Santiago Gómez Cora planifica y sueña con los Juegos Olímpicos de 2028, un equipo que recuperó la altura celestial rumbo a... Los Ángeles
El coach, que siguió el torneo a 12.500 km de distancia, le apunta a los JJOO: “Ya llevamos cuatro años de ser competitivos. Después los resultados y los títulos van y vienen, pero ser competitivos a lo largo de varios años es lo que buscábamos”
5 minutos de lectura'

La naturaleza del seven dicta que es no es normal que un equipo llegue a nueve finales en 10 certámenes y gane cinco de ellas. Y sin embargo, los Pumas 7s lo hicieron entre 2023 y 2024. La espera de ocho certámenes para volver a lo más alto del podio se ajusta más a la naturaleza de esta disciplina. El título conseguido en Perth prueba que aquello no fue un espejismo. La forma en que se consiguió, con dos goleadas sin precedentes en los últimos dos partidos, confirma que este equipo no se olvidó de cómo jugar al rugby.
No es que en ese lapso sin lauros el equipo argentino haya dejado de ser competitivo. El segundo puesto en Madrid y el tercero en Dubai lo prueban. Sí es cierto que se había vuelto un equipo más inconstante. Más terrenal, si se quiere. En Perth, volvió a tomar altura celestial.
“Si bien estábamos tranquilos de que empezamos el año siendo competitivos, con un podio en Dubai y jugando bien en Ciudad del Cabo, empezás a dudar si era algo que quedaba en el tiempo”, admitió el entrenador Santiago Gómez Cora desde el otro extremo del celular a LA NACION. “Este título da confianza y nos confirma que venimos haciendo las cosas bien”, agregó.

Una prueba cabal del carácter cíclico del seven es el presente de Nueva Zelanda. El dominador histórico de la disciplina en tres etapas del Circuito Mundial 2024/25 todavía no pasó de cuartos de final y marcha séptimo en la general. Otra evidencia para esta afirmación es lo que le ocurrió a Uruguay este fin de semana. Los Teros, que regresaron este año a la elite, vencieron el primer día a dos potencias como Fiji y Nueva Zelanda, pero luego perdieron consecutivamente con Kenia, España y Gran Bretaña para finalizar octavos. Otro ejemplo: España es un seleccionado que está muy lejos de la elite, pero sorprendió este año con tres semifinales y es uno de los punteros de la general, junto a la Argentina y Fiji.
Sin alcanzar el nivel excelso de aquella seguidilla que los propulsó a ser el mejor equipo del mundo durante más de un año, los Pumas 7s se mantuvieron en la pelea. Sumado a la transición propia del cambio de temporada, llegaron a Perth con un registro de ocho victorias y dos derrotas que no reflejaban el quinto puesto en la tabla general. Ambas caídas ante los campeones de Dubai y Ciudad del Cabo, respectivamente. Faltaba regularidad.
Lo mejor de la final
Tampoco fue inmaculado el inicio de este certamen. El primer día arrojó dudas, con dos ventajas desperdiciadas y dos partidos que se fueron a tiempo extra. El éxito ante Sudáfrica fue tan valioso como sufrido: de 19-0 a 19-17. En el segundo tiempo del duelo ante Gran Bretaña, en cuartos, empezó a vislumbrarse lo que terminaría por explotar en la jornada decisiva ante España y Australia.
“No buscamos un hito, sino una era... y estamos en ese camino”, continuó Gómez Cora. “Ya llevamos cuatro años de ser competitivos. Después los resultados y los títulos van y vienen, pero ser competitivos a lo largo de varios años es lo que buscábamos. Hacer de la Argentina una potencia. Después de cuatro años creo que lo hemos logrado, así que estoy orgulloso de ese recorrido”.

Para el entrenador, el verdadero artífice de este fenómeno, con un trabajo de hormiga desde que asumió la conducción en 2013, fue un certamen especial. Una operación en la espalda lo obligó a quedarse en Buenos Aires. Pero no se puede decir que se lo perdió. Ni cerca. Lo vivió con la misma intensidad que si estuviera en el extremo opuesto del hemisferio y no en el hotel en que se internó para seguir al lado del equipo de manera virtual, con horarios cambiados y todo.
“Pensé que lo iba a poder ver relajado, pero lo sufrí más. Los argentinos somos como el tango, sufridos. No podés relajarte y disfrutar del buen rugby”, bromeó. “Pero estoy feliz y orgulloso del recorrido que hicieron los chicos”.