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Mundial de rugby. Esteban Meneses, el argentino al frente del despertar uruguayo
KUMAGAYA, Japón.- Cuarenta minutos tarda el shinkansen en hacer los 80 kilómetros entre la estación central de trenes de Tokio y la de esta ciudad, en la prefectura de Saitama. Cuarenta minutos es lo que le faltó a Uruguay para que su Mundial pasara de sorpresivo a épico. Sorpresivo, igualmente, no está nada mal. Con la victoria ante Fiji en el debut en Kamaishi, Los Teros dieron el primer gran campanazo de Japón 2019 y despertaron la atención del mundo. Primer objetivo cumplido. Con sólo tres días de descanso, bajo un sol más ardiente que naciente a las 2 de la tarde y ante un equipo que hace del rigor físico un culto, un tiempo fue todo lo que pudieron jugar de igual a igual. La clasificación directa a Francia 2023 se escapó con la derrota 33-7 ante Georgia, algo que no ensombrece lo que fue el triunfo más importante en la historia de la Celeste.
Detrás del fenómeno uruguayo, que trascendió por mucho las fronteras de la Banda Oriental en el planeta ovalado (acaso que el Mundial sea en esta parte del mundo contribuyó al suceso), un argentino tuvo un rol central: Esteban Meneses, un head coach surgido de las entrañas del rugby amateur que llegó a hacer de una vocación su forma de vida. Casi como una semblanza del rugby uruguayo, que está en plena transformación y espera impulsarse aún más a partir de esta actuación.
"El partido contra Fiji todavía repercute en el mundo porque el propósito de los dos primeros partidos realmente fue mostrar la evolución en el juego que tiene Uruguay desde el Mundial pasado. Vinimos a atacar y a jugar", dice Meneses, platense de 47 años. "En el primer partido se cumplió bien. Sin dudas que generó un impacto. Con Georgia no estuvimos cómodos, estuvimos mucho tiempo bajo presión, pero la entrega de los jugadores, las buenas defensas, el try de primera fase… son todas cosas que van mostrando la evolución que tuvimos en el juego."
Cae la tarde en Kumagaya, el sol da un respiro y el "Mono" Meneses se toma un tiempo fuera de protocolo para hablar con La Nación. Campeón con La Plata del último torneo de la UAR en 1995 (antes de la creación de la URBA) como jugador, semifinalista en 2009 y finalista en 2010 como entrenador, tiene el mérito de haber llegado a ser head coach profesional sin hacer la transición lógica de pasar por el rugby europeo y formarse allí. Toda su carrera fue en la Argentina.
"Arranqué en La Plata Rugby en 2007 entrenando M14 y nos subieron al plantel superior donde estuvimos entre 2009 y 2011", recuerda Meneses. "De ahí pasé a entrenar los juveniles del seleccionado de Buenos Aires con ‘Piltrafa’ [Agustín] Ezcurra. A fines de 2014 me ofrece entrenar a CUBA con él. Le digo: ‘Mirá yo de esto no vivo, tengo mi trabajo, soy licenciado en Comercio Internaciona, tengo mi empresa’. Me dijo que me veía condiciones para esto. A partir de esa decisión me cambió la vida y empecé a vivir y a trabajar de esto."
-¿Cómo llegaste al seleccionado uruguayo?
-A fines de 2015 me llama Sebastián Piñeyrúa, que en ese momento era presidente de la Unión de Rugby de Uruguay [hoy de Sudamérica Rugby] y me dice: ‘Hablé con Agustín Pichot y el nombre que el puso arriba de la mesa es el tuyo. Sos la persona indicada para venir acá y ser head coach de Uruguay’. Fue una decisión muy importante porque mi familia se quedó viviendo en la Argentina. Pero me propuse vivir de esto, trabajar de esto y encontré un lugar donde me aceptaron e integraron muy bien.
-¿Cómo fue el proceso de estos cuatro años para llegar hasta esta posición?
-De acuerdo a lo que yo analicé de lo que había hecho en 2015, Uruguay tenía una gran defensa y era sólido en las formaciones fijas, entonces el primer impacto que quisimos generar fue en el ataque, agregarle una herramienta más al juego. Nos costó un año en el que el equipo se fue adaptando tanto al juego nuevo como a la preparación física que eso implica. Fue un año de transición o de presentación del modelo de ataque y en 2017 empezamos a jugar más completa, en donde el ataque era lo que predominaba, pero también empezamos a implementar un sistema defensivo de recuperar rápido la pelota para poder tenerla. Eso nos permitió llegar bien a 2018, que es cuando nos jugábamos la entrada el Mundial. En los dos partidos con Canadá, tanto en Vancouver como en el estadio Charrúa, el ataque se llevó por delante esa clasificación.
-¿Qué importancia tuvo ese hito?
-A partir de ahí Uruguay empieza a tener jugadores profesionales, porque hasta ese momento eran todos jugadores de clubes, amateurs. Entrenábamos a las 6.30 de la mañana, se iban a estudiar o trabajar y volvían a las siete de la tarde. Eso tiene la garra que caracteriza al jugador uruguayo, que tiene un techo que no te alcanza cuando empezás a competir en otro nivel. Cuando se clasificó se empezó una era profesional con jugadores rentados, que estaban de 8 de la mañana a 4 de la tarde entrenándose en el Charrúa. Eso permitió que viniéramos a Japón con el objetivo de clasificarnos a Francia 2023. No es algo de un soñador, sino que hay un trabajo y una calidad de jugadores muy buenos. Salió muy bien con Fiji, nos quedó el partido con Georgia demasiado apretado y llegamos muy cansados a la que era nuestra final. No son excusas porque nos habíamos preparado para esto.
-¿Cómo funciona el régimen profesional en Uruguay y cómo convive con el amateur?
-Hasta lo que fue el Mundial era un régimen de jugadores viaticados que tenían un sueldo por mes y se sumaba a los que estaban jugando afuera. Lo que nos faltaba a nosotros era subirlos un poco de nivel de competencia. Entonces se decidió hacer un arreglo con la MLR [Major League Rugby] para que 11 jugadores se fueran a Estados Unidos donde el nivel físico era distinto al de Uruguay. A partir del Mundial que se viene la Liga Sudamericano van a tener un lugar donde competir en un nivel más alto, que es lo que necesita Uruguay: no llegar con cuatro partidos que es la primera vez que te enfrentás. Es muy difícil lograr un resultado y por eso muy meritorio lo que hicimos con Fiji jugando de igual a igual y ganando un partido contra un rival que te enfrentaste una sola vez en noviembre de 2018. Estamos acá para ganarnos un lugar en ese tipo de competencias, que es lo que te hace crecer.
-¿Qué balance hacés de estos dos primeros partidos?
-El balance que hago es de felicitación y orgullo por los jugadores. La entrega que hicieron en los dos primeros partidos es excepcional. La entrega fue absoluta. Contra Fiji lo puideron llevar al tanteador. Georgia tuvo la pelota y pudo atacar más, y hubo secuencias defensivas de la que salimos victoriosos y eso habla de la entrega y que los jugadores quedaron realmente vacíos.
-Con Australia y Gales por delante, ¿empieza otro Mundial para Uruguay?
-Los dos primeros partidos nos los propusimos ganarlos; el resultado estaba en juego. En los otros dos a nosotros nos queda el salir a jugar tratando de ser protagonistas, porque si dejamos jugar a Australia o a Gales ya sabemos lo que pueden hacer. La evolución del juego de Uruguay es lo que vinimos a mostrar. Los jugadores se entrenaron para eso. Los jugadores se entrenaron para eso así que vamos seguir con esta línea de atacar cada partido.
-Los jugadores de Uruguay trabajan con un psicólogo, ¿por qué?
-En CUBA en 2015 lo conozco a Juan José Grande, que es psicólogo y le gusta mucho el deporte y daba una mano con el plantel. Hicimos una excelente relación. Cuando llego a Uruguay le planteo al capitán Juan Gaminara que para mí hacía falta un psicólogo que nos ayudara a seguir fortaleciendo el grupo y a trabajar de la mano con nosotros. Lo conocimos y el profesionalismo con el que trabaja Juanjo es impresionante. No es una persona invasiva, sino todo lo contrario. Él está a la expectativa que el jugador lo busque. Hoy realmente es algo que el jugador necesita. Acá hay jugadores que están dejando mucho, hacen mucho esfuerzo, y más cuando apareció el tema del profesionalismo que algunos jugadores empezaron a sacrificar algunas cosas que les daban seguridad para dedicarse al rugby. Ahí nos ayudó muchísimo. Y después, en el uno a uno con el jugador. Yo soy licenciado en Comercio Internacional, me dediqué al rugby. Si hay un jugador deprimido o tiene un problema extra, cómo poder ayudarlo la verdad es que no sé y encontré en Juanjo a la persona ideal para eso. Hoy es parte importantísima del plantel que hace que el grupo esté realmente unido y fuerte y los jugadores tengan la cabeza al 100% en el alto rendimiento.
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