinchazón en las piernas y comencé con un tratamiento que implicaba una dieta muy estricta, pero al poco tiempo todo se complicó y estuve internado un mes en Córdoba donde se barajó la posibilidad de un trasplante inminente si una serie de valores de mi organismo no mejoraban drásticamente”, explica Chiappero acerca del comienzo de su enfermedad.
Su cuerpo pudo superar este primer gran desafío, pero el tratamiento posterior implicó una serie de cuidados muy estrictos que marcaron su adolescencia. “A partir de allí no puede hacer actividad física en forma intensiva, tuve enormes cuidados con la alimentación, mis piernas sufrieron marcas por la hinchazón que hoy tengo, y en alguna medida, todo esto significó un complejo. Hoy correr largas distancias y demostrar que puedo hacerlo es una forma de revelarme contra todo lo que tuvimos que atravesar junto con mi familia durante muchos años”, cuenta el corredor.
Mario convivió con esta realidad durante 21 años solo manteniendo un férreo cuidado en su alimentación hasta que repentinamente su cuerpo dijo basta y los médicos le plantearon solo un caminoposible: un trasplante y sostener la espera haciendo diálisis. El camino más corto en estos casos es la familia, pero sus padres no eran una opción para la donación. En el caso de su padre por la edad, y tampoco su mamá que se recuperaba de un tratamiento contra el cáncer. “Cuando se enteró mi hermana decidió ser donante a pesar del riesgo, y luego de los estudios que dieron un 50% de compatibilidad, llegó el día. El 27 de mayo de 2014 me operaron y todo salió bien tanto para mi como para mi hermana Florencia”.
Luego de una recaída por una infección Mario comenzó con una vida totalmente normal y como parte del proceso de recuperación comenzó a correr y se sumó a un grupo de entrenamiento en Santo Tomé, en donde vivía. Al tiempo participó en su primera carrera de 10 kilómetros y desde ese momento abrazó el running como una parte fundamental de su vida.
Pero su enfermedad no fue la única emboscada a la que lo sometió la realidad. En 2012 nació su hijo Valentino con hidrocefalia, una enfermedad que pudo sobrellevar con una serie de cuidados, hasta que su salud se agravó y su estado se deterioró seriamente de forma irreversible.
“Que Valentino haya pasado por esta situación fue algo muy duro de asimilar. Que mi hijo sobreviva en estado vegetativo fue muy triste, y correr fue la manera que encontré de sobrellevar la situación. Fue mi cable a tierra, el camino que tomé para poder manejar el dolor y la angustia. Corría y lloraba de impotencia, pero al fin de cuentas creo que me ayudó a entender la situación y aceptarla”, dice Mario, recordando alguno de los momentos más difíciles.
“Después de un montón de carreras y de haber corrido la maratón le tomé un gusto especial a la montaña y al trail, que es donde me siento más cómodo. Es un entorno que me motiva y además el ambiente es menos competitivo y más amigable. En 2021 me propuse los 110 kilómetros en Patagonia Run y me preparé para el era mi mayor desafía personal y deportivo. Estaba seguro de que lo podía lograr, pero la vivencia de la llegada fue una sensación increíble. En ese momento sentí una conexión muy fuerte con mi hermana Florencia y con Valentino mi hijo”, cuenta Mario de su participación en la carrera de 2021 que lo convirtió en el primer atleta trasplantado en lograr los 110 kilómetros.
“Me propuse mejorar el tiempo y demostrarme a mí mismo que podía hacerlo y lo logré este año. Yo no me siento diferente, pero si soy consciente que pasé por una situación muy particular y quiero contarle a los demás que se puede superar. En un momento de mi vida me costaba subir una escalera y hoy puedo trepar montañas y correr durante un día entero. Corro en agradecimiento a la segunda oportunidad que me dio la vida, en agradecimiento a mi hermana y para dar a conocer la importancia de la donación de órganos”, dice Mario Chiappero que finalizó los 110 kilómetros aplaudido por una multitud en la llegada.
Sergio Pereyra corrió para ganarle al campeón del mundo, Miguel Ángel por el placer de lograr lo que en algún momento parecía imposible, Mario Chiappero para demostrar que quiere seguir dando pelea más allá de las dificultades y en agradecimiento a su hermana y a la vida por darle una segunda oportunidad unos cuantos no llegaron, pero seguramente lo van a volver a intentar, todos allí, en las montañas, en los lagos, en los senderos, donde las calles no tienen nombre.
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