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"Se me caían las lágrimas": el costado sensible de Juan Figallo en su retiro del rugby
"Recibí como 4500 mensajes. Recién recibí uno de Tati Phelan y otro de Diego Albanese. También, de un montón de amigos y jugadores que me han escrito. Incluso de gente que alguna vez se chocó conmigo jugando. La verdad es que se me cayeron varias lágrimas leyendo los mensajes", cuenta para LA NACION, emocionado, Juan Figallo. Sabe que este duro momento va a pasar y entonces podrá comenzar a disfrutar en retrospectiva de la gran carrera que hizo en el rugby jugando en la posición de pilar. Se inició en su entorno más cálido, el Jockey Club de Salta; compitió en el más alto nivel europeo, en Montpellier y Saracens, y jugó 25 partidos y tres mundiales en Los Pumas. Ahora anuncia su retiro a los 32 años por no haberse recuperado de aquel golpe en la cabeza ante Inglaterra durante Japón 2019.
Pero hay vida después del rugby profesional y Figallo está dispuesto a vivirla en pleno, en familia. "Estoy en Inglaterra y por ahora me quedo un tiempito acá", afirma desde su casa de Londres, con la idea muy clara de volver a la Argentina, pero no ya. Es que va a tomar con calma lo que viene y a dejar que los próximos pasos maduren solos, tal como sucedió con su adiós definitivo del rugby.
–¿Qué sensaciones tenés luego de hacer pública esta difícil decisión?
–Fue duro. Mientras escribía en las redes para comunicar esto se me caían las lágrimas, y más lágrimas aun cuando leía las cosas lindas que me escribía la gente. Siempre tuve el apoyo, desde el minuto uno, y fue lindísimo todo ese apoyo. Me hizo salir adelante en mi carrera y también afrontar las lesiones.
–Pasaste varios momentos complicados por las lesiones. Primero, el cuello; luego, una rodilla, y por último, el golpe en la cabeza. ¿Cómo transitaste mentalmente todo eso?
–Son duras, pero las lesiones les suceden a casi todos los deportistas de alto nivel. Si bien yo he tenido un par más que lo común, siempre tuve claro que estaba haciendo lo que me encantaba, lo que más disfrutaba. Y me sentía uno de los privilegiados del mundo por poder disfrutar y vivir de la carrera de rugbista. Hay sólo un puñado de argentinos que están haciendo esto.
El principio del fin de la carrera de Chipi fue el 5 de octubre de 2019, durante el partido contra Inglaterra por la etapa de grupos del Mundial de Japón, que terminaría en derrota por 32-10. Un golpe en la cabeza le condicionó el futuro como deportista, situación que terminó derivando este viernes en su anuncio del adiós definitivo al rugby.
Aquel partido que terminó siendo fatal para el pilar
"Durante el partido tuve el golpe, el mareo, y en los días posteriores intenté entrenarme y cada vez que corría me mareaba, así que volví a Saracens y empecé con el protocolo de la cabeza. Tenía que hacer varios pasos. Superaba uno, pero al siguiente no, y tenía que volver a arrancar. A la parte tres, que era correr, no podía superarla, y cada vez que corría volvía a estar mareado y a tener síntomas", cuenta. Comenzó un periplo de consultas a especialistas y realizó múltiples intentos de volver a sentirse pleno. "Estuve viendo especialistas en Londres (primero, un neurólogo, y luego, un especialista del oído interno) y me hicieron un montón de estudios. En este momento estoy medicado y no sé hasta cuando tendré que estarlo", revela.
–¿La decisión "se tomó sola" entonces?
–Se dio y, hablando con los médicos, noté que me empezaban a poner diferentes caras, aunque yo siempre quise volver. Pero volver era imposible porque prácticamente no podía correr. Así que entendieron que lo mejor para mí era terminar de jugar al rugby.
–¿Cómo te lo comunicaron?
–No fue una cosa de un día. Con el tiempo fui viendo que el panorama no estaba bueno y me costaba, porque todos los lunes en que volvía al club pensaba que era el lunes en que iba a estar bien e iba a poder correr, pero no podía, y todo se ponía bastante cuesta arriba. Eso, más allá de lo diario, en lo que también estaba mareado, sentía dolor de cabeza y cada vez que intentaba correr me mareaba. Y no era un dolor que me durara 10 minutos; duraba cuatro días. Hablando con los médicos y viendo los testeos que me había hecho, la decisión maduró. Fueron muchos exámenes y dos especialistas lo que me indicó que lo mejor era no jugar más. Y bueno, acá estamos.
"Me acuerdo de que una vez me sentaron en un cuarto oscuro, en una silla como de escritorio, y la silla empezó a girar. Fue un minuto de la silla girando, y como estaba oscuro, no veía nada. Y ellos veían cómo reaccionaba la parte interna del cuerpo sin la parte ocular. Unas cosas me hicieron... A algunas no se las deseo a nadie", recuerda el salteño sobre lo que tuvo que pasar para caer en la cuenta de que el rugby ya no era una posibilidad para él.
–Más allá de no poder practicar deporte, ¿tenés dificultades para desenvolverte en tu vida diaria con las actividades en familia?
–En la vida diaria estoy bien, si bien hay cosas que me molestan y con las que debo tener cuidado. Pero sigo con la parte de correr, que vengo trabajando con un fisioterapeuta especialista en la cabeza y el oído interno. Me hace girar la cabeza y mover los ojos. Siempre que me veían los médicos les decía que sentía que mi ojo izquierdo iba más lento que el resto. Y que por ende me mareaba. Por eso hago ejercicios diarios para bajar la cabeza y calibrar los ojos; son bastante tediosos y me llevan a marearme un poquito. Pero se puede decir que en lo cotidiano estoy bien, aunque tengo que cuidarme.
–Por ejemplo, ¿podés manejar?
–Sí, y no me mareo para nada al manejar. El problema es cuando yo hago el movimiento y el posterior rebote que se produce al correr.
–¿Cómo transitó tu familia el proceso hasta esta decisión de dejar el rugby?
–Por un lado, implicó estar más tiempo en casa porque no podía entrenarme, más allá del trabajo con el fisioterapeuta. Pero la familia de Salta y mi mujer, acá, me bancaron en todas, como siempre que tuve lesiones en mi carrera. Venía una hermana acá o me iba yo allá... Y tengo que cuidarme, porque más allá del rugby, queda un montón de cosas por vivir y hacer. Y con esas cosas no hay que jugar.
–¿El plan de la familia es seguir viviendo en Europa o volver a la Argentina?
–El plan es volver a la Argentina, pero tenemos chicos muy chicos [Baltasar, de 4 años, y Francisca, de 2] y nos planteamos la posibilidad de darles unos años más de colegio acá para que se lleven un poco más de inglés y que vuelvan con un nivel de inglés nativo y que les quede de por vida. A eso estamos apostando como familia: uno o dos años más de vida inglesa para los chicos.
Tras sus inicios en el Jockey Club de Salta, Figallo partió en 2009 hacia Montpellier, donde participó en 53 partidos y anotó cuatro tries. Conoció la gloria en la elite vistiendo la camiseta de Saracens desde 2013, ganando dos Champions Cup, tres Premiership y una Anglo-Welsh Cup. "Saracens siempre me apoyó en todo. Cuando volvieron a llamarme para jugar en Los Pumas, me dejó ir. Siempre me cuidaron acá, en el club. Las charlas fueron tranquilas y terminé muy bien con el club", agradece el primera línea.
Volver a jugar ya no es posible para Figallo, ni siquiera fuera del ámbito rentado. Él lo tiene muy claro: "Para mí el rugby se terminó. Lo que es jugar se terminó acá, porque jugar en un nivel amateur es casi como jugar en el profesional. Me dijeron que no puedo jugar más al rugby, acá o donde sea", sostiene con firmeza.
–Participaste en mundiales y fuiste campeón en Europa. ¿Qué balance hacés de tu carrera?
–Cuesta parar, pero fue una gran carrera, la disfruté muchísimo. Estuve menos en la primera de mi club que en cualquier otro lado y me habría gustado jugar un tiempito más en Jockey Club. Después pasé por Montpellier y llegamos a la final del Top 14 de Francia. Si bien no la ganamos, fue una experiencia espectacular. Y después pasé a un equipo para ganar títulos, Saracens. Con mi llegada se empezó a ganar: primeramente, Premiership; después, Copa de Europa. Y se empezó a repetirlo. Fue increíble y me llevo los más lindos recuerdos.
–¿Cuáles tres momentos de tu carrera enmarcarías en una pared de tu escritorio?
–No es un momento, sino muchos de mi vida en el Jockey Club de Salta. Mi debut y todos los partidos que jugué, si bien no fueron tantos como los que jugaron mis amigos. Pero es mi casa. Después, el Mundial 2011 por Argentina. La final en Montpellier, que perdimos pero fue una hazaña para el club. Y agrego una: la primera doble corona en Saracens.
Un día con Figallo y con Marcelo Bosch en Saracens
–¿Imaginabas todo eso cuando empezabas en Jockey Club?
–No. El otro día hablaba con mi mujer y nos decíamos "¡todavía no podemos creer que estamos viviendo en Londres!". Cuando era chico uno soñaba, pero no pensaba que viviría en una determinada ciudad. Hoy estoy viviendo en Londres, estoy dejando de ser jugador, y ahora viene una etapa complicada y que cuesta, porque uno es deportista de alto nivel y ahora se corta todo eso, la vida de club. Y tengo que empezar otra cosa.
–¿Pensaste a qué te dedicarás de ahora en más?
–Yo no hice ninguna carrera. Hice un par de cursos de psicología deportiva porque siempre me gustó el deporte, y estoy viendo qué se da. Ahora está el tema de la Covid-19, que no sólo afectó las vidas de muchas personas –lo más importante–, sino que también complicó mucho el campo laboral y la economía. Está todo muy parado, pero estoy tranquilo, sin presiones y sin apuro. Después de tantos años en el rugby, prefiero elegir a dónde voy a ir y no apurarme.
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