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Leyendas del atletismo: Orlando Pizzolato, el recuerdo que vive
Uno de los grandes atletas italianos de los años ´80 habla sobre el maratón de Nueva York, del doping, de Sebastian Coe, de Alberto Salazar y de la posibilidad de bajar las 2 horas en el maratón; "el maratón crea sentimientos y emociones particulares que satisfacen de una manera especial a los que se animan a correrla", afirma
Como una postal que toma distintas formas, que revive. Así recuerda Orlando Pizzolato al maratón más grande de todos, el de Nueva York, del otro lado del océano y mientras el atletismo, su vida, lo encuentra haciendo fondos en Sudáfrica o los Alpes. Suena como se lo lee en Twitter, red que Orlando usa frecuentemente. Ahí, en 140 caracteres, aconseja a sus más de 4400 seguidores, cuenta anécdotas y comparte los links de su blog orlandopizzolato.com.
"Difícilmente los recuerdos se borran"
Su foto del perfil cuenta una historia por sí misma, un Pizzolato incrédulo después de cruzar la meta en el Central Park, en 1984. Sólo Bill Rodgers, Grete Waitz, Paula Radcliffe, Alberto Salazar, Germán Silva, Mary Keitany y John Kagwe lo emulan, ganando la prueba dos o más veces consecutivas. "Cuando pienso en los días de victorias en Nueva York tengo recuerdos muy vivos, fue algo muy fuerte para mí", dice este italiano de 58 años de su primera victoria en la Gran Manzana, y cuenta que en 1985 "quería aprovechar que estaba en una gran forma física, no podría escaparse la defensa del título".
Aquella primera vez para el hasta entonces desconocido Orlando Pizzolato no fue nada fácil. Llegó al kilómetro 40 después de haber parado ocho veces y con Rob Dixon pisándole los talones y Dave Edge. Ese día, el 25 de octubre de 1984, será recordado también como uno de los más calurosos del maratón de Nueva York, con la tremenda humedad colándose para arrebatar a los corredores fuera de meta. Orlando cruzó la meta en 2h14m53s, uno de los tiempos "más lentos" del maratón desde que volviera al Central Park. En 1985 repetiría, pero esta vez desarrollando todo su potencial y sin condiciones climáticas tan adversas: 2h11m34s, dejando atrás a los neoyorquinos Ahmed Saleh y Patrick Petersen. Nueva York es un flechazo para quien la corre alguna vez, desde aficionados a atletas de elite. Cruzar el puente de Staten Island en el comienzo para desembocar en Brooklyn es, como menos, prodigioso. Le pasó y le pasa también a Orlando Pizzolato, que repitió la hazaña en 1985, otro año de plena dominación europea-americana antes de la irrupción de los africanos en los ´90. "Vuelvo a Nueva York todos los años, ya que trabajo en una agencia de viaje especializada en running, acompañando a los corredores, a los que puedo guiar con mi experiencia en una ciudad que amo", y agrega que volvió a correr el maratón en 2011, donde terminó en 2h52m a los 53 años.
A la hora de elegir un detalle distinto del maratón de Nueva York antes y ahora, Orlando, un verdadero señor del maratón, dice que "[Nueva York] se convirtió en una carrera mucho más participativa, de 24.000 participantes de 1985 a casi 55.000 en la actualidad. Se ha convertido en un evento de muchos aspectos comerciales. Es la regla del negocio, debe aceptarse como es. Creo que ya no podemos comparar el maratón con la carrera que había ideado Fred Lebow".
El maratonista italiano, que registró su mejor marca en la distancia en el campeonato mundial de atletismo en Hiroshima, en 1985 (2h10m23s, sexto y mejor registro italiano hasta ese momento), afirma que también han cambiado los parámetros de dominación dentro de la prueba de Filípides. "Creo que muchos africanos se han dado cuenta de que es una fuente viable de ingresos ejecutando lo que saben, de manera buena y fuerte. Sus condiciones son naturales, el paso es simple. Por la presencia de tantos africanos, con gran talento, el maratón se ha convertido en una carrera muy competitiva y a la vez no competitiva, porque los cronos han evolucionado muy rápidamente y al mismo tiempo la diferencia entre los corredores africanos y del resto del mundo se ha hecho más grande".
Atletismo, Sebastian Coe, dopaje
Si bien el atletismo cuenta con más adeptos en el mundo gracias a exponentes carismáticos en todas las distancias y a grandes competidores en general, las tramas de corrupción, el dopaje y el crecimiento desigual de los diferentes deportes gracias a la inyección de los negocios y medios de comunicación, hace que sea un tema de debate constante. "El atletismo en general está pasando por un momento difícil en comparación a otros deportes, ya que no es seguido, a excepción de los nombres de más alto nivel. Eso hace que, en consecuencia, provoque menos atención de los patrocinadores y medios de comunicación. Sólo el mundo de la Liga de Diamante y algunos maratones internacionales tienen una atención especial, pero el resto de atletismo, especialmente entre los jóvenes, tiene muy poca atención", afirma.
En el escándalo que envolvió a la IAAF y que tuvo como protagonista principal a la administración de Lamine Diack con el escándalo del Mundial de Qatar, Orlando tiene una postura clara: "La llegada de Sebastian Coe como presidente de la IAAF puede ayudar a la recuperación de la visibilidad del atletismo en los medios de comunicación, pero tomará creo que al menos cinco años."
Para el dopaje sistemático, más presente en esta era, cree que mucho se le debe a las gestiones previas en el máximo organismo del atletismo internacional: "El deporte está por desgracia muy contaminado por la práctica de dopaje, y también lo está el atletismo, que está pagando las políticas negativas realizadas en años anteriores. Tampoco ayuda el contexto, ya que el dinero excesivo y la necesidad de llegar a cualquier costo, no hace más que empujar a muchos deportistas a buscar lograr resultados de manera más fácil con ayuda de medicamentos", sostiene. Precisamente un conocido y contemporáneo suyo, Alberto Salazar, se vio envuelto en un mega escándalo destapado por la web ProPublica, cuando en 2015 fue acusado de proveer medicamentos prohibidos a sus atletas estrella, Galen Rupp y Mary Cain. "No creo que Salazar sea culpable de dopaje porque las búsquedas e investigaciones realizadas no descubrieron ningún elemento que hace que sea culpable. Salazar es de los años ´80, como yo, y era un atleta muy fuerte, capaz de soportar cargas muy altas de formación y frente a la competencia con un alto espíritu competitivo, lo que le permitió contrarrestar a los atletas de todos los niveles, incluso a los primeros africanos que empezaron a practicar la carrera de alto nivel", dice sobre el cubano-americano, ganador tres veces el maratón de Nueva York un año antes de las conquistas de Pizzolato.
Récord del mundo, sub 2 horas y una atleta muy especial
"Creo que, por haber estado muy cerca y por ser él, Bekele puede lograr el récord del mundo. Respecto a los distintos proyectos para romper la barrera de las dos horas, creo que va a ser posible correr 42,295 km en 1h59m59s, pero será un evento que no se alcanzará antes de veinte años, y tal vez incluso más. El apoyo de dos grandes empresas (Nike y Adidas) puede hacer una contribución muy fuerte para este proceso técnico y fisiológico, pero no se puede adelantar un proceso que tiene su tiempo", precisa.
Aunque reconoce el paso del tiempo en su cuerpo, la zancada de Orlando Pizzolato está intacta, la misma que dio batalla en años de dominación americana y cuando parecía que el destino de los cinco boroughs estaba destinado a unos pocos. Orlando, un caballero del maratón pero aguerrido en sus batallas por las interminables avenidas y puentes de los cinco distritos neoyorquinos, reparte su tiempo trabajando como comentarista de la cadena RAI Sports, entrenando a más de 200 alumnos y como asesor de una agencia de viajes italiana especializada en viajes y running. Lo que más disfruta es correr con su hija, Chiara, que a los 14 años muestra signos de una técnica privilegiada, idéntica a la de su padre. "Mi hija corre conmigo desde hace dos años, aunque tenemos pocas oportunidades de carrera juntos porque ella se ha comprometido en la media distancia y además corre más rápido que yo (risas), la verdad es que ahora tengo muchas dificultades para mantener su ritmo. Por ahora a ella le gusta correr, pero sólo en distancias cortas, como máximo dos mil metros. No sé si alguna vez se va a dedicar al maratón", cierra la charla antes de agradecer y decir: "Espero que sí, porque creo que esta distancia crea sentimientos y emociones particulares que satisfacen de una manera especial a los que se animan a correrla".
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