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Springboks y All Blacks, dos estilos de rugby para una final del mundo que quedó a salvo
La ratificación del Rugby Championship 2021 con su formato original de cuatro selecciones no sólo es una buena noticia para los Pumas, sino también para todo este deporte, ya que ofrecerá la oportunidad de disfrutar de lo que hoy sería, seguramente, una final del mundo. Los Springboks y los All Blacks volverán a verse las caras, esta vez en Australia, el 25 de septiembre y el 2 de octubre, oponiendo además dos estilos, un choque marcado por la historia y resaltado en este tiempo. Simplificando: de un lado, el poderío físico y el juego estructurado de los sudafricanos, y del otro, las destrezas y la inspiración individual de los neozelandeses.
Antes de la serie ganada a British & Irish Lions, le preguntaron al apertura y goleador Handré Pollard qué opinaba de las críticas a los Springboks por su juego “aburrido”. La respuesta fue una declaración de principios: “Es la forma en la que nos educaron y la forma en que jugamos. Para mí es lindo. Pasarse mucho la pelota puede ser agradable para la gente que mira la televisión, pero para mí el juego de los Springboks es simplemente hermoso”. Después de los tests con el combinado británico-irlandés esa visión de un juego “amarrete” de los sudafricanos se intensificó y poco cambió con los partidos en los que vencieron recientemente a los Pumas.
Si se mira la gran foto del rugby profesional de alto nivel, se ve que son pocos los encuentros que, al decir de Pollard, son entretenidos para mirar en la televisión. Las finales del Top 14 francés resultaron un duelo de topetazos y kicks, al igual que la serie de los Lions y el último Seis Naciones. Los cambios constantes de reglas, que supuestamente son en beneficio de un juego más abierto –y también, prioritariamente, para cuidar la integridad física de los jugadores–, no terminan de asentarse y tornan incluso más complicado el arbitraje. El rugby se ha transformado en un deporte de detalles milimétricos: una rodilla que roza el piso, un movimiento ínfimo al ser tackleado, un tobillo adelantado; cualquiera de estas situaciones implica una infracción. No es culpa de los Springboks, que desarrollan su juego a la perfección, con orgullo y con buenas artes (las trampas y las ventajas en los fallos son las mismas que ejecutan y tienen los más poderosos).
Al rugby lo favorece este duelo entre Boks y All Blacks. Los neozelandeses navegaron una década sin un rival que pudiera frenarlos. Así ganaron dos mundiales consecutivos –2011 y 2015– y recién encontraron un límite en los ingleses en la maravillosa semifinal de Japón 2019. En ese tiempo, los sudafricanos estuvieron rearmándose. En el juego y en la identidad, conviviendo por primera vez blancos y negros en iguales número e importancia: la capitanía de Siya Kolisi es el símbolo de esa unión. Ambos seleccionados ganaron tres copas del mundo y han logrado la integración: blancos y negros, anglosajones y maoríes.
Sienten el rugby de una misma manera, pero lo juegan con estilos diferentes. Los All Blacks pueden salir jugando del in-goal; los Springboks llevan la pelota al wing cuando una situación de try segura (Cheslin Kolbe tiene 8 tries en 16 partidos, y Makazole Mapimpi, 16 en 18; ambos anotaron en la final de Japón). Contraponiendo aquella declaración de Pollard, “skills, skills” (”destrezas, destrezas”) es el mantra neozelandés. También son otros los sistemas. En los ABs juegan sólo los que están en Nueva Zelanda; los Boks recurren a quienes están en el exterior (Pollard actúa en Montpellier, Eben Etzebeth en Toulon, Faf De Klerk en Sale, Willie le Roux y Franco Mostert en Japón).
Es muy probable que en los partidos que jueguen en Townsville y en Gold Coast –lo que resta del Rugby Championship se desarrollará en la región australiana de Queensland– terminen definiendo entre ellos el título que en la última versión de cuatro seleccionados, en 2019, ganaron los Springboks. En ese torneo, reducido por ser el año del Mundial, empataron en el único enfrentamiento. La mesa está servida. Dos potencias, dos estilos. Será imposible no tomar partido por uno u otro.
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