El adiós al talentoso Van der Westhuizen, una leyenda mundial de clase sudafricana

Era genial en casi todas las facetas del arte del juego, aunque algunos lo reducen a algunos tackles de colección sobre la humanidad de Jonah Lomu, bestial creador de un rugby de otro tiempo. Otros, no tan ajenos al brillo del try, lo señalan detrás de Nelson Mandela, cuando Sudáfrica, los blancos, los negros y el deporte crearon la más maravillosa melodía mundial en 1995, pieza indispensable para entender que el deporte es mucho más que deporte. Todos, de un modo u otro –sobre todo, los fanáticos del balón ovalado–, lo recuerdan, le rinden tributo, lo trasladan a la inmortalidad. Falleció Joost van der Westhuizen , el legendario medio scrum de la Sudáfrica campeona del mundo en 1995, en Johannesburgo, a los 45 años, como consecuencia de la enfermedad que le diagnosticaron en 2011, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una expresión neuromuscular degenerativa.

Los demonios no eligen. Se entrometen en cualquier escenario, en cualquier cuerpo, sin importar los pergaminos. ¿Qué es la ELA? El mundo médico lo describe con naturalidad y crudeza: la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), a menudo conocida como la “enfermedad de Lou Gehrig”, es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta a las células nerviosas del cerebro y de la médula espinal. Las neuronas motoras van del cerebro a la médula espinal y de la médula espinal a los músculos de todo el cuerpo. Con el tiempo, la degeneración progresiva de las neuronas motoras producida por la ELA ocasiona la muerte de éstas. Y cuando mueren las neuronas motoras, el cerebro pierde la capacidad de iniciar y controlar el movimiento de los músculos. Debido al efecto progresivo sobre la acción de los músculos voluntarios, los pacientes en las etapas finales de la enfermedad pueden quedar totalmente paralizados. Algo de todo esto le ocurrió a Joost.

En 2011 le dieron una esperanza de vida de entre dos y cinco años y poco a poco fue perdiendo la capacidad de caminar y hablar. El sábado pasado ingresó en estado crítico en un hospital de la ciudad más grande de Sudáfrica y ha fallecido ayer a la mañana, pese a mostrar ciertos síntomas de estabilización y mejora, “en su casa, rodeado de sus seres queridos”, según ha confirmado, a través de las redes sociales, el perfil de su fundación ‘J9’, su apodo en los tiempos de profesional y creada para divulgar la enfermedad degenerativa que ha acabado con el deportista, según informó el diario Marca.

El crack sudafricano, considerado uno de los mejores 9 de la historia del rugby, formó parte de los Springboks que se consagraron campeones en el Mundial de 1995 ante la mirada de Nelson Mandela, al derrotar a los All Blacks de Jonah Lomu, los grandes favoritos. Fue, también, indispensable en la marca: el vuelo de Lomu acabó en la tierra más de una vez.

Nacido en Pretoria en 1971, vistió la camiseta de los Springboks en 89 oportunidades, desde su debut en 1993 hasta su partida en 2003 y se convirtió en el jugador con más caps de Sudáfrica y el que más ensayos había completado, con un total de 38 en su carrera.

Además de conquistar la Webb Ellis Cup, en el histórico mundial que dio origen al libro El factor humano y más tarde a la película Invictus, también logró la Currie Cup con los Blue Bulls, su equipo, y el Tri Nations con su selección, a la que también llevó, como capitán, hasta las semifinales del Mundial de Gales 1999, cuando fue frenado por Australia, el campeón.

En 2015, con motivo del homenaje por los 20 años del aquel histórico título mundial, acudió en silla de ruedas al aniversario de la victoria en el estadio Ellis Park de Johannesburgo. Y es que, pese a la inmovilidad y a precisar de respiración asistida, no dejó de aparecer en público y convirtió su lucha contra la enfermedad en un ejemplo de superación y coraje. “Si hay una cosa que podemos aprender de él es de su pasión por la vida. Eso nunca lo olvidaremos”, ha declarado a medios locales Barend van Graan, el director general de los Blue Bulls, el club de Pretoria, en referencia al tesón que mostró el extraordinario símbolo de su tierra. No hubo otro tema saliente en las principales portadas de los medios sudafricanos.

En cuanto a su vida privada, dejó dos hijos, Jordan y Kylie; Amor Vittone, su ex esposa, ha estado a su lado hasta el final. Lo lloran sus padres, Gustav y Mariana, sus dos hermanos y, sobre todo, los fanáticos del rugby, que supo engrandecer. Con clase, ímpetu y humildad, atributos que marcan un legado en el deporte de los caballeros.

Una visita cargada de fuerte simbolismo

Invitado por la Embajada de Sudáfrica, en enero de 2010 estuvo en la Argentina para difundir Invictus, la muy buena película de Clint Eastwood que refleja la historia de un título que fue un símbolo de confraternidad. En noviembre, volvió para disputar un partido amistoso en el CASI ante Los Pumas Legends como parte de la emotiva celebración por el Bicentenario.

Primera vez de selección, en nuestro país

Su relación con la Argentina se extiende a 1993, cuando disputó su primeros encuentros; convirtió tries para los Springboks que le ganaron 29-16 (el 6 de noviembre) y 52-23 (una semana después) a Los Pumas, en la cancha de Ferro.

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