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Murió Raúl “Ruso” Sanz, un personaje visceral e imperdible del rugby argentino
Su voz reflejaba su pensamiento y sus acciones se condecían con sus palabras. La frontalidad que lo distinguía puede haber sido motor de contrariedades, pero su integridad nunca estuvo en tela de juicio. Raúl Sanz, figura central del rugby argentino del último lustro como jugador, entrenador y dirigente, murió este sábado a los 75 años.
Formado en el Club Regatas Bella Vista, adoptó en su adolescencia el Buenos Aires Cricket & Club como su segundo hogar. Jugó en los Pumas, dirigió al seleccionado al lado de Rodolfo O’Reilly a fines de los 80 y fue secretario de la Unión Argentina de Rugby durante la presidencia de Alejandro Risler en 2006 y 2007, un momento bisagra en el rugby argentino.
El lunes sufrió una descompensación general en Punta del Este, donde residía durante una buena porción del año, y fue trasladado a Buenos Aires, donde permaneció internado en estado crítico en la Clínica Suizo Argentina hasta que su cuerpo pudo más que su voluntad. “Tenía que ser un sábado a la tarde”, lo honró Damián Habib, vicepresidente de Biei. Sus restos serán velados este domingo de 7.30 a 9.30 en la Sala Malabia (Malabia 1662); a las 10.30, previo al entierro, se realizará una misa en su memoria en la Capilla del Cementerio Parque Jardín Bella Vista.
El ‘Ruso’ Raúl Sanz nació el 3 de marzo de 1949 en Bella Vista. Comenzó jugando en Regatas, donde fue discípulo de Franciso ‘Catamarca’ Ocampo. Por discrepancias con la dirigencia la época del proceso, según reveló en una entrevista con LA NACION de junio pasado, la enfrentó y se alejó. “Algún día tendría que escribir un libro al respecto”, contó. Lo mismo podría hacerse con las mil anécdotas que recordaba cada vez que la ocasión lo ameritaba.
Encontró un nuevo espacio en Buenos Aires Cricket & Rugby Club, que convirtió en su hogar hasta sus últimos días. “Es el único lugar del mundo donde vos sos siempre vos y los que están ahí son los tuyos. Es verdad que es tu segunda casa… la segunda si contás la casa del Señor”.
Católico practicante, peronista dogmático, amante de la lectura y la pintura, hincha de Boca, nunca tuvo miedo de expresar sus ideas. Jugó cuatro años en los Pumas, siete test matches en total, incluido el empate ante Francia del 77. “Fue una casualidad, se equivocaron. Suspendieron a Pochola Silva y me llamaron a mí”, advertía con modestia. Renunció ese año junto a un grupo considerable de jugadores cuando la dirigencia de la UAR le quitó la capitanía del seleccionado a Arturo Rodríguez Jurado.
Longilíneo tercera línea, resaltaba dentro de la cancha por su cabellera rubia y la vincha con que infructuosamente intentaba controlarla. La elegancia la dejó para el otro lado de la línea de cal y fue uno de sus sellos distintivos.
Como entrenador, dirigió a la primera división de su club en varios períodos y entre 1987 y 1990 acompañó a Michingo O’Reilly en la conducción de los Pumas. También fue entrenador de los Pumitas que en 1997 ganaron el Mundial FIRA en el estadio de Biei, que sería la última conquista del seleccionado argentino M20.
Un dirigente sin filtro
Su etapa como dirigente fue la más controvertida. Fue secretario de la UAR entre 2006 y 2007, bajo la presidencia de Alejandro Risler. Así como, según dijo, puso plata de su bolsillo para que los Pumas pudieran realizar la pretemporada en Pensacola previo a la conquista de la medalla de bronce en Francia 2007 y ordenó las finanzas de la institución, también protagonizó un conflicto con los jugadores por una disputa por los viáticos que reclamaban.
Hasta sus últimos días fue un acérrimo defensor del amateurismo, al que prefería denominar “voluntarismo”, consideraba al rugby como una escuela de vida y fue un duro crítico del énfasis que le imprimió la dirigencia al rugby profesional.
Durante la pandemia se recluyó en su chacra en Punta del Este, pero regresó a Buenos Aires en el último tiempo. En 2023 volvió a Biei, club al que denominaba su primer hogar, para colaborar con las divisiones formativas. “El club es el único lugar del mundo donde vos sos siempre vos y los que están ahí son los tuyos”, dijo. Viajó a Francia para seguir a los Pumas en el Mundial y disfrutó con el cuarto puesto. Estaba en plenitud. Un día, su cuerpo dijo basta. “Me quiero ir de esta vida sin odio, sin rencor, pero con buena memoria”, había dicho en junio. Lo consiguió.
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