La historia de un atleta de 26 años que trabaja y compite a la vez porque no llega a fin de mes; mozo, peón de campo, kioskero y varios empleos más para sostenerse económicamente; el domingo corre la maratón de Valencia para buscar la marca olímpica
VALENCIA, España (Enviado especial).- Quienes lo conocen dicen que la gracia y su manera de hablar quedan de lado cuando enfrenta una rutina de entrenamiento. Quienes lo conocen comentan que una vez que entra a la manga de salida de una carrera se transforma en un león enjaulado que quiere salir cuanto antes detrás de su presa. Matías Schiel, recién llegado a Valencia, tras un extenso viaje en avión y en tren, cuenta las horas para que el reloj marque las 9 del domingo próximo para correr la 35° edición del maratón de Valencia.
Reconoce que a los 27 años su vida deportiva aún no pudo ser plena. Por necesidad, transitó varios empleos para sostenerse. Desde trabajos como peón de estancia, en su ciudad Trelew, a kioskero, mozo, albañil y pintor. "¿Qué se piensa ese Bárzola, que es el único albañil del atletismo argentino?", dice y se ríe a carcajadas. "Lo de Miguel es increíble porque dejó su pueblo (Bragado) y mirá ahora dónde está. Consagrado y sosteniendo años deportivos de gran rendimiento", sostiene. Para Schiel, la asimetría entre los casos de Bárzola y Mariano Mastromarino, que debieron trabajar hasta poder dedicarse de lleno al atletismo, en cierta forma, le sirven de inspiración. "El Colo es otro ejemplo. Vendió pullovers y casi larga todo. Y ahora es medallista panamericano. Son ejemplos para nosotros que venimos un poco más atrás", afirma. Hace una pausa y continúa: "Yo sueño con vivir solo de atletismo. Sé que es difícil, pero este es el camino que sigo eligiendo".
En verdad, hay épocas del año en las que Matías se agota mentalmente y, literalmente, desaparece para cobijarse cerca de los suyos en Trelew. "Me cansa tener que trabajar tres o cuatro meses y, a la vez, tener que salir a correr para no perder el ritmo. No es fácil estar todo el día laburando y después salir a hacer pasadas a un ritmo frenético o despertarme temprano para hacer un fondo largo en la Laguna de los Padres", revela. Respira profundo, se corre a un costado y vuelve para deja ver el brillo de sus ojos. Su mirada no miente. Contiene las lágrimas de angustia, de bronca. Y de felicidad, también. "Tuve que vender una rifa para hoy estar acá con vos hablando. Así junté los 27.000 pesos que me faltaban para ir un mes a Cachi y después viajar a Valencia. Estoy acá porque muchísima gente que me conocía y que no me conocía decidió darme una mano", admite. Su estadía en la altura cacheña es algo frecuente. Atleta de la factoría de Leonardo Malgor, Schiel vivió un mes a 2300 metros de altura para hacer su puesta a punto en el paraíso del atletismo argentino. Un lugar donde sólo se puede entrenar. Un lugar donde no hay distracciones. Un lugar donde Schiel se siente verdaderamente un atleta.
–¿Cómo estás para el domingo?
–Creo que llegoen mi mejor momento. Completé 4 semanas excelentes y sostenidas en Cachi. No surgió ningún inconveniente. El plan de carrera es salir para estar en 1h9m en la media y si me siento bien empezar a subir el ritmo. No voy a salir a correr al ritmo del Colo [Mastromarino]. Mi carrera pasa por otra vía.
–¿Ves posible correr en 2h16m o menos?
–¿Por qué no? Igualmente, si no se da acá, en abril próximo iré a Rotterdam. Ser olímpico es un desafío único. Lejos del atletismo y del running, porque a mí me ayudó mucha gente que corre por recreación fue la que me ayudó, no se toma consciencia del esfuerzo que hacemos los atletas en pos de un objetivo. Nuestra vida mezcla lo profesional con lo amateur. Porque laburamos y, a la vez, corremos y competimos.
En su raid permanente por ser un atleta, Schiel llegó a correr dos carreras en un mismo fin de semana. No le quedaba otra para poder pagar el alquiler. Una situación que no escapa a la media de los atletas argentinos. A Schiel le sobran los ejemplos, pero el que más recuerda se dio en agosto de este año cuando combinó Tandil y Mar del Plata para embolsar 3500 pesos. "En 2010 también corrí dos carreras el mismo día para ganar algo de plata. En ese entonces no me quedaba otra. Y este año, tampoco. No me arrepiento de nada porque lo hice lícitamente. Peor es robar", concluye mientras la luna de Valencia se abre imponente ante la inmensidad de una noche perfecta que avizora que el clima se mantendrá estable durante todo el fin de semana.
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