All Blacks es la marca registrada del equipo de rugby más dominante del mundo. Su supremacía se acentúa año tras año. Ahora bien, ¿dónde están las raíces de esa fortaleza? ¿Cómo se forman los talentos en una población de menos de cinco millones de habitantes? ¿Cuál es el secreto de la máquina ganadora? En el rugby colegial se halla la piedra basal de los hombres que pasado mañana se medirán con los Pumas por el Rugby Championship. Cultura, sentido de pertenencia e identificación son el eslabón inicial.
El colegio es el paso inaugural en sus carreras deportivas. El primer espacio donde sueñan lucir la camiseta negra. Es un sistema de alimentación perfecto. Luego, por supuesto, la evolución depende de cada jugador: academias, clubes y franquicias aparecen en el camino a convertirse en uno de los All Blacks. Pero es en la etapa escolar cuando comienzan a estar en el radar de los seleccionados nacionales.
La mayoría de los programas de rugby colegial se enfoca en el liderazgo, la iniciativa, el equilibrio y la búsqueda de la excelencia. Una de las palabras que más les inculcan a los chicos desde pequeños es "destrezas". Walter Álvarez es un entrenador chaqueño formado en CURNE que vive en Auckland. Desde 2003 trabaja en St. Peter’s College, campeón del certamen nacional colegial neozelandés en 2018. "Acá el rugby de colegios es sumamente importante. Hace más de 10 años la Unión cambió el destino de sus intereses y recursos. Antes estaba más dividido entre clubes y colegios, y se decidió poner énfasis en el rugby colegial. El semillero está acá y la mayoría de los jugadores del rugby profesional surge de los colegios. Después, dependiendo de la institución de la que salga, eso hablará mucho de qué clase de rugbier será. Son pasos clave en el desarrollo", apunta Álvarez para LA NACION.
El esqueleto del rugby neozelandés es el más sólido del mundo. Todo está diagramado para facilitar la creación de All Blacks. Algunas instituciones educativas destinan mucho dinero al First XV, el principal torneo secundario del país. Buena parte de los colegios batalla por esas competencias con equipos semiprofesionales. El atractivo es tan grande que las finales suelen convocar entre 7000 y 10.000 espectadores. Hay patrocinadores y cada sábado la cadena Sky televisa en directo uno o dos partidos. Y entresemana un programa muestra los resúmenes de todos los encuentros. "Hay una gran atención. No todos los colegios juegan los mismos torneos, y no todos invierten las mismas cantidades de tiempo y dinero, claro. St. Peter’s College juega en la 1A First XV, un certamen colegial considerado el más fuerte del mundo, con 12 equipos. Es un trabajo muy gratificante, y ya logramos varios campeonatos", explica el argentino.
En efecto, existe una brecha en las inversiones, y hay quienes aseguran que es poco saludable y preocupante por el espíritu de la competencia. Se estima que los secundarios Auckland Grammar, King’s College, Mt. Albert Grammar, Sacred Heart College y St. Kentigern College asignan entre todos el equivalente a unos 335.000 dólares estadounidenses anuales; el resto desembolsa montos más bajos. "Depende de cada colegio. Cada uno tiene su equipo y hay programas que desarrollan jugadores desde muy chicos. Existen inversiones específicas para el First XV. Algunas, de decenas de miles de dólares anuales; otras, de cientos de miles. Son ligas casi profesionales. Nosotros no traemos jugadores de afuera; trabajamos con chicos de acá. Hay una línea entre nuestro caso, que trata al jugador de rugby colegial como a un estudiante, y otros que dan muchísima más atención profesional al rugby", apunta Álvarez. La escuela, primera; el rugby, segundo. "Trabajo duro, disciplina, respeto, hermandad. De eso se trata aquí", dicen.
En las exigentes pretemporadas de St. Peter’s los estudiantes corren, nadan, trepan. Realizan tareas físicas y mentales extenuantes, necesarias para una competencia de tan alto nivel. Los almuerzos abordan varios temas: el estudio en primer lugar, y luego en qué equipo de rugby profesional sueñan jugar. Y también el anhelo de alguna vez ser parte de los All Blacks. De St. Peter’s surgieron Francis Saili y recientemente Patrick Tuipulotu. Este último es parte del plantel que está en Buenos Aires. Álvarez trabajó con el segunda línea desde pequeño. "Patrick es muy potente. Hay chicos físicamente privilegiados; en Auckland muchísimos son enormes e impresionantes. Muy atletas. Saben hacer de todo. También hay influencia polinesia, de los niños que vienen de Tonga, Samoa e Islas Cook. El neozelandés de por sí es fortísimo y tiene mucho entendimiento del rugby y familiaridad con la pelota. Como en la Argentina ocurre con un nene y su relación con la pelota de fútbol", explica el coach.
Ver esta publicación en InstagramGood to see my youngest brother debut for the 1st XV and play alongside the bro [R][R][R][R]
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El año pasado, St. Peter’s se consagró en el First XV al vencer en la definición a Napier Boys High School. La principal figura de la final resultó un fabuloso proyecto, Niko Jones, hijo de Michael (55 partidos en All Blacks entre 1987 y 1998 y campeón del mundo). Lo describe el chaqueño Álvarez: "Niko fue el capitán. Es un jugador especial, una excelente persona, igual que su papá. Juega de octavo y es un atleta que tiene muy buen manejo de la pelota y velocidad, y muy inteligente para leer el juego y tomar decisiones en la cancha. Tiene mucho futuro. Ahora firmó contrato con All Blacks 7s".
En un momento, también, los ojos se posaron en Christchurch Boys’ High School. El establecimiento, de 1400 estudiantes, cuenta con 550 rugbiers y 44 entrenadores distribuidos en 23 equipos de varios niveles. Allí se desarrollaron destacados números 10, como Dan Carter, Andrew Merthens y Colin Slade. Este colegio público, que formó 46 integrantes de All Blacks desde 1996, efectúa entrenamientos diarios en el campo de juego y el gimnasio y un captain’s run semanal, juega los sábados y hace una sesión de recuperación en una piscina el domingo. Nada se toma a la ligera.
La historia de Christchurch Boys con el rugby es tan fuerte que no les teme a las tentaciones –becas, mayores inversiones– que los colegios privados suelen hacerles a los adolescentes para que se trasladen a otras ciudades. Debido a esto, también, libra algunas batallas. "Moral y buenos valores" son lo que ofrece. Steve Hansen, Anton Lienert-Brown, Matt Todd y Brodie Retallick, actualmente en la Argentina, pueden dar fe de ello. "Esta escuela forma a muchos estudiantes excelentes que obtienen resultados de nivel mundial. El programa de desarrollo de rugby es de primera categoría y seguirá formando a futuros All Blacks", aseguró Hansen en el sitio web colegial. "Aprendí sobre rugby de la mano de excelentes entrenadores. La estructura que tiene y su ambiente han tenido mucho que ver con mi éxito", apuntó el talentoso Carter.
En mayo de este año, el periodista Francisco Capizzi mostró en Twitter detalles del clásico duelo entre Auckland Grammar School y King’s College, que compiten desde hace 123 años y ya se enfrentaron 208 veces. Entre ambas entidades formaron a 68 futuros All Blacks, como Grant Fox, Gary Whetton, Ali Williams, Doug Howlett y los hermanos Akira y Rieko Ioane. Con más de 10.000 espectadores en la cancha, el último choque tuvo televisión en directo y a una leyenda, Graham Henry, como analista invitado. Anualmente, uno de los momentos más emotivos se vive con el tradicional y multitudinario haka de cada colegio.
Si se apunta al rugby profesional, los calendarios –aseguran desde los colegios– suelen ser pesados para jóvenes que además tienen compromisos escolares, familiares e inclusive laborales. Luke Jacobson, Josh Ioane, Braydon Ennor, Sevu Reece y Asafo Aumua, los debutantes de los All Blacks que se encuentran en Buenos Aires, son ejemplos de jugadores que hace un puñado de temporadas se destacaban en el rugby colegial. "Este sistema se ha se ha vuelto muy importante en los últimos años. Y algunos jugadores ya firman contratos profesionales mientras están en la escuela. Muchísimos colegios tienen extensas tradiciones en este deporte y las lucen orgullosos", remarca George Heagney, periodista de Stuff.
"Egresarán siendo jóvenes preparados para aceptar todos los desafíos que se les presenten en el rugby y en la vida", rezan algunos lemas colegiales. Auckland Grammar School, King’s College, Mount Albert Grammar, Sacred Heart, Saint Kentigern, Nelson College, Gisborne Boys, Hastings, Rotorua, Otago, Kelston, Hamilton, New Plymouth... y los nombres se multiplican. Son buena parte del semillero de los All Blacks, los mejores del mundo.
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