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Springboks en blanco y negro,el escenario
La idea de imponer un mínimo de jugadores de color desde 2019 abrió polémica: el equipo puede resignar calidad
JOHANNESBURGO.- "Estoy aquí únicamente para representar a mi país. Ya tengo suficientes cosas de las que debo preocuparme". Era cierto lo que decía Heyneke Meyer , el entrenador de Sudáfrica , en la conferencia de prensa previa al partido de estreno de la temporada. Estar en vísperas de enfrentarse con los All Blacks no da como para distraerse mucho, claro. Pero el tema por el que le preguntaban no es como para descuidarlo: de confirmarse los planes del gobierno, dentro de cuatro años un tercio del total de convocados y de titulares en el seleccionado nacional deberá ser de color.
La cuestión, delicada para el cuerpo técnico y para el ambiente del rugby, no es la racial en sí misma, sino cómo puede repercutir esa cuota mínima en el poderío del equipo verde. La obligatoriedad reglamentaria podría restar lugar a jugadores blancos que fueran deportivamente mejores que quienes los desplazarían, y por eso se generó la controversia.
La noticia sacudió el ambiente del rugby profesional en el país: la Unión de Rugby de Sudáfrica (SARU) anunció la introducción de cuotas raciales en uno de los certámenes principales del país, el de la copa Vodacom, aquélla que conquistó Pampas XV en 2011. Sus 14 equipos deberán incluir a partir del año que viene siete deportistas "no blancos" entre sus 22 jugadores, y cinco de ellos deberán figurar en la alineación titular. La medida, según lo explicó SARU, tiene como objetivo "incrementar el talento negro disponible para los entrenadores, y en consecuencia, dar más opciones al seleccionador de los Springboks".
Las cuotas raciales en el rugby sudafricano, un deporte tradicionalmente asociado a la minoría blanca del país y que aún permanece al margen de las escuelas y los barrios de mayoría negra, fueron retiradas en 2004, luego de cinco años, en parte por la estigmatización a los propios deportistas negros, que eran identificados como "jugadores de cuota". "Competiré contra los Wallabies por mis métodos, no por el color de mi piel", subrayó Teboho 'Oupa' Mohoje, segunda y tercera líneas de Cheetahs. En la misma forma se han expresado el ex entrenador del seleccionado, el mestizo Peter de Villiers, y el ex capitán Corné Krige.
En las mentes de muchos resuenan todavía las palabras del ex presidente Thabo Mbeki sobre la política de discriminación positiva, del año 2002: "Que no nos importe perder competiciones internacionales durante dos o tres años por llevar a nuestra gente a los equipos de elite". Los defensores de la medida esgrimen que 84% de la población menor de 18 años en Sudáfrica es negra, y que un escaso 4% de ella logra acceder a las escuelas de rugby, mientras que hoy por hoy, ya 20 años después del fin del apartheid, apenas 27% de los jugadores profesionales pertenece a la raza mayoritaria.
Del otro lado, se critica los esfuerzos por arreglar lo que no está roto. Los opositores a la idea reclaman que sean los méritos deportivos y no el color de la piel lo que marque el criterio de selección, y temen que la medida repercuta en un equipo, Springboks, que desde el Mundial de 1995, jugado y ganado en casa, se ha mantenido en el más alto nivel.
Chester Williams fue el único jugador negro de aquella escuadra legendaria que recibió el trofeo de manos de Nelson Mandela, sólo un año después de que Sudáfrica pusiera fin a la segregación racial del apartheid. Comprometido con la transformación del rugby, que aún es uno de los deportes de la minoría blanca, Williams defiende el cupo. "Las cuotas raciales son necesarias, pero no podemos bajar el estándar. Queremos seguir siendo el equipo número uno; por eso tenemos que garantizar una transición suave", afirmó en una entrevista con la nacion.
"Los jugadores negros tienen oportunidades, pero necesitan minutos, y lo que vemos en el rugby sudafricano actual es que juegan un partido y quizá no vuelven a hacerlo en mucho tiempo. Por eso, creo que esta medida puede ayudar a que se desarrollen como deportistas. Aquéllos a los que se les ha dado la oportunidad han demostrado que pueden competir en el máximo nivel", justificó el ex wing.
"La realidad es que en 25 años el rugby profesional ha cambiado muy poco", lamentó. "La popularización del deporte sólo beneficiará a los Springboks. El equipo nacional tendrá más apoyo. Saber que todo el país está realmente detrás de uno vuelve más exitoso al equipo, y es importante además aprovechar el talento de toda una nación y no únicamente el de una minoría", aludió a la blanca, que abarca 7% de la población.
Así las cosas, a partir de 2019 los Springboks bien podrían pasar a ser llamados "los Half Blacks".
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