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El desafío de Agustín Pichot: “Quiero ser presidente porque busco un empuje para el rugby global”
Agustín Pichot casi siempre consiguió lo que quiso. Ahora va por el reto máximo: la presidencia de World Rugby. Después de cuatro años como vicepresidente al lado del inglés Bill Beaumont, se enfrentará con él en las particulares elecciones que se realizarán por vía electrónica el 26 del corriente.
Capitán del equipo de los Pumas que conquistó la medalla de bronce en el Mundial Francia 2007, dirigente de la Unión Argentina de Rugby (UAR) que llevó al rugby argentino al Rugby Championship, se enfrenta ahora a quien lo llevó a la vicepresidencia del órgano que rige los destinos de este deporte. La oposición y el conservadurismo por parte de las potencias de Europa a la Liga Mundial que impulsó Pichot para darles mayor participación a las naciones emergentes los pusieron en veredas opuestas. Desataron esta puja de poder.
La inclusión de más países en las competencias de elite (Seis Naciones y Rugby Championship) y la unificación del calendario global son los ejes de la campaña del dirigente argentino, en medio de un escenario de incertidumbre ante la parálisis que está produciendo la pandemia de coronavirus. "Estamos en un momento crítico en todo nivel. No esperaba que se hicieran las elecciones ahora, pensaba que se iban a postergar para fines de año. Hay mucha ansiedad política, aunque yo no la tengo. El rugby tendría que ser menos egoísta. Pero el management, por un tema de liderazgo, necesita una toma de decisión inmediata", le dice Pichot a la nacion desde su casa en San Fernando, vía teleconferencia. "Estamos frente a un cambio estratégico importante para el rugby mundial. Esta crisis es una oportunidad para plantear una nueva estrategia global".
En una elección clave en momentos críticos para el rugby, que a su vez se presenta como una oportunidad para alinear a nuestro deporte de manera global, he decidido presentarme como candidato a Presidente de World Rugby. Descarguen el doc para saber el porqué: pic.twitter.com/6jwgOBg33s&— agustin pichot (@AP9_) April 11, 2020
–¿Qué fue lo que te impulsó a ir por la presidencia de la World Rugby, Agustín?
–Desde que soy vicepresidente cambiamos la regla de residencia [para poder jugar en seleccionados extranjeros], conseguimos más votos para Argentina, Fiji, Uruguay y Japón en el Consejo de World Rugby e impulsamos una liga global integral para todos. Algunos países del Seis Naciones no querían eso. Ahí empecé a tener diferencias con Bill [Beaumont]. No lo voy a criticar. No hago campaña con eso. Lo que busco es un empuje para el rugby global. En mi gestión creció la región de las Américas y logramos la expansión del Seven. Pero no veía oportunidades para Fiji, Rumania, Georgia, Uruguay, Estados Unidos en la estrategia a largo plazo. Esa mi motivación. Hubo un pedido de Sanzaar y otras regiones para que liderara esta nueva estrategia. No es un cambio. Es por lo que luché desde el principio.
–¿Por qué esperaste hasta último momento para lanzar tu candidatura?
–No quería dividir. Pensé que podíamos tener una visión más amplia con Bill. No llegamos a eso. Tenía en mi mente ser presidente alguna vez, pero no lo pensaba para ahora. Este momento hizo que fuera una oportunidad. La crisis que hay es muy grande y no se puede resolver con reservas de World Rugby para pagar el déficit operativo de las uniones y que después en 2021 siga todo igual.
–Estamos ante dos crisis. ¿Cómo incide la parálisis por el coronavirus en la crisis financiera preexistente que vos denunciás?
–Ésta profundiza la primera. El rugby está desorganizado a nivel de calendarios. Está desfasado el del norte con el del sur, el de las uniones grandes con el de las chicas, el de las uniones con el de los clubes, que resultan en problemas financieros para muchas uniones. El coronavirus acentúa eso. Estados Unidos entró en convocatoria porque gastó plata que no tenía para jugar en Japón y que World Rugby ganara dinero. No tuvo partidos que ofrecerles a los broadcasters o a los fans. Canadá, Namibia o Fiji quedaron en el borde. Eso empezaba a cambiar con la oportunidad de la Liga Mundial que propuse. Implicaba más ingresos y hacía al rugby más sustentable. Con el coronavirus, las uniones más grandes también van a entrar en crisis. Entonces hay que impulsar una estrategia global, donde primero se escuche a los jugadores y donde las uniones más chicas también sean parte.
–¿Cuáles son tus propuestas?
–Hice un manifesto con seis puntos principales: usar la crisis del coronavirus para crear una estrategia global y un calendario que dé respuesta a la necesidad de la mayor cantidad de naciones posible; una estructura de gobierno más democrática en la que más uniones tengan voz y voto y permita un diálogo con ligas profesionales y el sector privado; que los jugadores estén en el centro de la toma de decisiones; un rugby de base con reglas simples para que sea seguro y entretenido; inversión en el crecimiento del rugby de base en todas las regiones, y revisar las estructuras internas del management de World Rugby para que la política no ingrese en la parte rentada.
–¿Cómo va a afectar al rugby el parate por el coronavirus?
–No lo vamos a saber hasta que vayan pasando las cosas. La nube se va corriendo y vas corriendo los posibles ingresos: Súper Rugby, ligas profesionales de Europa, ventanas internacionales. Si no se llegan a jugar los tests de julio, tendríamos un problema uniforme. La gravedad se va a saber a medida que se vayan cancelando los partidos que dan ingresos.
–¿Por qué no prosperó el proyecto de Liga Mundial?
–Lo frenó el Seis Naciones porque no querían ascensos y descensos ni ceder poder. El Seis Naciones no confía en World Rugby, piensan que les quieren sacar poder en la toma de decisiones. Pero para mí es muy importante que el Seis Naciones sea parte del rearmado de este plan estratégico. Mi principal tarea es generar confianza en el Seis Naciones. Ser profesional y sacar los preconceptos de lado. Mostrar que sea beneficioso para todos. Cuando en enero la Sanzaar me propuso liderar este proceso no quise ir en la fórmula con un vicepresidente [se eligen por separado]. El mensaje no es que esté Sanzaar de un lado y el Seis Naciones del otro. Queremos gobernar para todo el mundo.
–¿Por qué un país como Escocia querría un Seis Naciones con ascensos y descensos?
–Entiendo una posición de autopreservación. Pero la Liga Mundial hace que crezcan todos. Si te quedás en campeonatos que están en tres países, no va a crecer el juego, no se va a expandir a nivel global. El juego manda.
–Para que Argentina pudiera ganarse un lugar tuvo que salir tercero en un Mundial. Ninguno de los países emergentes está en ese nivel…
–Si no marcás un camino para tocar la puerta, no llegás nunca. Poné la zanahoria, que sea justo. El fútbol fue el que mejor lo hizo: tener países competitivos e inspiradores para la gente. El país tiene que estar arriba de todo. Messi nunca va a querer la plata para jugar para Argentina. El rugby tiene que entender eso. Después, el Súper Rugby y los clubes profesionales son la fuente de ingresos. Los inversores tienen que ser parte de la discusión.
–¿Qué va a pasar con el Rugby Championship? Se habló de cambiar el formato, de sumar a Japón…
–Yo quiero expandirlo. Esta nueva situación te permite volver a poner en blanco muchas cosas. Mi idea es sumar a Japón, Fiji y los países de América a ser parte de Sanzaar para lograr que a largo plazo sean parte del Rugby Championship.
–Si el Seis Naciones se mantiene inflexible, ¿qué alternativas hay para los países del Tier 2?
–Hay alternativas. Estamos trabajando con Sanzaar un plan B. Una es agrandar el Rugby Championship.
–¿Qué análisis hacés de la Súper Liga Americana más allá de lo poco que se pudo jugar?
–Es un paso muy positivo para la región, especialmente para Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay. Para la UAR es importante para darles competencia a jugadores que salen del M20 y quedaban afuera del sistema pero siguen teniendo proyección.
–Acá hubo mucho debate con los clubes por la cesión de jugadores…
–No fui parte de las discusiones. Se hizo un reglamento en el que cada unión dio su opinión para proteger que no haya una sangría de jugadores. Me parece que fue positivo. Sigo creyendo que el jugador que se quiera hacer profesional lo va a hacer por más proteccionismo que haya. Si no es acá, se va a ir a Estados Unidos o España.
–¿Qué balance hacés del Mundial Japón 2019?
–Muy positivo. Japón hizo todo bien. Nadie esperaba un nivel tan alto, superlativo. Después, todo el resto fue igual. El grupo de la muerte desgraciadamente nos tocó a nosotros. Ganó el equipo que mejor supo jugar la final. Los países emergentes cumplieron el papel que tenían que cumplir. Pero hoy sigue todo igual. Japón no tiene lugar donde jugar. Georgia, Estados Unidos y Canadá están con problemas financieros. Lo que pasa siempre. Pasa la ola y tenés que esperar otros cuatro años para reconstruir. Es difícil ser competitivos así.
–¿Qué opinás de la actuación de los Pumas?
–Soy muy respetuoso en cuanto a criticar a los equipos. Sobre todo a los jugadores y el cuerpo técnico. Los que tenían que hablar, y creo que lo hicieron, son ellos. No sé cuánto influyó haber jugado la final del Súper Rugby. Creo que estaban en condiciones físicas de hacer un gran Mundial. Las cosas que vivieron las pueden explicar ellos. En el primer tiempo contra Francia estuvieron irreconocibles. Se sabía que ese partido era la clasificación. Al margen de que en el segundo tiempo lo pudieron ganar, no se debería haber dado de esa forma. Tenían un muy buen equipo y estaban bien físicamente.
–¿Qué va a pasar con el sorteo del Mundial 2023, que está pautado para diciembre?
–Si no se juegan los partidos, no lo veo factible.
–¿Tiene sentido que el sorteo se haga tres años antes del Mundial?
–Es una discusión que perdí. Responde más a la parte comercial que al juego. Es para garantizar ingresos. La idea era salir a vender tickets antes que París 2024. Lo mismo pasó con el Mundial de Japón y Tokio 2020. Para mí el juego está antes. Es algo que también me gustaría cambiar, si puedo.
Cómo será la elección
La contienda entre Agustín Pichot y el inglés Bill Beaumont promete ser de photo finish. La elección se realizará electrónicamente el 26 de abril, con auditoría desde Suiza de PWC, y los resultados se conocerán el 12 de mayo en una reunión vía teleconferencia del Consejo de World Rugby. Se eligen por separado presidente (chairman), vicepresidente -que necesitan mayoría simple- y siete miembros del Comité Ejecutivo (los que más votos reciban).
Hay 51 votos en juego, por lo que se necesitan 26 para ganar. La elección asoma muy pareja y las decisiones de Estados Unidos (1 voto) y América del Norte (2) aparecen como determinantes. El argentino tendría el apoyo de los cuatro países Sanzaar (12), Sudamérica Rugby (2), Oceanía (2), África (2), Asia (2), Uruguay (1), Georgia (1), Fiji (1), Samoa (1) y quizá Rumania (1); Beaumont se aseguraría los de las Seis Naciones (18), Europa (2), Canadá (1) y Japón (2), aunque este último no está definido. En caso de empate, definirá el voto del presidente.
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